«De colores…»: Archivo personal
Pese a estar alojadas en el hotel, Agnès Hummel y la señorita Valvanera son las últimas en llegar al restaurante del Yoldi, donde el resto llevan aguardándolas cerca de veinticinco minutos. “Venga, señoras, que ya empezaban a cubrirnos las telarañas del rato que llevamos aquí”, bromea Emil. Hay unanimidad en la elección del menú: Crema de calabaza y hongos [FOTO], rape al horno con almejas y salsa de cigalas [FOTO] y goxua [FOTO]. Van dando cuenta de la comida sin prisas, conversando entre bocado y bocado, en banda sonora de palabras que se entremezclan con los murmullos de los comensales de las otras mesas y el ir y venir de los camareros, tan solícitos como discretos, tomando nota del número de cafés, cortados, infusiones y copas de la sobremesa. En la cabecera, carraspea Yolanda. “A ver, estimadas y estimados… Os agradezco mucho que os hayáis desplazado a Pamplona para compartir esta comida y, bueno, el regalo que me habéis hecho del fin de semana en el spa de Murillo de Gállego es un lujo. Me dan ganas de seguir cumpliendo sesenta los siguientes años que vengan. Aunque lo ideal seria descumplirlos e ir rejuveneciendo, ¿no? Y a ti, Mam’zelle, mi querida maestra, no sabes lo orgullosa que me siento al llegar a esta edad a tu lado…” “Bueno, bueno, bueno, querida Yoli”, la interrumpe mam’zelle Valvanera. “Espera un momento, que me había guardado para el final un regalito especial… Una tontería que te va a hacer ilusión…”. Y le entrega un paquete que Yolanda abre sin ocultar la impaciencia. Dentro de una colorida bolsa, una sudadera añil decorada con un inmenso corderito lanudo en relieve, con una cinta naranja al cuello de la que cuelga un cascabel plateado. “Pero esto….”, balbuce Yolanda. “Madre mía, Mam’zelle…. El borreguito… La sudadera que vimos ayer en ese escaparate, cuando le comenté a Agnès que los corderos eran mi fetiche desde que pasó aquello… No, si al final acabaré llorando… ¡Gracias!”. Abraza a la vieja maestra y se dirige a los demás: “Cuando era una pequeñaja de cuatro años, allá por el Pleistoceno, en un viaje a Huesca que hicimos toda la escuela para que nos inyectaran no recuerdo qué vacuna, me escapé de Mam’zelle y la tuve en un brete durante horas. Pusieron la ciudad patas arriba, buscándome. Llevaba yo un chaquetón con la figura de un borreguito bordada en un bolsillo y…”
Revolotean en la tarde navarra emociones y estampas añejas en tanto va componiendo el cielo tonalidades plomizas que no devienen en lluvia.
De colores se visten los campos en la primavera
De colores
Son los pajaritos que vienen de fuera…
Me pregunto, ¿porqué, en demasiados sitios, la comida se encuentra en el minúsculo centro de un enorme plato?
El postre es otra cosa, con su capa de nata montada, otra de bizcocho “emborrachado” y otra más de crema pastelera, tiene que estar delicioso.
Y por último eso de descumplir lo llevo haciendo hace muchos años, ahora debo de andar por los 60, no encuentro el post-it donde lo anoto, se lo ha debido de llevar el ventarrón que hace en Zaragoza.
Tampoco te creas que con esas raciones se queda uno con hambre, que el postre es contundente y la salsa del rape anima a mojar pan.
Mi madre lo de descumplir años lo lleva a rajatabla, con decirte que le paso en edad y todo, jeje.
¡Madre, mía! Qué rico todo. Espera un poco, que voy a comer allí 🤣🤣🤣.
A disfrutar de la semana.
A comer no sé si llegas, pero, oye, igual a la cena…
Que pases buenos días.
Salud.
Me apunto al rape y al postre, pero las cremas no me van y soy de poco comer. Dame la dirección, que se llegar sola como Yoli.
Oído cocina. Ve mirando el menú, por si te apetecen otras cosetas, y nos reservas una mesa para los y las comentaristas, que ya llegaremos: https://restauranteyoldi.es/
Me he acercado a esperaros, pero no me dejan aparcar delante. Por cierto, prefiero carne que mariscos.
Vete al parking de la plaza del Castillo, que no está lejos, y, a la vuelta, te pides unas tapas mientras vamos llegando.
Pues yo, al contrario que unjubilado, prefiero los mariscos y el pescado a la carne, por lo que ya le he echado el ojo a unos cuantos platos de la carta. Por cierto, que el nombre del restaurante me suena.
Sí, también en mi caso me decanto por el pescado.
A Jesús Yoldi no lo conocía. Qué tristísimo final el suyo, como el de tantos intelectuales que pagaron con la vida el pensamiento libre. Como me llamaba la atención su apellido, creyendo que el hombre era andaluz, he leído su biografía y he visto que nació en un pueblo navarro, así que la coincidencia con el nombre del hotel no es sorprendente.
Nos asesinaron tres alcaldes en unos días. No les bastó con el que estaba en ese momento, Fernández Montesinos, el cuñado de Lorca, sino que también cayeron los dos anteriores: Luis Fajardo y Yoldi. Junto con el rector de la Universidad, el presidente de la Diputación, el director del periódico puntero… Todas las fuerzas vivas de la ciudad desaparecieron juntas. Valdés hizo bien su trabajo…
Granada y Huesca tienen, por desgracia, eso en común. Munícipes e intelectuales fueron los primeros en ser asesinados, junto con sindicalistas, militantes y cualquiera que se hubiera significado por la República. Fueron días de vendetta en ciudades que fueron una trampa para las personas desafectas al golpe, a las que, con cruel ironía, se acusó de «auxilio a la rebelión» (sic)
Ese menú me ha provocado, rape al horno con almejas y salsa de cigalas, el postre te lo regalo…
No te preocupes, que ya me endulzaré con el postre.
Vale, así se hace… Feliz lunes
❤️
¡¡Gracias, Christine!!
Me gusto mucho el relato. Hay comidas y pequeñas cosas que nos alegran el alma. Te mando un beso.
Llevas razón. Esos momentos pequeños se hacen grandes por su significado.
Salud.
Que bien nos hacen estos encuentros donde aparte de la buena mesa, sobre todo afloran recuerdos. Lindo ese regalo del borreguito.
Seguro que sale 🛵 un poquino 😉
Buena semana.
Un abrazo.
Lo cierto es que se disfrutan mucho, lo mismo que, en tu caso, con esas quedadas moteras en las que las vespas, no solo hacen el camino, sino que unen a sus participantes.
Salud.
Ohh qué bonita estampa.
Muchas felicidades a Yolanda, y que siga «descumpliendo» años rodeada de tanto cariño!
Me encanta eso de descumplir, jaja.
Y me encanta el regalo del borreguito, tener amigas así es poseer un gran tesoro. ¡Cómo para no llevarte a partes importantes de tu vida y recrearte en ellas con felicidad!
Gracias por compartirnos esto, Una mirada, induces a tus seguidores a disfrutar mucho de todo cuanto nos rodea, que no es poco y además bueno 🙂
Un abrazote.
Pues sí, la amistad es un tesoro que reluce siempre pero su brillo se aviva en esos momentos buscados donde los afectos están en las palabras, los detalles y en esa puesta en común de vivencias y recuerdos.
Más abrazos para ti.
¡Cuánta comida!
Y eso que a mí ya me has comprado con los colores azulgrana de la foto
Abrazos, hasta la próxima!
Ya sabes que en toda reunión que se precie, la comida es una parte importante.
Ah, ¡y aúpa el San Lorenzo!
Cordialidades.
Qué agradable reunión y qué apetecibles viandas!
Y qué bien se refuerzan los lazos afectivos con una buena comida, jeje.
Cordialidades.
Una reunión que muestra amistad, cariño y respeto a raudales, emociones contadas por ti, con esas palabras que nos hacen partícipes casi, casi, como si estuviéramos sentados a la mesa. Doy gracias por leer tu post a la hora del café de media tarde, que si llego a leerlo hace tres horas, mucho me temo que hubiera lamido la pantalla con la foto del rape al horno con almejas y salsa de cigalas. Tomo nota del restaurante, para una próxima visita a la tierra de mi madre. Un abrazo.
Es en ese restaurante pero podría ser en cualquier otro de la misma ciudad con opciones de menú que satisfacen todos los paladares y con precios en consonancia con lo que ofrecen. Ya sabes, además, que las reuniones alrededor de una mesa son mucho más intensas porque cada cual pone lo mejor de sí mismo.
Otro abrazo.
La comida tiene una pinta estupenda, y nunca había oído el nombre del postre, pero lo mejor debió ser la compañía, el cariño repartido y, por tanto, multiplicado. Momentos así hacen que vivir merezca muchísimo la pena.
Por supuesto, lo esencial fue la compañía y el afecto entre las personas reunidas, pero, además, del momento, se disfrutó de la comida, que también es importante.