«A place for thoughts»: Gun Legler
A la casa del tío Inazio, el del molino de aceite, se la llama Casa O Medianero. El tío Inazio nació en Mediano, el pueblo sumergido, hace ocho décadas, pero lleva más de sesenta años en el Barrio, a donde llegó para prestar servicios de peón caminero y ayudante del molinero viejo. Cuando el tío Timoteo, el molinero viejo, falleció, el tío Inazio heredó las tareas del trujal, ejerciendo también de alguacil. Todavía se recuerdan en el Barrio los ecos de la chuflaina que precedían al vozarrón del tío Inazio anunciando los bandos de la Alcaldía o su todopoderoso corpachón en la porteta del molino, apuntando con un pizarrín los turnos para que las familias llevaran las olivas. Cuentan que se hicieron famosas, por repetitivas, las falsas correspondencias entre kilos de olivas depositadas y litros de aceite resultantes —siempre en beneficio de las familias que menos poseían—, aunque jamás los perjudicados se atrevieron a encararse con aquel gigante, del que, en hipérbole montañesa, se decía que era capaz de alzar, con la fuerza de un solo brazo, la piedra voladora del alfarje sin el menor resoplido.
El tío Inazio, pese a los años, conserva todavía su aspecto de ogro legendario de los cuentos infantiles y, al igual que en las mágicas historias, bajo ese barniz de fiereza habita un ser sencillo y tierno del que dan fe sus ojos grises, tan vivaces, que parecen haber quedado exentos del paso del tiempo.
Dejábanse vencer por las lágrimas los ojos del tío Inazio, arriba, en el tozal, mirando al Norte -siempre al Norte- desde la humilde sierra prepirenaica que parecía ponerse de puntillas para saludar a sus hermanas, las cumbres de los Pirineos.
…Y acaso el aire transportó el llanto silencioso más allá del ventisquero y se estremecíeron las desoladas piedras del pueblo sumergido.
¡Pero qué hermosa tu prosa! Tan hermosa como grande el corazón del tío Inazio.
Abrazos
La palabra solidaridad surgió de las gentes sencillas que la practicaban habitualmente porque eran conscientes de las necesidades ajenas.
Más abrazos.
Que personajes tan curiosos se pueden encontrar por el mundo y el tío Inazio no hay duda de que es uno de ellos.
El álbum del mundo tiene, afortunadamente, un muestrario de seres peculiares que dejan huella positiva.
Siempre me han impresionado esos pueblos sumergidos, esa forma tan terrible de perder las raíces bajo el agua.
No es extraño, senior citizen; son una permanente aflicción para quienes moraron en ellos y guardan un pedacito de su alma entre el fango del lecho del pantano, junto a los muros aun erguidos de algunas casas.
Bonita imagen la del tío Inazio, aunque se pueden encontrar a otros parecidos a lo largo y ancho de los pueblos inundados en toda España y especialmente en Aragón, aunque hay otro del que nunca he hablado que es Maderuelo en la provincia de Segovia, pueblo donde nació mi madre.
Y como conoces mi afición por indagar sobre lo que voy leyendo he encontrado un PDF que habla de Mediano.
Todavía hay mucha gente que no entiende por qué, desde el Sobrarbe al Somontano pasando por la Jacetania, la Ribagorza y la Galliguera se suele decir que «quien quiera un pantano que se lo ponga en la puerta de su casa.
Muchas gracias por el PDF, Jubilado; me empaparé de él.
Por estos sures, donde la lluvia algunas veces es muy escasa, es frecuente que, en los veranos de sequía, emerjan en los pantanos los restos de esos pueblos sumergidos y da impresión ver como esqueletos de la vida que fue.
Son una visión que duele.
Cuando se pasa cerca y se ve la torre de la iglesia impresiona bastante. De tu tierra el pueblo q más me impresionó fue Jánovas xq te había leído algún post y conocía parte de la historia.
Salu2.