«You can fly!»: José María Cuéllar
Un Sol henchido y vigoroso se concentra en el tejido blanco roto del entoldado bajo el que comienzan a instalarse los comensales pasadas las doce y media del mediodía. Sobre las mesas unidas —configurando un rectángulo tapizado con un hule suave en tonos verdes y anaranjados— Emil, Ana y la señorita Valvanera depositan varias bandejas de tamaño mediano y boles conteniendo bacalao confitado con compota de manzana, madejas de parmesano, vichyssoise, croquetas de jamón, sushi con soja y wasabi, mejillones en salsa verde y tres cestillos con tostadas de mămăligă. Agnès Hummel y la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio, recién llegadas, contemplan con apasionada gula las viandas expuestas mientras Étienne e Iliane terminan de colocar los vasos shot junto a los platos dispuestos frente a los aperitivos.
En un rincón —entre el macetero del perejil y la barbacoa de obra— dormita Tula, la gata nueva, indiferente a las voces humanas y a los aromas deliciosos que van invadiendo el patio abierto a los últimos retazos de este verano que despiden, de pie y elevando los vasos rebosantes de Țuică[*], los dicharacheros celebradores. “Porque nos volvamos a juntar pronto”, brinda María Petra dejando el vaso sobre la mesa sin haber degustado el licor. “Demasiado fuerte para mí”, se disculpa mirando a Camelia Cristea, cuyas madre y abuela elaboraron el brebaje aguardentoso el otoño anterior.
—Nada de inflarse con las tostadas… Que os conozco—, advierte Marís entre carcajadas. —Además, habrá que dejar sitio en el estómago para los platos fuertes que nos van a traer del restaurante con la furgoneta.
Sobre la mesita-velador —arrinconada junto a los tres escalones que llevan a la cocina— se amontonan, aparatosamente envueltos en papeles de colorido chillón, los regalos de las Amigas y Amigos Invisibles que intercambiarán a los postres, cuando cada cual prepare el regreso a su acomodo y su rutina y el Barrio se rinda a los ocres otoñales.
NOTA
[*] Aguardiente de alta graduación típico de Rumanía que se prepara con una base de ciruelas y que se toma, como «chupito», antes de las comidas, para abrir el apetito.
Jajaja asi tambien yo me apunto a celebrar las estaciones.
Salu2.
Será por falta de celebraciones gastronómicas en La Rioja… 😀
¿Por qué será que todo lo celebramos comiendo?
…porque degustar buenos platos en compañía hace más exquisito lo que se toma. Un buen ternasco al horno, por ejemplo, necesita sus buenos comensales dispuestos a dar cuenta de la jugosidad del cordero.
Quizá sea ese animal social que llevamos dentro el que nos hace celebrar todo en torno a una mesa… Menuda hambre que me ha quedado…
Una manada humana compartiendo y departiendo… Las viandas no saben lo mismo cuando se paladean en compañia.
Incluso en los velatorios, había antes la costumbre en los pueblos de llevar cosas de comer y darse el banquetazo. Lo que, según un profesor mío, era una afirmación de la vida frente a la muerte.
Ahora, como se vela a los muertos en el tanatorio, hasta en los pueblos se ha ido perdiendo esa costumbre, pero no hace tanto, en los pueblos de la Sierra de Guara, se repartía torta y anís en los velatorios y las vecinas llevaban a la familia del difunto la llamada «comida de muerto».
… de hecho, he leído en más de una ocasión cómo se amonestaba a los párrocos de muchos pueblos para que evitaran los banquetes y cuchipandas que se organizaban tras un entierro… Seguramente, es esa afirmación que mencionas Citizen y es cosa heredada de las maneras medievales en las que lo sagrado y lo profano se mezclaban sin ningún pudor.
Ignoraba que se llamara la atención a los curas quienes, por cierto, solían comer en la casa del difunto.
No hay derecho, mostrarnos esta comida después de estar a dieta unos días en París…
– Jubi, por cierto, ¿porque hemos estado a dieta?
Para poder andar mas y movernos mejor por el país de la moda y del amor.
– ¡Ahhhhhh!
Precisamente en atención a las dietas sólo se mencionan los aperitivos… Además, amigo Jubilado viajero, recorrer la excelsa Lutetia Parisiorum bien vale un menú ligero… :-D.
diossssss…… hay cosas que no puedo leer sin salibar, dan ganas de acurrucarse un rato al olor y ronronearrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
Ya sabes eso de que la comida se paladea, sobre todo, con los ojos…
Qué envidia de festín, sin embargo me he quedado con las ganas de saber en qué consistían los platos fuertes.
En cualquier sitio que te encuentres, buen fin de semana.
Un beso.
Dejemos, pues, que la imaginación elabore las consistencias que siguieron a los aperitivos…
Buen finde y mejor semana.