«Μεσόγειος Θάλασσα»: Archivo personal
A las diez y media ya han pasado junto a las tumbonas los habituales de la venta ambulante. El mozambiqueño bajito de los borsalinos y las gafas de espejo; el guineano sonriente con su muestrario de calzoncillos Calvin Klein y su mujer, la experta trenzadora de cabellos; las gitanas fondonas con los vestidos coloristas ondeando en las perchas; el añoso tunecino de las toallas descomunales y la callada masajista coreana.
Las olas gatean hasta los pies de los dos vejetes alemanes que saludan, con arrobamiento infantil, la lenta singladura del catamarán a bastante menos de una milla del arenal que va poblándose de parasoles, toallas, hinchables, bolsas de playa y gentes sin prisa que absorben el Sol rebozadas en crema protectora.
El mar acoge los cuerpos en sus tibias ondas sosegadas; los envuelve y mece entre sales, algas y tierra liviana.
En los rizos espumosos de la orilla, la pequeña nereida llena de sueños su cubo de plástico verde con dibujos de sirenas.
Para ser una playa de las nuestras, falta el indígena de las tortas de chocolate y tres o cuatro senegaleses vendiendo lo que toque, pues a esa hora es pronto para el espetero y nadie piensa todavía en las migas a la hormigonera.
Resumiendo, todo un festival gastronómico-playero… Uno, en su septentrional ingenuidad, creía que, entre arenales soleados, sólo helados, refrescos y cervezas tenían cabida en el organismo. Pero… ¡hasta una hormigonera como mamotreto culinario! Qué inventiva.
Holas… He estado entretenido atrapando nereidas en la wikipedia q no serán tan guapas como la de la foto, jejeje
Otro voto para el arte andaluz del reciclaje de hormigoneras. 🙂 🙂 🙂
Salu2.
Di que sí, Sands, que viva el reciclaje. Y las migas.
Los espetos son de toda la vida y la hormigonera es reciente, pero yo he conocido las «migas a la silla», o sea, que el que las hacía estaba sentado en una silla de anea.
Pues fíjate que nunca he tenido la oportunidad de comer espetos, pero me apunto a catarlos cuando pueda.
Podías haber aprovechado este año la Guerra del Espeto en el mismo escenario que la ya antigua Guerra de las Sombrillas.
Pues ahora toca que no deja pasar dos enlaces en el mismo comentario…
Vaya temporadas moviditas tenéis en la Costa Tropical…
(Tu comentario había quedado como «pendiente de aprobación».)
Y eso que dicen que por allá están «aplatanaos»….
También falta, el que no vende nada, pero «compra» todo lo que sus ingenuos dueños se dejan descuidadamente encima de las toallas sin que nadie lo cuide, o incluso el que se acerca y fingiendo que se le cae algo, se lleva el monedero el móvil o lo que pueda, observando con detenimiento la reacción del durmiente.
Pues sí. La fauna humana es variada en cualquier hábitat.