«Cerca del agua»: Archivo personal
Pese a que las piscinas de la Huerta Blanquiador no se abren al público hasta las diez, a las nueve y media las dos amigas de la señora Benita ya han dispuesto sus tumbonas junto al muro de hiedra del norte, cerca de la zona de bar. Llevan haciéndolo desde hace tres veranos, cuando la señora Benita se autoproclamó supervisora de barra y dispuso que sus dos amigas accedieran libremente a las instalaciones sin más trámite que un “nosotras no nos sacamos el bono porque sólo estamos aquí para acompañar a Benita”, transformado convenientemente en el presente en “ay, la pobre Benita, que en gloria esté… Aún me parece verla sentada allí mismo”. Y, entre tanto pesar, ni bono de temporada ni ticket de un día ni pago de las limonadas y la bolsa de patatas fritas que se toman, a mediodía, poco antes de marchar a sus casas para regresar sobre las cinco —“a pasar la tarde, que estos calores…”— instalándose entonces en la zona umbría de pinos donde se ubica la biblioteca móvil, saboreando sendos helados de crocanti —que sólo en contadísimas ocasiones abonan— y mentando a su amiga difunta cada vez que alguna de las Tejedoras[1] trae a colación el precio irrisorio del bono especial para la tercera edad. “Ay, ay, ay, la pobre Benita, que en gloria esté”.
NOTA
[1] Nombre que reciben, en el Barrio, las componentes de la Asociación de Mujeres.
Esas señoras son peores que el comando canapé.
Uf, si de Comandos de Gorronas -y algún gorrón- tuviera que escribir, necesitaría una bitácora ex profeso; solamente con las comidas y cenas populares tendría cubiertos meses de posts.
La señora Benita las acostumbró mal ¿Y quién les dice ahora qué hay que rascarse el bolsillo?
Malacostumbradas sí lo estaban pero me temo que el gen caradura ya lo tenían antes de darles pie a utilizarlo.
Ay, la pobre Benita, que económica les salía!
…y el provecho que le siguen sacando.
Buena escusa la de las dos amigas de la señora Benita, casi tan buenas como las que de vez en cuando le dicen al portero de nuestra urbanización en Zaragoza, media docena de personas entre mayores y niños que vienen a bañarse a nuestra piscina. Salen todos del coche ya en bañador y cuando se van se cambian de mala manera dentro del coche sin saber que hay unos servicios abiertos donde podrían utilizarlos para estos menesteres.
El portero o conserje se queja de que en su obligación no está la labor de policía.
Pues como cunda el ejemplo, ya podéis ampliar la instalación para que quepan cómodamente los de casa y los de fuera.
no dejes el ebok al sol, corazón ¡¡que la espicha!!,
No, no. El ebook de la fotografía se hallaba bajo el entoldado.