«Once a Catholic»: Dominic Rouse
A Dolores Labián, septuagenaria y, durante más de cincuenta años, empleada a tiempo completo de las sorores del Convento de Santa Clara, en Huesca, le ha dado la razón el juez en la demanda civil interpuesta contra ella y su marido por el Obispado oscense, en representación de la Comunidad de Franciscanas Clarisas. Dicha demanda no tenía otra finalidad que la de desahuciar a la pareja de ancianos de la casa anexa al cenobio.
Doña Dolores, que entró a trabajar en el convento de monjas de clausura en 1956 y que carece de pensión por no haber cotizado a la Seguridad Social, suscribió con las religiosas de entonces -la mayoría ya fallecidas o muy ancianas- un acuerdo verbal en virtud del cual las Hermanas de Santa Clara cedían al matrimonio -permanentemente y como pago por sus servicios- el uso y disfrute de la vivienda conventual. Dicho acuerdo se mantuvo vigente hasta 2007, cuando un nuevo grupo de Clarisas, llegadas de Barcelona, se hizo cargo de la administración del convento, relevó a los esposos de sus quehaceres y les instó a desalojar la vivienda que ocupaban. La negativa de la pareja a abandonar el que durante cincuenta y un años había sido su hogar tuvo como cristianísima respuesta la presentación de una demanda de desahucio en enero de 2008.
El titular del Juzgado número 1 de Huesca, en el auto de desestimación fallado en el presente mes, considera que la ocupación de la casa ha de entenderse, en contra de lo alegado por la parte demandante, como «una justa compensación o retribución en especie por los trabajos o funciones de portería«, facultando por ello, mediante sentencia firme, a Dolores Labián y a su marido para residir en dicho domicilio con carácter vitalicio. Asimismo, y como procede en estos casos, las Hermanas Clarisas o, en su defecto, el Obispado, deberán hacerse cargo de las costas procesales.
Me parece de LEY, hablando de justicia, que se obligue a respetar un contrato no sólo verbal sino también moral y humanitario.
Lo que ya me espanta, es que por parte de la iglesia, portadora de todas las virtudes, teologales, cardinales y poseedora de «atributos divinos en grado superlativo», se intente romper con todo (¡vil metal!) y dejar a una pareja de ancianos, sin ningún otro medio, en la mismísima calle.
«De la injusticia me libre la Ley, que de la iglesia me libra ella misma»
Saludos nocturnos
Luz, la iglesia, palabra genérica, tendrá las virtudes que dices, pero la iglesía la forman las personas y las personas son pecadoras y las personas comenten injusticias, y las personas no son perfectas y el dinero hace estragos. Yo siempre he dicho y lo diré aunque parezca que no viene a cuento y es que : todo se compra y se vende hasta el cariño verdadero.
Por supuesto, Esperanza. Siempre que me refiero a la iglesia o a las iglesias, me refiero a las instituciones y a lo que representan, que para nada parece que sea, a los hechos me remito, aquello que Jesucristo defendía.
Quiero suponer, por lo tanto, que las monjas del convento, no siendo propietarias directas (y aunque lo fueran) de la casa, no actuaban por cuenta propia, porque si así fuera, aún me parecería más grave.
No obstante, sigo pensando que es una injusticia y una inmoralidad, y en este caso, los tribunales han actuado en consecuencia, cosa que no siempre ocurre, por desgracia.
La Iglesia, como institución, ha demostrado que sus intereses no se hallan en ese plano místico donde supuestamente mora el avispado palomo sabihondo que unas veces ejerce de Padre y otras de Hijo, sino en la poco etérea y mundana realidad. Suele pasar que, cuando se tiene como espejo de las propias acciones una entelequia destructiva -léase el Antiguo Testamento- no se puede aspirar sino a ser un sátrapa terrenal; ello no es contradictorio con la existencia de personas católicas que, a título individual o grupal, poseen la capacidad para actuar con empatía y bonhomía, que no es el caso en el asunto que nos ocupa.
Resumiendo, que las dos lleváis razón.
Saludos cordiales, Luz y Esperanza.
Pues que se den con un canto en los dientes y que acaten la ordén del juez, no vaya a ser que la seguridad social le exija una buena pasta por haber tenido trabajando sin dar de alta en 51 años a Dolores.
Si es que en tiempos de crisis los bolsillos no entienden de religiones y lo que es peor aún, ni de caridad.
Abrazos
No van a tener más remedio que acatar la sentencia y sin recurso que valga. Y no será porque, trapaceras ellas, no hayan intentado, triquiñuela tras triquiñuela, salirse con la suya. Tal vez pensaron que deshacerse del matrimonio por la vía judicial iba a ser pan comido y…
Saludos afectuosos, Trini.
Joer, ¿esto es caridad cristiana?
Empezando porque todavía parece más vil y rastrero el comportamiento de quienes predican la «caridad cristiana» el querer dejar en la calle a dos ancianos, añadiré que me da igual si fue idea inicial de las monjas, del obispado o del santo padre: todos en la misma cazuela y a fuego lento… porque quien inició, mandó… y los demás callaron consintiendo.
Las mismas Clarisas pero en zona distinta (la mía) hace unos años intentaron cobrar «entrada» en lo que es el Monasterio de todos los alicantinos, alegando que tenían problemas económicos (viven en convento aledaño al Monasterio). Y yo, en mi ateísmo producto de años de escuela católica me digo: pues que se dejen de tanta clausura y que salgan a la calle a ganarse «el pan con el sudor de la frente» como mandó Dios Nuestro Señor!.
Y me callo, que empiezo a derrapar.
jajajajaja pero que buenos cristianossssssssssss! si esos son los allegados a Dios me voy mejor con los del infierno, ahí si sabe uno a que atenerse, pero bueno de repente la justicia obra en pro de aquellos que tienen la razón y de manera justa, bien por el juez!