«Aromas y sabores»: Archivo personal
Marchan el sábado, con la boira preta [*] obstruyendo un amanecer que se intuye, entre grisuras, pugnando por rasgar la opacidad que desdibuja el Barrio. “Dadle muchos besos a yaya”, dice Jenabou. “Bueno, ya se los darás tú misma mañana, cuando la veas, ¿no? Vas a tener tres meses para demostrarle cuánto la quieres”, sonríe la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio. “Y métete en casa, que vas a coger un pasmo con ese pijama tan fino”. Ya en el coche, Jenabou gesticula junto a la puerta de la conductora para que su madre baje la ventanilla. “Si vais al mercadillo navideño, comprad figuritas para adornar el árbol, ¿vale?”, pide. “Pero, nena, que no vamos a hacer turismo. Recogeremos a la yaya y mañana estaremos de vuelta”.
Dejada atrás la ciudad de Lérida, se abre paso el Sol a manotazos y se detienen a desayunar en un bar de carretera cuyo aparcamiento está colmado de camiones. Aún les restan cuatro horas para arribar a Béziers.
Rabiaa va y viene, diligente, de la cocina al comedor. Dos veces han pretendido Étienne y la veterinara ayudarla a disponer la mesa y dos veces se ha negado ella, amable pero rotunda. “Ustedes con la mamá, que yo me encargo de lo demás”, les ha dicho. Rabiaa lleva cinco meses trabajando, como ayuda externa, en casa de maman Malika, que, en un principio, era remisa a aceptar la propuesta de sus hijos de tener una persona pendiente de ella. Rabiaa, con la que ha llegado a congeniar pese a las reticencias inciales, la acompaña a las compras y a las visitas médicas y se ocupa, tres días a la semana, de las tareas más onerosas de la casa. Rabiaa, francesa de origen norteafricano, ronda los cincuenta y cinco años; es viuda y madre de cinco hijos que, como los de maman Malika, residen lejos de ella. Cariñosa y muy dispuesta, todavía saca tiempo, cuando no está con maman Malika, para diseñar, coser y ornamemtar elegantes babuchas que uno de sus hjos, artesano marroquinero, ajusta a las suelas troqueladas vendiendo el producto final en un comercio de Montpellier.
En el centro de la mesa, los aromas del tajine de vegetales cocinado por Rabiaa se mezclan con los de las pechugas de pollo en salsa de champiñones preparadas por maman Malika, que aguardan en el horno mientras reposan, en el frigorífico, los flanes caseros que Maryvonne Lerner, vecina de maman Malika desde hace muchos años, trajo cuando pasó a saludar brevemente a los recién llegados, pese a ser consciente de la antipatía que siente por ella la veterinaria, que no olvida que madame Lerner es una entusiasta de Robert Ménard, alcalde ultraderechista de la localidad y autor de diatribas varias e incitación al odio contra musulmanes y gitanos. Maman Malika, que conoce bien a su hija, le advierte: “Maryvonne vendrá a tomar café. No quiero que la acoses como de costumbre. Lo que piensas de ella, te lo guardas, que a nosotros siempre nos ha tratado con amabilidad”. “Ah, claro, porque nos considera unos romanís por encima de la media y de algo tienen que servir los favores que le has hecho todos estos años. Cuando la dejó tirada su marido, si no llega a ser por ti y los abuelos…” ”Da igual. Solo te pido que sepas comportarte como la persona educada que eres”.
A las nueve y media de la mañana del domingo, el equipaje de maman Malika se apretuja en el maletero y dormita Tommasso, el gato, en el transportín bien amarrado en el asiento trasero. Maman Malika y Maryvonne alargan la despedida junto a la cancela de la casa y Étienne, que ha relevado a la veterinaria al volante para el viaje de vuelta, toca, impaciente, la bocina.
Apenas recorridos quinientos metros en dirección a Narbona, telefonea Rabiaa, de la que se despidieron la tarde anterior, para volver a desearles buen viaje.
NOTA
[*] En arag., niebla muy densa.
Se ve muy rico y diferente. Te mando un beso.
Sí, es una amalgama de sabores.
Gracias por pasarte, leer y comentar.
La de veces que habré parado en determinados establecimientos de carretera, en Salinas de Medinaceli, donde empecé a trabajar, luego cuando hicieron la autovía de Madrid, había un par de sitios preferidos uno era el 103, en Autovía A-2, Km. 103, Almadrones, Guadalajara más adelante ya no iba a Madrid, iba a Monterrubio (Segovia) y parábamos en San Esteban de Gormaz. Cuando iba hacia Barcelona (Sant Fost de Campsentelles) también había áreas de servicio preferidas. He sido bastante viajero, pero todo se termina.
Nos puede la costumbre, quizás porque nos da cierta seguridad. Las mismas rutas, las mismas paradas, los mismos restaurantes que nos son familiares, las mismas tiendas, las mismas gasolineras. A veces, se va a la aventura, pero, por lo general, echamos mano, inconscientemente, de un guión mental que nos encamina a unos lugares y no a otros.
Quizás, como señalas, tu etapa de viajero por esos mundos ha terminado, pero el bagaje lo llevas contigo.
Me ha gustado el menú, mixtura gastronómica de culturas.
Y que Tommasso también viaje.
Y los detalles, cada detalle. Ya sabes que soy amiga de las «cosas nimias».
Y eso sí, echo en falta algo…
Al final del post, echo en falta un «continuará»,
Al menos hasta que estén de vuelta en casa!
Abrazo!
Se trata de dar pinceladas, flashes, para que cada cual se haga su composición de lugar. Y, sí, esas cosas, aparentemente nimias (tú eres la experta) pero que llenan de colorido las palabras para que no sea tan farragoso caminar entre los renglones.
Continuidad no la hay pero es posible que volvamos a encontrarnos con la yaya y el gato, ya aposentados en el Barrio por una larga temporada.
Otro abrazo y gracias siempre por tus palabras.
La cocina marroquí tiene platos muy interesantes, que muchos de ellos se están incorporando a nuestra cocina tradicional. Como persona mayor, yo soy menos aficionada a salir de mis costumbres, pero tengo un amigo más joven que los tiene completamente incorporados a su menú y el de sus hijos.
Es una cocina mucho más próxima a la española que otras incorporaciones como la comida rápida, con ingredientes habituales en la cocina mediterránea y esa elaboración casera de siempre. También ese concepto de comida como encuentro familiar que tanto valoramos los países del sur de Europa.
… Y no digamos nada de lo que entronca con nuestra cocina de raíces beréberes.
Por supuesto, de ahí que nos sea más propia y cercana que los nugget y todas esas comidas inundadas de aditivos.
Conmovedor.
Me encanta la sensación a familia que desprende tu relato por los cuatro costados. Familia y educación, cercanía, cariño. Humanidad.
Me sentí bastante identificada con la sensación y me vino a la mente una de mis frases favoritas: «La palabra es sonido, el ejemplo es trueno».
Cuando la frase se vuelve cotidiana y pasa de palabras a actos continuamente, ahí, justo ahí, es el sitio 🙂
Disfruten mucho.
Besos (a compartir).
«La palabra es sonido, el ejemplo es trueno». Cierto. Hay principios que se transmiten con tal ejemplaridad que permanecen inalterables toda la vida porque han formado parte del aprendizaje del día a día e, inconscientemente, se han interiorizado en la propia personalidad. No importa la proximidad o lejanía física, ese vínculo, esos lazos de sangre, siempre están presentes, empezando por el amor y respeto por los ascendientes.
Más besos y un abrazo grato para ti.
En un restaurante marocain de Paris nos sirvieron tajine de cordero, bueno, bueno, buenisimo, 😋 😋 😋
Mmm… Me gusta el cordero pero no lo he probado cocinado de esa manera.
Prefiero mil veces la cocina norte africana que cualquier plato rápido a los que nos hemos acostumbrado, especialmente los más jóvenes. El enlace del tajine que has incorporado , me ha hecho salivar con esas diez maneras de prepararlos. Otro plato que me pierde es el cuscús en cualquiera de sus variantes. La historia que relatas es -como siempre- sencilla y cercana a todos. Confío eso si, en que no le diera mucha caña a madame Lerner por su ideología. Un abrazo.
Sin duda, la comida tradicional del norte africano tiene más historia común con la tradicional nuestra que los fish and chips ultracongelados, por ejemplo. Son alimentos naturales de esmerada cocción que, en todo caso, pueden parecernos de sabores novedosos por el uso de más especias de las que en España utilizamos.
No resulta fácil departir con alguien que justifica la xenofobia y etnofobia de otros; mucho menos cuando se pertenece a una de las etnias despreciadas, pero…
Cordialidades.
Claramente esta entrada fue escrita antes de los cruces de octavos de final de la Copa del Mundo.
Los ultra españoles se ve que no pasan por aquí.
No sabía bien quién era Robert Ménard, pero leyendo el enlace me doy cuenta el creador de qué organización es, y qué postura tiene, así que comprendo a la veterinaria.
Desconocía ese platillo.
Aquí estamos tan lejos de lo marroquí, y no tenemos tanto musulmán, que su gastronomía solo se la encuentra en restaurantes muy específicos y que por lo general están en los barrios más turísticos.
Abrazotes.
En Francia hay muchas personas norteafricanas, sobre todo de origen argelino, por haber sido Argelia zona colonial francesa. En España, separada 14 km de África por el sur, también las hay (más marrpquíes en este caso), y su gastronomía no resulta extraña porque está muy relacionada con la mediterránea.
De gente como Ménard, que empezó siendo de la Liga Comunista para terminar como fascista de tronío, no es preciso ni describirlo porque él mismo, cada vez que abre la boca, proyecta la clase de individuo que es.
Más abrazos.