«Aflicción II»: Archivo personal
El 17 de agosto de 1963 se daba cumplimiento a la sentencia que condenaba a ser ajusticiados, mediante garrote vil, a Francisco Granados Gata y Joaquín Delgado Martínez, acusados de la colocación de dos artefactos, en diferentes ubicaciones del Ministerio de la Gobernación, que habían explotado el 29 de julio de 1963 con resultado de cuantiosos destrozos y una treintena de heridos de diversa consideración.
En la sentencia se alegaba que «había quedado probada» la pertenencia de los acusados a las Juventudes Libertarias y se relataban las idas y venidas de ambos hombres hasta el momento del atentado, «de cuya autoría no existía la menor duda, tanto por las pesquisas llevadas a cabo como por la actitud y la militancia de los reos» (sic). Que los dos libertarios apresados el 31 de julio, juzgados y condenados en procedimiento sumarísimo, fueran ajenos al delito por el que se les iba a ajusticiar, carecía de importancia para quienes habían hecho de la represión y la muerte bandera de su proceder.
Transcurridos diecisiete días desde la detención, el deceso por traumatismo bulbar —como así constaba en el certificado forense— ponía un aparente punto final a un suceso que tuvo escaso eco en la sociedad española de la época.
Treinta y tres años después de la ejecución de Francisco Granados y Joaquín Delgado, dos hombres entrados en años —ciudadanos franceses de origen español— se autoinculpaban públicamente de la colocación de los explosivos, presentando las mismas pruebas que, en su día, poseyó el Tribunal que juzgó y condenó a Granados y Delgado; pruebas que entonces ya exculpaban a los condenados del delito de atentado y que los jueces togados de la justicia franquista prefirieron obviar al objeto —es de suponer— de que la muerte de los dos anarquistas sirviera de escarmiento y macabra advertencia a cuantos pretendieran quebrar los vitoreados Años de Paz de los que alardeaba el régimen.
En la década de los años noventa, promulgada una ley que otorgaba una indemnización a las personas represaliadas por el franquismo o, en su defecto, a sus familias, Pilar Vaquerizo, viuda de Francisco Granados, presentó una solicitud para acogerse a dicha ley. La pensión le fue denegada.
La Ley 46/1997 de 15 de octubre especifica, con mucha asepsia, que tienen derecho a la indemnización correspondiente aquellas personas —o sus herederos— que hubieran sufrido privación de libertad en establecimientos penitenciarios durante tres o más años. De Granados y Delgado, su compañero de infortunio, sólo se podían acreditar diecisiete días de encarcelamiento. «No ha, por tanto, lugar a la percepción de ninguna cantidad» (sic).
POST SCRIPTUM
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El 3 de febrero de 1998, las familias de Francisco Granados Gata y Joaquín Delgado Martínez presentaron en el Registro General del Tribunal Supremo, recurso de revisión contra la sentencia dictada el 13 de agosto de 1963. La Sala de lo Militar denegó la autorización para interponer dicho recurso en Auto de 3 de marzo de 1999. Solicitado el amparo del Tribunal Constitucional, éste declaró nulo el Auto anterior obligando al Tribunal Supremo, en sentencia de 13 de julio de 2004, a continuar con las diligencias para revisar las condenas a muerte
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Pese a la anulación de facto dictada por el Constitucional, el 18 de diciembre de 2006, tres de los cinco magistrados de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, denegaron, por segunda vez, autorización para interponer recurso extraordinario de revisión de las condenas a muerte, alegando que las confesiones realizadas años después por los autores reconocidos de los atentados, así como las declaraciones de los testigos presentadas por las familias para dar curso a la revisión, «carecían de credibilidad y resultaban incongruentes» (sic).
ANEXO
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Granados y Delgado.- Un crimen legal (1996), documental de Lala Gomá y Xavier Montanyá.
NOTA
La primera versión del artículo se publicó en esta bitácora el día 31 de octubre de 2011.
Terrible lo que cuentas. El dictador estuvo matando hasta cuatro días antes de morir. Cuánta injusticia también con sus viudas.
Admirable el tesón y su fe en la lucha de Francisco Granados Gata a pesar de su grave enfermedad. Muy triste. Buena tarde.
He mirado su biografía en Wikipedia.
Era lo que mejor se le daba: Rubricar el «Enterado» en las sentencias de muerte; ni el parkinson doblegaba sus ansias de matar… Por ello, por esa impunidad que se alargó tanto, el mejor desprecio hacia ese individuo es recordar a quienes asesinó.
Salud.
He finalizado el documental y estoy temblando.
Es un documental muy detallado que no deja indiferente.
Me ha recordado esto, que fue aun peor, ya que ocurrió en un país que se suponía en democracia. Aquí, en dictadura, cualquier aberración era posible.
En esa democracia a la que aludes, las aberraciones son incontables; no se pueden ni resumir porque su reguero recorre casi todo el planeta… A los dos inmigrantes italianos tardaron cincuenta años en exonerarlos. Las familias de Granados y Delgado llevan cincuenta y siete años esperando.
Me hacés recordar a la historia donde Eva Perón salva a un mujer de morir por el mismo motivo. Creo que fue la única vez que doblegaron a Franco en su deseo. Saludos
Juana Doña, se llamaba la mujer a la que, gracias a la intervención de Eva Perón, se le conmutó la pena de muerte. Falleció en 2003.
Salud.
¿Cuantos casos como estos habrán existido? y sin la «suerte» de su estudio y documentalización, es decir en el anonimato más absoluto. Y mientras tanto… la desmemoria histórica. Excelente documental que me ha dejado mal cuerpo. Un abrazo.
El documental abunda, precisamente, en la ausencia de garantías procesales, tan comunes a todos los Consejos de Guerra sumarísimos que no eran sino aberraciones jurídicas para revestir los asesinatos de una falsa legalidad, y que fue el marchamo franquista hasta la muerte del dictador.
Otro abrazo.
El 23 de agosto es el aniversario de la muerte de Sacco y Vanzetti. Asesinatos legales los hay en todas partes…
…la porpia expresión, asesinato legal, es una aberración en sí misma.
Si en las democracias se hacen aberraciones de todo tipo, en las dictaduras se multiplican y asesinan sin mediar muchas comprobaciones.
Trataré de buscar alguna hora donde pueda ver el vídeo ya que ahora por la velocidad de la red no me es posible.
El documental clarifica todas las circunstancias de un proceso que, aun antes de finalizar, ya había sentenciado a Granados y Delgado.
Me alegra que traigas estos fragmentos de historia para que no olvidemos a tanta gente que fue injustamente tratada por la justiciada únicamente por sus ideas políticas.
Me quedo pensando en la cantidad de personas que pasaron algo similar y siguen en el anonimato……
Un beso, Una mirada. Ya estoy de vuelta!
Son muchas las personas por rescatar del olvido, pero nunca es tarde para escarbar en los abismos y restituir sus nombres y lo que un día fueron; es lo único que se puede hacer.
Celebro el regreso y el muestrario de lecturas que traerás contigo.
Otro beso.
Esta historia está totalmente emparentada con la que acabo de publicar, y que comentaste. Esto sucedió 7 años después. Pero es la misma historia, la represión, y la muerte bandera de su proceder.
No conocía puntualmente esto, aunque si conozco la historia que comenta JLO. Pero no tenía tantos detalles, no sabía que había fallecido en 2003.
Abrazos
Así es. Las dictaduras solo se diferencian en su duración; sus actuaciones contra quienes las aborrecen son las mismas y el horror, similar. Juana Doña, a la que salvó la intervención de Evita, siempre fue fiel a sus principios y pasó tiempo encarcelada, pero pudo asistir a la muerte del dictador y a la llegada de la democracia.
Más abrazos.
No podemos esperar justicia de ninguna dictadura pues son dos términos que no pueden ir juntos. En cuanto a las indemnizaciones, no me parecen bien salvo que sean para las personas afectadas y en su momento. Sé que es injusto, pero es que de otra forma todos tendríamos derecho a alguna, y eso es inviable.
La única compensación, que los represores hubieran sido juzgados, pero ya se pactó, alevosamente, en la Transición que eso no llegara a suceder. Las prerrogativas siempre son para los mismos.