«Butterfly Effect»: Marko Beslac
Rita Vowe quisiera desmenuzar los casi setenta y cinco años transcurridos desde aquella tarde de 1938, cuando todavía se llamaba Rita Edith Trollmann y sentía, por última vez, en la fragilidad de sus tres años, el amor inmenso de su padre, Johann, que las abrazaba a ella y a su madre, Olga Frieda Bilda, con los dolorosos papeles del divorcio depositados sobre la mesa de la cocina. Johann y Olga —gitano y gadjé[1]— se habían casado en 1935, el mismo año del nacimiento de su pequeña Rita. Por amor se unieron y apelando a ese mismo sentimiento abandonó Johann Trollmann a quienes tanto quería para alejarlas del estigma de ser la esposa y la hija de un gitano alemán en aquella República de Weimar emponzoñada por los vientos del nazismo.
Más de setenta años tardaría Rita Vowe —née Rita Edith Trollmann— en conocer la historia de sacrificio, lucha y muerte del hombre que le dio, primero, la vida, y, después, la oportunidad de sobrevivir.
En Hannover, una calle corta, cercana a una iglesia, recuerda a uno de sus vecinos, el campeón de boxeo Johann-Wilhelm Trollmann, conocido como Rukeli, nacido en Wilsche, en 1907, en el seno de una familia sinti que se trasladó a Hannover, ciudad en la que transcurrió casi toda la vida de Johann y donde empezó a despuntar como boxeador. Rukeli, pequeño y delgado, tenía un estilo peculiar en el cuadrilátero, entre acróbata y bailarín, que los nazis consideraban afeminado y opuesto a los ideales de marcialidad y hombría que se presuponían en un buen alemán.
En 1933 disputó y ganó en Berlín el campeonato de Alemania de pesos semipesados; el título le fue retirado seis días más tarde con la excusa de haber practicado un boxeo poco masculino y una actitud —había llorado de alegría ante su victoria— alejada de los cánones nazis. Emplazado a un nuevo combate con la prohibición expresa de boxear como lo hacía habitualmente, Johann se presentó en el ring con el pelo teñido de rubio y el cuerpo enharinado —en peligrosa burla contra los postulados arios— y se mantuvo quieto mientras su contrincante golpeaba su rostro. Resistió cuatro asaltos antes de caer, ensangrentado, al suelo.
Desposeído de su título e inhabilitado para boxear, sobrevivió gracias a algunas peleas en circuitos clandestinos. En 1939 fue detenido y esterilizado. En noviembre de ese mismo año hubo de enrolarse en el ejército y, un tiempo después, fue enviado al frente oriental, donde sería herido y devuelto a Alemania.
El 16 de diciembre de 1942, Himmler, en lo que se conoce como Decreto de Auschwitz, ordena la deportación de todos los gitanos que todavía no habían sido confinados en campos de concentración y Johann Trollmann es detenido por la Gestapo y llevado al campo de concentración de Neuengamme, donde trabajará hasta la extenuación, como el resto de prisioneros, en la fabricación de ladrillos y será obligado a boxear para regocijo de los guardianes, con la promesa de recibir una ración extra de alimentos. Dada su extrema debilidad, un grupo de prisioneros decidió hacerle pasar por muerto. Con una falsa identidad es transferido al campo de Wittemberge donde, unos meses después, en 1944, será reconocido y obligado a pelear contra uno de los kapos. Rukeli, debilitado pero con un último conato de dignidad, se enfrentó a su guardián, que terminó rodando por el barro del campo entre las risotadas del resto de los carceleros. El hombre públicamente humillado se hizo con un palo y la emprendió a golpes contra Johann. Hasta la muerte. Después, el olvido. Hasta que los esfuerzos de su sobrino nieto, Manuel Trollmann, por recuperar la memoria y los logros de aquel gitano asesinado a golpes, desempolvaron su historia.
En el año 2008, la publicación del libro Leg dich, Zigeuner. Die Geschichte von Johann Trollmann und Tull Harder, de Roger Repplinger, aportaría datos imprescindibles para conocer el bárbaro final de Rukeli. En la narración, el autor contrapone la biografía de Johann Trollmann, boxeador preso en un campo de concentración por su condición de gitano, con la del futbolista Otto Tull Harder, ídolo alemán afiliado a las SS que fue guardia del campo de concentración donde fue recluido Rukeli. Harder fue juzgado por crímenes contra la humanidad al finalizar la guerra europea. Condenado a quince años de prisión, de los que cumplió diez, falleció en Hamburgo en 1956. En 1974, con motivo de la Copa Mundial de Fútbol, se editó en Hamburgo un folleto en el que se ensalzaba a Harder como «modelo a imitar por la juventud«, lo que provocó un escándalo que obligó a retirar todos los ejemplares publicados.
POST SCRIPTUM
- Heinrich Trollmann, llamado Stabeli, hermano menor de Rukeli y también boxeador, fue deportado a Auschwitz, donde murió en 1943. Tenía 27 años.
- En el año 2003 la Federación Alemana de Boxeo entregó a la familia Trollmann el cinturón de campeón de los pesos medios obtenido por Rukeli en 1933 y del que se le había despojado por cuestiones raciales.
- En junio de 2010 se inauguró un monumento de homenaje a Johann Trollmann en el Viktoria park de Berlín.
- En enero de 2011, el remodelado pabellón de deportes berlinés levantado en el mismo lugar donde, en 1933, Rukeli obtuvo y fue despojado de su título de campeón, fue renombrado como Johann Trollmann Boxcamp.
NOTAS
Der zu späte Sieg (La victoria tardía) es el título de una canción contenida en el CD «Trollmann», del grupo Spätlese.
[1] Dícese, en rromanés, de la persona que no pertenece a la etnia gitana.
El relato me ha conmovido de la primera a la última línea. Aterra conocer la facilidad de los hombres para cometer toda clase de crímenes contra otros hombres.
Un abrazo.
…y aterra cómo se llegan a justificar las aberraciones cometidas.
Otro abrazo, Pili.
Una lee esto y se le cae el alma al suelo, para, a continuación, indignarse, sino contra la maldad / que mucho) si contra la idiotez humana (tan alta y escalando)que permitieron y consintieron, y permiten y consienten atrocidades así basándose en los fanatismos o en cualquier otra aberración o incapacidad espiritual que tengan.
Me voy conmovida:(
Un abrazo
Idiotez, maldad… Y una peligrosa propensión a la psicopatía colectiva.
Más abrazos, reina.
Leía ayer este triste relato y me encontré con algo que me estremeció, he vuelto a leerlo y hoy no lo encuentro, me imagino que como siempre me ocurre, me fui de un sitio a otro y me encontré con un artículo en el que leía algo parecido a esto «Los prisioneros estaban tan débiles y con tanto frío que entre ellos solamente se daban cuenta de los que morían cuando los piojos se les veía salir por las mangas de la camisa o las perneras de los pantalones cuando el corazón había dejado de latir.»
Nunca seremos capaces de recrear tanto horror.
Con historias como esta siempre me pregunto como Europa pudo sobrevivir a tanto horror, como Alemania se recuperó como nación y cuanto lastre llevan aun en su interior los alemanes actuales.
Dos guerras mundiales perdidas, las principales ciudades alemanas en ruinas, el pueblo derrotado y demonizado… Ha de reconocerse la capacidad de Alemania para renacer de su propio pasado y construir un presente dinámico y próspero. Que son un pueblo capaz y esforzado, la historia lo demuestra; que su pasado no supone un lastre sino un acicate, también. Han asumido tanto que lo importante es mirar hacia adelante que hasta se mantiene en el limbo del olvido el padecimiento extremo del pueblo llano inmediatamente después de perder la guerra.
Asombra comprobar hasta donde puede llegar el ser humano, tanto en su maldad como en su resistencia. ¡Y pensar que no aprendemos nada!
Ningún ser humano imagina su propia capacidad de resistencia hasta que no se ve en la circunstancia de enfrentarse a sus propios temores. En circunstancias extremas la persona se aferra a la supervivencia con todo su ser.
La historia de este boxeador tiene ciertos puntos de contacto con la de Miguel de Molina.
Uno fue discriminado por su sexualidad, el otro por su etnia. Afortunadamente para Miguel de Molina, pudo sobrevivir y desarrollar su trabajo artístico.
¡¡¡Madre mía!!! Me parece tan sumamente impactante la historia que me he quedado sin palabras…
Desde luego, cualquier homenaje, se queda muy corto ante la actitud de este hombre con respecto al amor a su familia, ante todo ese martirio inmerecido, aunque sea igualmente inmerecido por cualquier víctima del nazismo, pero cuando se personaliza, como en este caso, aún resulta más increible.
Sólo se me ocurre una especie de letanía: «Que no vuelva a ocurrir… Que no vuelva a ocurrir… Que no vuelva a ocurrir…
Gracias por sacar a la luz esta parte de la historia, porque hay que conocerla en toda su magnitud. ¡Es Necesario!
Abrazos
Cuando se personaliza el sufrimiento los sentimientos afloran con más fuerza; las personas dejan de ser exclusivamente víctimas para convertirse en seres humanos que un día soñaron, rieron, amaron. Seres únicos e irrepetibles cuyos padecimientos hacemos nuestros para que esa letanía sea un grito unánime contra la barbarie.
Un abrazo, querida Luz.
Se pone el vello de punta cuando se leen estas tragedias q estuvieron ocultas tantos años.
Salu2.
Son tragedias más que ocultas, ocultadas.
The german official association Rukeli Trollmann e.V. thanks you for this article and for your effort! Thank you very much.
The official association Rukeli Trollmann e.V. was founded by descendants of Johann Trollmann. For german readers: Here you can find more about Johann Trollmann: http://www.rukeli-trollmann.de
Thank you and keep up the good work!
Vielen Dank an Sie.
Mit freundlichen Grüßen.