«Hope»: Tatiana Kuznetsova
Cuando en 1920 August Krogh recibió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por establecer los mecanismos que regulan los intercambios gaseosos en la respiración y por sus descubrimientos sobre la fisiología de los vasos capilares, muy pocos sabían que aquel enjuto y atildado doctor danés pertenecía a la etnia gitana.
Schack August Krogh Steenberg nació en la península de Jutlandia, el 15 de noviembre de 1874, en el seno de una familia romaní de clase media; hijo de Viggo Krogh, que empezó como constructor naval y terminó dedicándose a la fabricación de cerveza, y Marie Drechmann.
Apasionado por las Ciencias Naturales, empezó estudios de Medicina que trocaría por los de Zoología, participando, en 1902, en una expedición a Groenlandia que tenía como objeto el estudio de los animales árticos.
Nombrado Doctor Honoris Causa por las Universidades de Edimburgo, Budapest, Lund, Harvard, Göttingen, Oslo y Oxford, recibió, además del Nobel, multitud de distinciones y galardones por su incansable y apreciable actividad científica.
En 1905 contrajo matrimonio con la estudiante de Medicina Marie Jörgensen (fallecida en 1943), que sería, también, su ayudante, y con la que tuvo un hijo y tres hijas -el varón y la más pequeña de las hijas se convertirían, con los años, en aventajados alumnos de sus progenitores en los campos de la Anatomía y la Zoofisiología-.
La diabetes que padecía Marie Krogh (née Jörgensen) llevó a la pareja de científicos a interesarse por las investigaciones que se estaban llevando a cabo en ese campo. De regreso de un viaje de trabajo por EEUU y Canadá, Krogh utilizó su influencia y conocimientos para promover en Dinamarca un laboratorio donde expertos investigadores pudieran desarrollar el proceso industrial para la fabricación de insulina a partir de páncreas bovinos y porcinos, proyecto que daría lugar, años después, a la creación de un instituto farmacéutico que en la actualidad cuenta con sedes en la mayoría de los países.
Como reconocimiento y respeto por el Nobel danés que impulsó los estudios sobre la diabetes, la Academia de Dinamarca concede anualmente el premio August and Marie Krogh Medal a proyectos y actividades de desarrollo, innovación e investigación sobre la salud.
August Krogh falleció en Copenhague el 13 de septiembre de 1949.
La medalla, de oro macizo, recibida por Krogh como Premio Nobel fue donada por el científico para contribuir a la causa finlandesa en la guerra que enfrentó, entre 1939 y 1940, a Finlandia con la Unión Soviética. A instancias suyas, su hija Bodil se encargó de mandar hacer una réplica en plata, que es la que todavía conserva la familia.
Para mi esra totalmente desconocido el hecho de que fuese romaní. Suele sucederme que me quedo con las obras, sin preocuparme más de lo estrictamente necesario en la nacionalidad o la condición religioso-politica o de razas de la persona a la que admiro y, si me apuras, hasta de las que nunca serán santos de mi devoción.
Me alegra de que me hayas contado sobre
August Krogh. Mi madre, que es diabética desde hace mucho, le estará altamente agradecida.
Abrazos
…y yo me libraré mucho de anteponer la condición étnica a cualquier otra consideración, Trini. Pero esta sección de la bitácora, Varekai, donde he incluído la historia de Krogh, tiene como referente al Pueblo Gitano, desde una óptica ajena a los tópicos habituales, algunos tan dañinos.
Como en tu caso, me interesan, sobre todo, los seres humanos. Sin adjetivos.
Otro abrazo.
También ignoraba que este premio nobel era de etnia gitana, y aunque esto no importe en cuanto a su valor humano y científico, creo que en este caso y por lo que comentas sobre los tópicos, sí es algo significativo.
Besos
Has resumido estupendamente la filosofía de este pequeño habitáculo existencialista, Luz.
Besos recíprocos.
Listos, tontos, vagos, currantes, maleantes y honrados hay en todas las razas y colores. Y desde luego, como bien dices, lo de menos es que este Premio Nobel fuera gitano.
Independientemente de eso, nunca he entendido como, aún, la investigación no ha conseguido algo más avanzado para el tratamiento de los diabéticos que el pasarse el día entero pinchándose. ¿Tal vez es tan buen negocio, para los laboratorios farmaceúticos, la venta de insulina que no les interesa buscar una solución menos agresiva para el paciente?
Un abrazo.
…si nos atenemos a lo sucedido con la marabunta megagripal de meses pasados -compadreo/dejadez de la OMS incluídos-, no hay más remedio que reconocer la falta de escrúpulos y la manifiesta amoralidad de determinados laboratorios. No me atrevería a afirmar que los dedicados al estudio de la diabetes sigan esa onda, porque por muchas connivencias y negocios que se perpetran en la industria farmacéutica mundial, siempre hay científicos, grupos y laboratorios para quienes la salud y la buena praxis están por encima de cualquier otra meta.
Otro abrazo.