«Confinement»: Rae Ann McCurry
«Los gitanos son la imagen viva de una raza entera de delincuentes que reproducen todas las pasiones y vicios«.- Cesare Lombroso, gurú resucitado de etnófobos y asimilados.
El pasado viernes, miembros de la Policía Autónoma Vasca procedían a la retirada de las pancartas vejatorias instaladas desde hace meses en las inmediaciones de la vivienda del barrio de La Arboleda, en el municipio vizcaíno de Trapagaran, donde reside un joven matrimonio gitano con sus cinco hijos -el mayor de 9 años-.
“El pueblo no os quiere”
“Sí, sí, sí, que venga Sarkozy”
“La Arboleda en peligro«
La polémica se inició en la población minera hace casi dos años, cuando el vecindario tuvo conocimiento de la inminente llegada al barrio de una familia gitana procedente de Sestao a la que, inmediatamente, se calificó como conflictiva. A las manifestaciones de protesta de los residentes se unieron las amenazas de algunos padres de sacar a sus hijos del Colegio Público en el caso de ser escolarizados en el mismo los menores gitanos y las de algunos comerciantes que aseguraron se acogerían al derecho de admisión para no atender a los nuevos pobladores.
Pronto aparecieron pintadas y carteles en contra del realojo y la tensión subió muchos grados cuando la familia accedió a La Arboleda protegida por la ertzaintza y hubo de procederse al derribo de un muro de ladrillos que algunos vecinos habían levantado en la puerta de la vivienda.
A la denuncia presentada, en nombre de la familia gitana, por amenazas, insultos y coacciones, se sumó otra por agresión contra una trabajadora social del Ayuntamiento de Sestao, a quien un vecino de Trapagaran, que posteriormente dijo estar arrepentido, agarró fuertemente del pelo.
Los vecinos de La Arboleda, que insisten en acusar al padre de la familia gitana de toda clase de delitos -«Tiene cien denuncias acumuladas«, aseguran unos; «Está en busca y captura«, afirman otros-, ya fueron cumplidamente respondidos en abril de 2009 por el Viceconsejero vasco de la Vivienda, Javier Burón: «Actualmente no tiene ninguna causa penal pendiente y su actitud es digna de elogio por no responder a las provocaciones de los residentes. […] Nunca ha sido objeto de denuncia ni por amenazas ni por agresiones, algo que, me consta, sí tienen algunos vecinos de La Arboleda».
El despacho de abogados que tiene a su cargo la defensa de la familia gitana realojada confirmaría posteriormente que el único delito imputable a Manuel, el padre, es el de hurto de chatarra, por el que fue condenado a pagar 480 euros -a razón de cuatro euros al día- en 2007.
Jodo con la moralina de los de la Arboleda… Uno que roba chatarra y ha pagado su delito es un INDIVIDUO CONFLICTIVO y al hatajo de vecinos que tirotea ventanas y tapia la entrada a una vivienda particular, ¿cómo los llamamos? ¿PACÍFICOS Y HONRADOS VECINOS?
¡Cuánta majadería!
Más les valdría a estos que tanto se preocupan por la honradez de los demás estar más al loro de lo que pasa en su pueblo, que he leído que se queman muchos contenedores, ¿o tambén lo de los contenedores lo meten en la cuenta de los “malvados” gitanos?
…acabaremos exponiendo en el tablón de anuncios de la Asociación Vecinal de turno el certificado de penales. Quienes seamos gitanos, evidentemente. O magrebíes, latinoamericanos, rumanos, búlgaros…
¡Qué energúmenos! Es que no se me ocurre (bueno sí, pero es irreproducible) otra cosa ante semejante actitud…
Si tuvieran que desalojar a los conflictivos, el pueblo se quedaría vacío.
Un abrazo
Desgraciadamente, Luz, estas actitudes de los buenos vecinos vienen dándose con harta frecuencia en muchas comunidades: y, curiosamente, quienes más alzan la voz son los menos indicados para juzgar la conflictividad ajena.
Más abrazos.
De dónde se ha escapado el Lombroso ese? Qué horror.
Por otro lado, no me extraña nada de esto que expones, de lo que sabía por las noticias de hace un tiempo, si a veces, los andaluces, somos objeto de máxima desconfianza por estas tierras de españa. Nada más que te vean morenito y te escuchen el acento…
Tengo una cuñada que es sevillano-tinerfeña, muy morena y de pelo muy rizado, que entró a un super en Barcelona a comprar agua y fue perseguida por un empleado hasta que abonó las dos botellas.
En fin, que hay mucho racismo en este país, aunque se vaya enarbolando la bandera de la tolerancia.
Abrazos
Mucho. Muchísimo racismo, Trini. Pero, sobre todo, racismo selectivo, vulgo clasismo.
Otro abrazo.
P.S.- Lombroso fue un criminólogo de finales del XIX y principios del XX que, entre muchas teorías, defendía la existencia de la criminalidad genética. La de arbitrariedades que se han cometido en nombre de esta última.
Cuidado con lo de racismo, porque en algunas ocasiones lo confundimos con la incomodidad que supone que, cierta etnia, esté cerca de nuestras casas, aunque muchas veces, nuestra oposición sea debida más a la fama que a la realidad.
Voy a contar una situación que yo misma conocí hace ya de esto unos cuantos, bastantes, años.
En una barriada de obreros, casas unifamiliares, humildes dónde, desde que se hicieron las viviendas subvencionadas por el Gobierno Civil allá por los años 40, vivían familias gitanas que se dedicaban a la chatarra, a la venta ambulante, etc., la mezcla de éstos con los payos nunca, repito NUNCA, generó problemas de vecindad.
Pero llegó la época en que, algunas viviendas, gracias al progreso de sus moradores payos, fueron cecidas al ayuntamiento para ponerlas en régimen de alquiler. En algunas de ellas alojaron a familias gitanas.
El barrio, tranquilo durante décadas, comenzó a desasosegarse. Una noche habían entrado en una vivienda, al otro habían forzado la puerta de otra, y así día sí y día no,(hay que tener en cuenta, que aunque grande, era, entonces, un barrio en el que todo el mundo se conocía por el nombre). Atención: Hubo manifestaciones para que las familias gitanas realojadas fueran echadas. Los primeros que pedían el desalojo fueron aquellos gitanos que vivían desde siempre en el barrio y que jamás habían tenido problemas de convivencia con sus vecinos payos, ¿por qué? porque no deseaban verse salpicados y señalados simplemente por ser gitanos. La situación llegó a tal extremo, que un día hubo un ajuste de cuentas, en plena calle, entre las mismas familias realojadas, navaja en mano, digo yo que por repartise la zona (es una suposición mía) llegando a acudir hasta dos furgones de la Nacional para poner paz en el parque.
El final de la historia, fue que el barrio entero venció y las familias conflictivas fueron sacadas y sustituídas por otras y nunca más se ha vuelto a oir nada (de esto hace ya la friolera de unos 15 años).
Con esta historia, real como la vida misma, quiero decir, que cuando los gitanos se encuentran cómodos insertados con los payos y a la inversa, no suele haber problemas de convivencia.
Saludos
Veamos, Esperanza: Lo que se relata en el post surge como consecuencia del racismo. Del racismo contra los gitanos. De la etnofobia. Del antigitanismo imperante. Porque no hay que buscar muchas interpretaciones a una pancarta que reza: “Sí, sí, sí, que venga Sarkozy”.
No dudo que haya cientos de historias de familias gitanas conflictivas, maleantes, abusonas, jetas, asociales… Y miles más de familias no gitanas con idéntico modus vivendi. Salvo que las acciones de estas últimas no repercuten, cual pecado original, en el resto de las familias con idéntico origen étnico.
Las acciones de un individuo o de un grupo son responsabilidad de ese individuo o de ese grupo, no de toda persona que comparte unos rasgos identitarios y/o raciales.
Y en el caso que nos ocupa la única realidad analizable es el acoso, las vejaciones y los insultos recibidos por dos adultos y cinco menores exclusivamente por ser gitanos. Y, para qué voy a disimular, Esperanza, a mí esa situación me escandaliza, me indigna y me hiere.
Saludos cordiales.
Mirada, para nada dudo que el caso que relatas sea consecuencia del racismo, yo únicamente quería explicar que, como digo al final, cuando los gitanos se integran en nuestra sociedad es fácil la conviencia con ellos y por eso, muchas veces, hay personas que como, tal vez, no han vivido esa experiencia de buena convivencia, miden por el mismo rasero a todos los integrantes de esa etnia lo que me parece, a todas luces, un gran error.
Por eso, explicaba yo, que hay familias gitanas con las que NUNCA hubo problemas y otras, de la misma etnia, que nada más que aparecieron la convivencia se deterioró. Por eso, los no problematícos, ellos mismos, rechazaban a los problemáticos. Nadie quiere, ni payos ni gitanos, tener junto a su casa a aquél que te genera conflictos sociales, inseguridad e impide la buena vecindad.
Y que no te quepa duda que lo que relatas me parece bochornoso, por eso quise poner mi relato.
Espero haberme explicado adecuadamente. Saludos cordiales