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Posts Tagged ‘Hungría’

PuentedeLasCadenas

«Puente de las Cadenas (Budapest)»: Archivo personal


«Budapest es la más hermosa ciudad del Danubio; una sabia autopuesta en escena, como en Viena, pero con una robusta sustancia y una vitalidad desconocidas en la rival austriaca. Si la Viena moderna imita el París del barón Haussman, con sus grandes bulevares, Budapest imita a su vez este urbanismo vienés de acarreo, es la mímesis de una mímesis; es posible también que gracias a esto se asemeje a la poesía en su acepción platónica y su paisaje sugiera, más que el arte, el sentido del arte».- Claudio Magris, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2004, autor de El Danubio


A escasas horas de abandonar Budapest, regresan al Bastión de los Pescadores, en Buda, para admirar y absorber desde las alturas la ciudad y el río una última vez. La neblina matinal apenas les deja atisbar los contornos borrosos de la ciudad [FOTO] que las retinas mantienen nítidos, fijados a perpetuidad tras el callejeo incesante y puntilloso por rúas y avenidas que siempre terminaban, sin que el azar interviniera, a orillas del Danubio. El río. El amado. Aquel al que suelen retornar reviviendo, desordenados, los tramos magníficamente descritos por Magris. Conocieron el río en la rumana Galați, aprendieron a amarlo siguiendo su curso por el delta hasta la desembocadura en el mar Negro y rindiéronse a él en su nacedero de la Selva Negra. Desde el bastión aquincense lo perciben, huelen su fango y recrean en sus recuerdos la travesía de una hora, cuatro días atrás, sobre sus aguas enturbiadas, con el atardecer de Budapest iluminado y las miradas yendo de los puentes [FOTO] a las colinas y de las brillantes ondulaciones del río al majestuoso edificio del Parlamento [FOTO], el segundo mas grande del mundo detrás del mandado construir por el megalómano Ceaușescu en Bucarest.



Horas después del minicrucero, devendría la angustia  —como ya les sucedió, rememoraban Marís y Yoly,  en la visita realizada en noviembre—,  cuando, al día siguiente, bien guardadas en el hotel las chapas con la bandera palestina, se acercaron a la Gran Sinagoga y visitaron el antiguo gueto judío de edificios abandonados [FOTO] para encaminarse, otra vez, al río, a la orilla donde sesenta pares de zapatos forjados en hierro [FOTO] recuerdan una de las innumerables atrocidades nazis perpetradas contra judíos y romaníes: los despiadados verdugos obligaban a sus víctimas a descalzarse, las ataban por parejas, disparaban a una de las personas emparejadas y ambas eran arrojadas al Danubio, convertido en fosa receptora del horror.
Luego, sin apartarse de la ribera danubiana y con idéntica aprensión y doliente desgarro, caminaron unos metros más para depositar un ramo de flores en el Memorial [FOTO] dedicado a los romaníes húngaros asesinados por los nazis y sus colaboradores magiares; esos romaníes masacrados a los que la historia oficial reconoció tardíamente y con desgana y cuyas hermanas y hermanos de etnia continúan siendo señalados en bloque, aun en el siglo XXI, con los estereotipos que conducen a la etnofobia.

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En Hungría  -país que asumió, en enero de este año, la presidencia del Consejo Europeo- el partido ultraderechista Jobbik, bendecido, merced a los votos ciudadanos, con 47 escaños en el Parlamento magiar, no sólo continúa con alevosa impunidad su campaña de terror contra la minoría romaní sino que no duda en ratificar públicamente sus fuentes ideológicas. El pasado 20 de abril, el canal televisivo CN1 de los filonazis húngaros emitió a través de internet un vídeo de corta duración que  conmemoraba el 122º aniversario del nacimiento del siniestro Adolf Hitler y donde se honraba al impulsor del Partido Nazi alemán como “gran estadista que logró alcanzar un gran desarrollo económico y moral de Alemania” y acabó siendo “víctima de una caza de brujas organizada por anglosajones y bolcheviques”.

Gábor Vona, líder del partido Jobbik e  inspirador del  “Boldog születésnapot, mein Führer![1]”, ya demostró suficientemente su ruindad cuando, en la primavera de 2010, juró su cargo de diputado electo vestido con el uniforme de la organización paramilitar Magyar Gárda, heredera de los facinerosos que durante la II Guerra Mundial colaboraron con la Alemania nazi en la detención y asesinato de miles de judíos y gitanos de nacionalidad húngara.

Cuentan los ancianos patriarcas que, un día, las carretas trashumantes dejaron de rodar por los viejos caminos europeos y enmudecieron las voces que seguían el compás chirriante de los ejes mientras saltaban las ruedas, en repetitivo juego, sobre las piedras talladas a golpes de huída.
Recitan los arrugados sabios nombres impronunciables, retales desiguales de vidas sajadas, recuerdos aprendidos de otras voces que, a su vez, escucharon la desdichada retahíla cuando la memoria todavía no se había distanciado del pasado.
Una vez que el silencio recoge el testigo y entrecierran los ojos los patriarcas, el auditorio, como un único ser humano, se yergue y, una a una, resuenan -en una cascada de dejes plurilingües- las filiaciones de los hombres, mujeres, niñas y niños de etnia romá víctimas del genocidio nazi, con una leve pausa entre uno y otro nombre, en mudo homenaje a aquellos que, amén de la vida, fueron desposeídos también de su identidad.




Dicebamus hesterna die…


NOTA
[1¡Feliz cumpleaños, mi Fuhrer!»

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De vez en cuando diez u once muchachos de la Magyar Gárda se instalan en las dos entradas de la calle.  Cuchichean entre ellos. Nos miran. Se ríen. A veces, escupen. Nos señalan. Levantan el brazo derecho. Se ponen firmes. La gente no dice nada; vamos y venimos por una acera o la otra, pero no intentamos salir de los límites de nuestra calle hasta que los cancerberos que vigilan nuestros pasos se marchan. Magda K., activista gitana.

Krisztina Morvai, abogada húngara que formó parte del Comité Europeo de Derechos Humanos, es la candidata del partido nacional-exclusivista-racista Jobbik Magyarországért Mozgalom, –Movimiento por una Hungría Mejor-,  que aspira a un escaño en Estrasburgo en las próximas elecciones europeas. La experta en Derechos Humanos sustenta su campaña, irónicamente, en despojar de los derechos fundamentales a los más de 700.000 seres humanos de etnia gitana que residen en Hungría. Su estrategia es tan sencilla como efectiva: Convertir a los componentes de ese siete por ciento de población húngara en principales responsables de la feroz crisis económica que afecta al país, amén de atribuirles la autoría del noventa y cinco por ciento de los delitos que se cometen dentro de las fronteras húngaras.

La Sra. Morvai, que no reconoce los principios excluyentes y racistas de su partido ni la existencia, dentro de él, del grupo paramilitar Magyar Gárda, ha amenazado con llevar ante los tribunales a quienes insisten en identificar la simbología, parafernalia y filosofía de su partido con el antiguo Partido de la Cruz Flechada, brazo ejecutor del Partido Nazi en Hungría durante la II Guerra Mundial.

Los últimos sondeos electorales auguran al Jobbikpartido al que estaba vinculado uno de los cabecillas del intento de asesinato de Evo Morales– entre el cinco y el seis por ciento de los votos, con grandes posibilidades de lograr un escaño en el Parlamento Europeo.

[…]

Permitidme, hermanos arrebatados de la vida, //que bese el barro donde duermen las huellas //de los pasos que os llevaron a la muerte.Étienne Navarlaz, activista y escritor en lengua romaní.

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fragile

«Fragile»: Michael P. Ammel


«En algunos Estados miembros parece que los romaníes se han convertido en el blanco de la violencia racista organizada, alimentada por un populismo político, una retórica del odio y la moda mediática. En algunos casos, los romaníes están siendo convertidos en chivos expiatorios de problemas sociales mayores«.
Vladimir Spidla, comisario de Asuntos Sociales de la UE-


Los asesinos llegaron por la noche a la aldea y se agazaparon tras los montículos de basura y trastos viejos cercanos a la casa de la familia Csorba.

Las modestas gentes del asentamiento de Tatárszentgyörgy dormían -cansancio y sueño tal vez ornamentados por alguna esperanza onírica de un amanecer distinto- acunadas por el familiar sonido de los perros famélicos arañando el barro de las calles en busca de un improvisado manjar.

Los asesinos, resueltos y sincronizados, irguieron sus cuerpos y lanzaron las bombas incendiarias sobre la frágil techumbre de la casa. Un resplandor se abrió paso entre las sombras e iluminó la pobreza del entorno.


Voces. Gritos. Seres sobresaltados que, apenas conscientes de lo sobrevenido, huyen, brutalmente sorprendidos, del interior de la casa en llamas.


Y ellos, los asesinos, con el cañón de las armas apuntando a la entrada de la vivienda, dispararon con júbilo su odio criminal para, a continuación, y en medio de la histeria y el dolor, desaparecer en la oscuridad no invadida por las llamaradas.


El domingo 22 de febrero, en la localidad de Tatárszentgyörgy (Hungría), fueron abatidos a balazos, mientras huían del incendio provocado del que era pasto su morada, Robert Csorba, gitano de 27 años, y su hijo de tan apenas 5 años. Sus muertes se unen a las de otros miembros de la comunidad romaní húngara asesinados en la permanente escalada de violencia racista auspiciada por la organización filonazi Magyar Gárda, refundada en 2007 y teóricamente prohibida por el Tribunal de Budapest en diciembre de 2008.


NOTA

Chavó tar li zené ka na dikhémbe= En romaní, Hijo del Pueblo Invisible.

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