«Placeres»: Archivo personal
En el fresco y sobrio comedor del Mia-te tú se percibe un ligero toque a menta que lleva y trae Mariángel, recién incorporada al oficio, mientras sirve, en tres de las cuatro mesas ocupadas, los risottos de espinacas y guisantes que han seguido a las tartaletas de tomate rosa con cebolla dulce. Los bocados apagan las conversaciones veladas por los tapujos y se hace audible la música de jazz que, a bajo volumen, se expande desde los altavoces que penden sobre el antiguo y enorme aparador de madera de nogal rescatado de una casa señalada para el derribo. “Lo trajimos a pulso, entre todas, desde la placeta de arriba”, le explica la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio a maman Malika, que se ha levantado a tantear la consistencia del mueble, de gruesas y cortas patas, que ocupa el espacio entre los dos ventanales que dan al patio sombreado por una parra bajo la que dormitan dos perros de raza indefinida.
El Mia-te tú no nació con pretensiones de restaurante sino de bar de copas con horario de tarde-noche, con un pequeño escenario para actuaciones puntuales; fueron los tentempiés que Mª Ríos, hermana de uno de los socios, empezó a ofrecer a la clientela noctívaga los que, por su buena acogida, terminaron por encauzar el negocio, ampliándose el perímetro del local hasta la antigua vaquería de Casa Liesa, donde se construyó una cocina y el comedor. Para Mª Ríos, que trabajaba con pocos alicientes en una empresa de catering, fue la oportunidad de dedicarse, sin presiones, a la restauración.
Desde el otro lado del pasaplatos, Mª Ríos va alcanzando a la camarera las raciones de pimientos del piquillo rellenos de soja texturizada y frutos secos, a cuyo disfrute se entregan los comensales; entretanto, los dos clientes de la mesa más alejada, finalizado el condumio, salen al jardín umbrío para acompañar con cigarrillos los cafés y licores. Suenan tres campanadas desde el reloj de la adyacente plaza de la Iglesia y se afanan los convidados en la tarta de panacota con helado de albahaca.
Los dientes arrastrando por el suelo. Exquisitez total.¿ En Liesa existe ese restaurante tan maravilloso?. Es completo, música y comida. Me hubiera encantado estar allí. Buen finde
Para que luego digan que los menús vegetarianos no son apetitosos…
(Liesa, en este caso, no es el pueblo sino el nombre de la casa en cuya antigua vaquería se levantó el comedor).
Salud y a disfrutar del día a día.
Aparador… Lo que me gusta esa palabra, que ya no se usa, por estar también en decadencia el mueble que describe. En mi casa antigua había dos aparadores en el comedor, que se quedaron allí al venir al piso y bien que los he echado de menos.
En algunas casas lo llaman también trinchante, que es una palabra que tampoco se utiliza mucho; hay incluso quien lo denomina bufé.
Aparadores de esos es frecuente verlos en los restaurantes. Le dan cierto tono casero y tradicional… y se quitan de las casas porque ya no están de moda. Claro, que depende de la categoría del mueble, pues un amigo compró uno en un pueblo por nada, lo hizo restaurar y lo tiene en su casa porque es precioso.
Los buenos aparadores añosos, fabricados con maderas nobles, resisten el paso del tiempo y son un lujo visual; el problema es que suelen ser demasiado grandes y ocupan mucho espacio. Tu amigo tuvo buen ojo para hacerse con uno.
Mmmmm,suspiro por esas tartaletas!!!!
Buen ambiente, buena comida y sobre todo,muy buena gente
Después,una buena siesta!!!
Salud
La siesta, el mejor colofón de una buena comida. Un ratito de amodorramiento deja cuerpo y mente en óptimas condiciones.
Salud.
¿Risotto de espinacas? Ahí me ha ganado tu texto y eso que la hora a la que escribo es la de la merendola. Aprecio la comida vegetariana y la respeto, tiene maravillas, si bien yo soy carnívoro por naturaleza y ante un chuletón pierdo el sentido e incluso llegado el caso, las formas. El detalle del jazz suave me ha ganado igualmente. Una pregunta ¿existe ese restaurante o bar de copas? Me gustaría añadirlo a mi lista de destinos pendientes. Un abrazo.
En mi caso -que no soy vegetariano- me decanto más por el pescado que por los chuletones. La carne me gusta bien cocinada y sin el mínimo rastro de sanguinolencias, y no creas que en todos los restaurantes entienden eso de «la carne, muy hecha, por favor«. Y sí, el restaurante existe. En esta bitácora todos los lugares, sucesos y personas que se nombran son reales, aunque a estas últimas se les preserve el anonimato.
Cordialidades.
Desgraciadamente hoy en día los restaurantes, bar de copas o simplemente chiringuitos no se amplían, se van encogiendo cual lana, seda o lino lavados con agua caliente y caliente es la situación en la que nos encontramos.
Aragón extiende a todo el territorio las medidas contra el coronavirus tras sumar más de medio millar de contagios en las últimas horas.
A este paso me temo que nos va a volver a llegar el confinamiento… y yo estoy sin ropa apropiada, ya que venía para un fin de semana y ya llevo más de un mes, y lo que te rondaré morena.
Siempre puedes hacer que tus hijos te lleven ropa de Zaragoza… Iba a decirte que estás más seguro en Broto que en la capital, pero tal y como está derivando esto ya no sé qué pensar. Los rebrotes empiezan a hacer mella y sólo nos queda mantener las medidas higiénicas y la distancia social a rajatabla.
Tú sigue cuidándote, disfrutando de las rutas pirenáicas y manteniendo ese precioso jardín que tienes.
Pintaste a la perfección el momento, me sentí ahí por un instante… y como mucho puedo ir de la pieza al comedor, y de ahí a la cocina. Por acá no afloja…
Abrazotes!
Disfruten del calor
Son malos tiempos para la socialización, con el virus a la caza y captura de cuerpos en los que establecerse. Decían que si el verano ayudaría a detener su avance, pero se ha demostrado que a la covid no le afectan los saltos estacionales y que el frío o el calor le son indiferentes.
Abrazos.
Se me ha hecho la boca agua!!! Y eso que por aquí, aún quedan unas horas para el almuerzo.
Da gusto dar con lugares donde sentirse cómodo mientras se disfruta de una buena comida y mejor compañía.
Gracias por compartir.
Un beso.
La comida une, y más en estos tiempos donde se tiene menor contacto afectivo con las personas habituales. Con una charla y un buen bocado se deja a un lado, durante un rato, esa realidad desbarajustada en la que nos encontramos.
Besos.
Dicen mis amigos extranjeros que los españoles somos los únicos capaces de hablar de la cena mientras almorzamos. Por Dios, qué pinta tienen esos pimientos y qué ganas de descubrir estos sitios que tanto abundaban en España no hace tanto. Eso sí, a mí me como la carne cruda, me espanta ese «muy hecha» al que te refieres…
El buen comer es un arte; ya que hemos de alimentarnos, hagamos de ello un rito de disfrute en buena compañía. Y sí, en mi caso, la carne que esté bien cocinada a la vez que jugosa.