«Balsa de Guenduláin»: Archivo personal
De camino hacia el despoblado de Guenduláin, recuerda Iliane aquel día de hace quince o dieciséis años, cuando las hermanas Cristea y ella hicieron borota [*] en el instituto y marcharon con las bicis, sin un destino fijado, por aquel sendero de tierra que las condujo, entre arbustos y hierbajos selváticos, a las orillas de la balsa de Guenduláin, en medio de un paraje fantasmal y solitario por el que, con cierta congoja, transitaron hasta llegar a dos edificaciones en ruinas, lienzos de grafiteros, donde Madalina creyó advertir unas sombras. No solo no se acercaron sino que dieron media vuelta, con el miedo asido a los esternones y la sensación de hallarse entre presencias malignas que las perseguían, invisibles, como si de un mal sueño se tratara.
De aquella extraña aventura les quedó la vaga impresión de haber hecho el ridículo ante sí mismas, amén de unas punzantes agujetas en muslos y pantorrillas y, meses después, el primer premio en el III Concurso de Relatos en Euskera del Instituto, obtenido por Camelia Cristea, con una narración de tintes góticos sobre una supuesta Dama de Guenduláin que habitaba en la balsa y se alimentaba de las almas de los incautos que se atrevían a acceder hasta sus dominios. “Nunca pensamos que volveríamos”, confiesa Iliane.
“Parece como si aquí se hubiera detenido el tiempo. Está igual que entonces, y la balsa sigue semejándose a la charca del ogro Shrek”, afirma Camelia.
La vegetación, teñida de otoño, se alza, profusa, alrededor del agua y a cada lado del camino hasta llegar frente a las ruinas, tristes ruinas, de lo que siglos atrás fueron la iglesia de San Andrés [FOTO], construida en el siglo XVI, y el castillo palacio del Señor de Ayanz [FOTO], ambos edificios dejados a su albedrío, sucios de grafitis en sus partes inferiores pero todavía, en su alzada, mostrando la grandeza de su pasado.
En ese castillo palacio de finales del siglo XV que cualquier observador intuye majestuoso en origen pese a su tremendo deterioro, nació Jerónimo de Ayanz y Beaumont (1553-1613), representante, con todos los honores, del hombre renacentista por excelencia y precursor de grandes inventos, como la mismísima máquina de vapor, el aire acondicionado, el traje de buzo y el submarino, entre otros. Fue, además, militar, pintor, cosmógrafo, científico y músico. Sus restos reposan, sin lápida, en la Capilla del Socorro de la Catedral de Murcia, ciudad de la que fue Regidor por nombramiento del rey Felipe II, a cuyo servicio había entrado, con apenas catorce años, en calidad de paje.
NOTA
[*] En Navarra, se denomina hacer borota al acto de saltarse las clases, hacer novillos.
Son fascinates las leyendas como también sus personages, reales o, quien sabe… maravillosa la foto. Un saludo.
Alguna leyenda habrá de ese lugar, porque el paraje se presta a ello, aunque de momento solo existe el truculento relato escrito por una de las chicas sobre una supuesta fantasma que vive en la balsa.
Salud, Francisco.
Los cuentos de fantasmas siempre me han interesado. Feliz jueves/viernes. Saludos.
Es que lo sobrenatural tiene su miguilla.
A disfrutar de los últimos días del 2022!!
Venga! Eso es, a disfrutarlo. Igual y salud.
Interesante leyenda nos compartes.
Gracias por hacernos partícipes de ella, a través de tus letras.
Saludos fraternos.
Muchas gracias a ti por tu comemtario, Lincol.
Que tengas un estupendo fin de año.
Salud.
🤗😀🤗
La verdad que el lugar es propicio para recrear historias fantasmales. Vivencias reales, o lo que uno vio y lo que otro creyó ver, se juntas en leyendas y se corre la voz.
Las ruinas (hoy murales de grafiteros) le dan un ambiente gótico.
Aquí, a faltar a clase, se le dice “pegarse la juyona”.
Que tengas un buen fin de año, Una mirada. ¡¡Y un feliz comienzo del 2023!!
Abrazos.
Es un lugar que facilita el vuelo de la imaginación. Hay quien dice que sobrecoge… Curiosas las diferentes maneras para indicar que no se ha ido a clase; en Huesca se dice picarse las clases o hacer picala.
Y se nos va el 2022. Termínalo bien para comenzar, aún mejor, el año que nos viene.
Abrazos con purpurina.
En la memoria de las hermanas así se conservaría el recuerdo de la aventura.
Qué fotos haces, Una mirada. Ésta es como de cuento.
Lo de faltar a clase… parece que en cada sitio se le da un nombre distinto. Por los parajes de mi niñez, era «hacer novillos» y por donde ahora discurro se dice «hacer pellas»
Abrazos y (como se decía antes) feliz salida y entrada del año.
Lo cierto es que ese paraje parece de cuento o, mejor, de leyenda becqueriana; solo es preciso echar a volar la imaginación como hicieron, años atrás, las chicas.
En Huesca, hacer novillos se dice picarse las clases/hacer picala, pero es cierto que cada lugar tiene sus propias expresiones.
Grandiosa Nochevieja y esperanzador Año Nuevo!!!
Ante todo, que buena foto… Y luego, mientras leía, pensaba en la tendencia que tenéis de ver algo mágico en todo, pues yo, en el lugar de esas chicas, lo que hubiera temido es a un grupo de grafiteros que estuvieran por allí.
Las muchachas eran, entonces, catorceañeras, de imaginación viva y fáciles de sugestionar por un paraje que tiene un algo misterioso, incluso trágico, con la balsa protegida por la vegetación y la iglesia y el castillo surgiendo de la nada.
Cuando te leo, me dan ganas de volver a Bailo a recorrer muchos de los campos en los que he estado engavillando, incluso en algún campo segando a hoz, cuidando las caballerías, echando estiércol con las enormes escárceles, que cuando iba de vuelta a casa y por lo tanto vacías, aprovechaba una pared de piedra para montarme encima de ellas, muy sucio, pero descansado.
Por cierto acabo de encontrar la palabra escárceles, creía que era invención mía, pero existe, tampoco la tienes tu en el Dizionario Aragonés-Castellán la he encontrado en OTRA PIONERA EN EL ESTUDIO DEL ARAGONÉS :
MARÍA DEL PILAR GUIRAO PARGA, página 6 y 7: Otros procedimientos de transporte eran los cabazos femeros o capazos femeteros, también denominados en algunas poblaciones del Campo de Jaca con el término castellano espuertas si las cestas estaban hechas de esparto, que permitían sacar el fiemo ‘estiércol’ del estercolero y echarlo en las citadas argaderas o en las escárceles.
Con dibujito incluido.
En realidad, en el dizionario solo recojo aquellos vocablos aragoneses usuales en mi entorno, donde se habla el semontanés, que es una variante del aragonés propia de la Hoya de Huesca y la Sierra de Guara; ya preguntaré por la palabra escárceles pero, en principio, no la tengo oída, lo que no implica que no se utilice o se utilizara para esos cestones en concreto, aunque me suena más capazo.
Fíjate tú, urbanita desde hace años, pero que has vivido y trabajado en un entorno rural cuando los trabajos se hacían a mano. De pequeño veía cómo las mujeres ataban gavillas; se ponían unos manguitos (manglitones, les decían) en los brazos para no lastimarse. E incluso he visto trillar con el trillo y las mulas y hasta subido en el trillo. Ahora eso ya es historia y, los trillos, objetos de museo.
El enlace lo he puesto mal, es este : file:///C:/Users/X512F/Downloads/Dialnet-OtraPioneraEnElEstudioDelAragones-4853268-1.pdf
Lo guardaré en Favoritos. Gracias, Jubi.
Yo soy de los de hacer «pellas» porque quedaba como más digno. Además aunque fui buen estudiante, si que recuerdo las pocas veces que las hice y el subidón que eso representaba en esos años, porque en el instituto pasaban lista y luego había de inventar una excusa creible. Una historia genial la que nos cuentas, con un gran resultado en forma de premio en el concurso de relatos. La foto de portada es preciosa. Las de los enlaces dan pena al ver el deterioro, particularmente la iglesia de San Andrés. Bueno… se nos acaba el año. Te deseo lo mejor para 2023 y que sigamos compartiendo historias y reflexiones. Un abrazo.
Ay, los pecadillos estudiantiles… En mi instituto se llevaban las picalas por turnos y como los justificantes eran hojas conformadas en las que solo había que rellenar el motivo con la firma paterna o materna al pie, siempre había algún artista de la rúbrica ajena para cubrir el expediente. Juventud…
Y sí, se nos viene ya un nuevo año para seguir interactuando en nuestro pequeño universo de palabras mientras caminamos po el mundo real. Que uno y otro te sean propicios.
Otro abrazo.
¿No hay ninguna intención de rehabilitar esos dos monumentos? La iglesia, al menos, tiene los muros bastante bien y podría hacerse. Es cuestión de luchar por ello… Aquí hemos luchado durante muchos años por la rehabilitación del Maristán, que estaba en completa ruina, y ya se ha conseguido verlo… en parte.
Lo asombroso es que el castillo palacio está catalogado como Bien de Interés Cultural, que suena a broma viendo el estado en el que se halla y teniendo en cuenta que está a dos centenares de metros del Camino de Santiago. Hay, además, cerca de la iglesia (desmantelada en los años setenta), un cementerio con las lápidas tiradas e invadido por la vegetación… Penoso. Ignoro si hay algún tipo de presión para que el gobierno de Navarra actúe en ambos edificios y es muy triste porque aunque el castillo está más desmoronado que la iglesia, tiene una buena estructura para iniciar su rehabilitación.
Toda una proeza devolverle la vida a ese edificio granadino del siglo XI.
Más que rehabilitarlo, se está reconstruyendo, pues estaba en ruinas, pero aun así, valdrá la pena tenerlo por lo que significa. En ese enlace que he puesto, hay artículos muy interesantes que se pueden descargar.
Si la reconstrucción se aproxima a cómo era originalmente merece la pena invertir dinero y tiempo.
Muy interesante lo de este inventor. Leí hace unos meses un libro sobre Isaac Peral en el que se nombraban a algunos colaboradores previos del submarino, aunque con otros resultados incompleto, pero no recuerdo haber visto este nombre.
Desgraciadamente, Ayanz, como tantos otros genios, quedó en el olvido, aunque es posible que tanto Peral como Monturiol conocieran algún dato o dibujo (Ayanz dibujaba sus proyectos) sobre la llamada «barca submarina» del navarro, que estaba dotada incluso de una especie de guantes que servían para manipular desde el interior.