«Vida»: Archivo personal
Tornar a La Guarguera es atrapar retazos de los domingos veraniegos de la niñez en aquel automóvil de segunda mano que traqueteaba por el viejo puerto de Monrepós para detenerse en el horno de pan de Lanave, a por aquellas hogazas que acompañaban las costillas de ternasco deliciosamente turradas en la parrilla puesta sobre las brasas de la hoguera, cercada y bien dispuesta en el pedregal, a escasos pasos del río. Aún persiste en la memoria el aroma ahumado de la carne y el campanilleo de las risas juveniles por aquellas pistas de tierra y matorrales que sobrevolaban oropéndolas, zorzales, alcaudones, pardillos y algún martín pescador pendiente de los cangrejos, barbos y renacuajos que traveseaban, ajenos al peligro, entre las aguas, cerca del tejo abatido por un rayo.
Tornar a La Guarguera es volver a Aineto, aquel pueblo abandonado, como la mayoría de los que se localizan en esa zona, en el que, a principios de los ochenta, se establecieron un grupo de jóvenes de diversa procedencia que, con dos herramientas imprescindibles, ilusión y esfuerzo, lo reconstruyeron y lo devolvieron a la vida, siendo hoy en día la localidad más dinámica de La Guarguera, olvidadas ya las precarias condiciones en las que se vieron obligados a vivir aquellos primeros años.
Tornar a La Guarguera es recorrer con la vista la piedra enfoscada que conforma el Molino Escartín, antiguo molino harinero que da nombre al lugar. Junto a él, en 1937, instaló el ejército republicano un hospital de campaña para atender a los heridos en los combates contra los fascistas cerca de Sabiñánigo. Dos campos próximos sirvieron de cementerio que acogió los cuerpos de setenta y dos combatientes republicanos fallecidos. Dicho camposanto improvisado no solo fue preservado en décadas posteriores por los propietarios de las parcelas que, por respeto a los allí enterrados, jamás las laboraron, sino que gracias a ello los dos terrenos, hoy limpios y señaladas sus tumbas, forman parte de los Lugares de Memoria aragoneses.
De esa misma pedanía donde se halla el cementerio es originaria la familia de los conocidos hermanos oscenses Escartín Otín —uno de ellos, Michel, fue profesor de Historia del que suscribe y, ya jubilado, imparte cursos en la Universidad de la Experiencia; otro, Carlos, preside el Círculo Republicano de Huesca y otro más, Santiago, da nombre a un Centro Cívico oscense—, descendientes de los propietarios del molino, que, como se decía en Huesca, entre la malevolencia y la admiración, “llevan el republicanismo en vena”, afirmación que puede darse por cierta porque pasaron del franquismo a la democracia sin variar sus convicciones, leales a una idea que obligó a Jesús, otro de los hermanos Escartín, por entonces de poco más de veinte años, a salir subrepticiamente de Huesca, junto con otros dos jóvenes, y exilarse en Francia, allá por junio de 1975, eludiendo la redada llevada a cabo en la ciudad y saldada con la detención de treinta y cinco personas antifranquistas, de las que trece fueron encarceladas en la prisión de Torrero de Zaragoza, no recobrando la libertad hasta la amnistía que hubo tras la muerte del dictador.
Pero, sobre todo, tornar a La Guarguera es seguir el curso de apenas 40 kilómetros del río que le da nombre, el Guarga, y dejarse lamer por las limpísimas aguas que recorren ese valle trazado en cuestas donde crecen bojes, álamos, fresnos, chopos, pinos, que sirven de hábitat oculto a víboras, gatos monteses, corzos, jabalíes…
[…]
Tornar a La Guarguera, tenderse en la tierra, recrearse en los sonidos vivos del entorno y dejar fluir los recuerdos.
No es el vivir de recuerdos que nos realza la calidad únicamente humana de recordar, sino hacer vivir los recuerdos pues en ellos hemos vivido mucho. Bello relato. Un abrazo de València.
Decía Valle-Inclán que «las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos«… Pero aunque los recuerdos no sean el reflejo exacto del pasado siguen siendo nuestros.
Salud y que el regreso haya sido relajado.
Valle-Inclán tiene razón, de acuerdo y es verdad, a medida que pasa el tiempo, algunos recuerdos se convierten en mitología particular. Salud, y gracias, regreso pronto…
Precioso texto. Entre otras cosas también somos recuerdos.
Salud.
Los recuerdos nos sustentan porque somos lo que hemos aprendido.
Salud.
Con un 600 de segunda mano viajaba a toda pastilla… cuesta abajo, por el puerto de Monrepós, el pan lo comprábamos en Bailo, de hecho los de Lanave procedían de la panadería Lesmes de Bailo.
Más adelante cogíamos agua de una fuente existente en la parte alta del puerto, en la actualidad con la autovía ya no se pasa por la mencionada fuente.
Había oído hablar del río Guarga, pero no conocía su recorrido, tampoco sabía de la existencia del cementerio y de la escultura de los republicanos enterrados en el Molino Escartín.
Supongo que la fuente que mencionas es la que había junto al túnel de la Manzanera, de la que también nos surtíamos cuando íbamos de excursión hasta que se dio el aviso de la no potabilidad de su agua. Así que aquellas hogazas de buen pan tenían su origen en Bailo… Pues no lo sabía, pero el pan era muy apreciado; la panadería de Lanave era parada obligada de muchos automovilistas, se siguiera la ruta de la Guarguera o la de Sabiñánigo.
La carretera de la Guarguera servía, también de acceso a Boltaña, y, aunque sus condiciones no eran muy buenas, siempre íbamos por ella siguiendo, a la inversa, el curso del Guarga, que era, junto al Guatizalema y el Alcanadre, el río al que más íbamos a bañarnos.
¡Que aguas más limpias lleva ese río! Ojalá no lo contaminen nunca.
El curso del Guarga, además de corto, apenas tiene población, no más de trescientas personas viven en esa zona; tampoco hay granjas ni vertidos que lo ensucien, por eso sus aguas son puras.
Precisamente en estos días y gracias a una entrevista publicada en IDEAL, he recordado a Vázquez de Sola, aquel antifranquista que, según dicen, es “el dibujante que más cabreó a Franco” y que, desde hace años, vive su vejez discretamente en un pueblo del cinturón de Granada. Algún día habría que hablar más extensamente de él, pues los jóvenes quizá no lo conozcáis.
Lo importante es que estas personas salgan a la luz y sean reconocidas, que se sepa que hubo quienes, jugándoselo todo, se mantuvieron firmes en sus ideales. Al señor que dices así, de repente, no me sonaba, pero cuando he buscado sus datos biográficos me he dado cuenta que sí, que lo conocía, aunque lo tenia muy desdibujado. Así que te agradezco el recordatorio.
Yo sí lo recordaba, pero no con tantos datos como ahora he leído. Como entonces no teníamos Internet…
Esa es la ventaja, que ahpra se puede acceder a información sobre su vida a solo un clic.
Una vez estuve por allí, en una excursión que hicimos a Laguarta viniendo de Boltaña. No sé si había visto peor carretera que esa, el asfaltado estaba carcomido y levantado en muchos tramos como si fuera una carretera que no llevara a ninguna parte. Es una pena cómo abandona el gobierno aragonés las zonas más despobladas sin tener en cuenta todo lo que guardan en esos lugares.
Saludos.
JBernal
Según leí estaba previsto ir acondicionando la carretera por tramos. Pero llevas razón, el gobierno aragonés no trata por igual a unas zonas u otras, y esta de la Guarguera hace muchos años que reclama actuaciones sin que, hasta fechas recientes, los mandamases se hayan dado por enterados. Luego, que si Juegos de Invierno y gaitas varias, con la de prioridades básicas que hay por tratar.
Salud.
Lo que más me ha impactado es el homenaje a los soldados republicanos.
Desconocía la Guarguera y el río que le da nombre. Viendo las fotos se ve un lugar demasiado tranquilo. La gente del lugar que habrá visto las consecuencias de la guerra, o la guerra misma, y no habrá podido creer lo que sucedía.
Ya de por sí, cualquier guerra es una locura estúpida; en esos lugares, completamente sinsentido.
Abrazos
Cierto, es un sitio tranqulo, con muchos despoblados. Cuando acabó la guerra, mucha gente fue abandonando los pueblos y la Naturaleza se desplegó por las antiguas tierras de labor porque ya no había seres humanos que las cultivaran ni ganado que comiera la hierba; eso dio lugar a una zona que se volvió virgen, con uno de los ríos más limpios de la provincia. Hace unos años, algunas personas volvieron a ocupar y a rehabilitar algunos pueblos abandonados, pero manteniendo una actitud respetuosa hacia el medio, a la vez que cuidan de ese cementerio republicano cuyos enterrados carecen de filiación pero forman parte de la memoria de una época terrible.
Otro abrazo para ti.
PD: Aclaro que estoy en contra de todas las guerras, pero entiendo que el avasallado reaccione, se defienda. Cuando se pasa ciertos límites lo que considero sinsentido se resquebraja.
Y estoy de acuerdo contigo, la defensa forma parte de los genes humanos y es lícito no dejarse avasallar. Precisamente si la guerra española duró tres años fue porque la República reaccionó contra el golpe de Estado de los militares, que creían que en una semana tedrían el poder. Pero tras tres años, cientos de miles de muertos y heridos y un país devastado triunfó el fascismo y con él llegaron las represalias, los encarcelamientos, las personas fusiladas, las familias hundidas, la dictadura…
Un vídeo precioso, que sirve de colofón a tu relato.
Qué bonito es recordar y respetar. Vivir el presente sin olvidar quienes estuvieron aquí antes, en el mismo río, en la misma comarca y el mismo país.
Vestidos que van cambiando, pero siempre encima de la misma pieza.
Una entrada intimista que invita a la contemplación y el sentir.
Gracias, Una mirada.
Un abrazo!
Es una zona en la que la ausencia de población (de las cerca de dos mil personas que la habitaban, hoy no llegan a trescientas) ha generado un territorio donde se enseñorea la Naturaleza, con una flora y una fauna que se desarrollan sin cortapisas porque las pocas personas que por allí habitan no vulneran los principios ecológicos y son las primeras que valoran ese entorno natural salpicado de ermitas románicas y con el tranquilo río Guarga atravesándolo.
Gracias a ti.
Besotes.