«Mudéjar. Aljafería de Zaragoza»: Iván Villar
Saraqusta —la actual Zaragoza, llamada por los árabes Ciudad Blanca, por el color de sus edificios— tuvo el privilegio de ser, en fecha imprecisa de la segunda mitad del siglo XI, la cuna de uno de los más brillantes pensadores del medioevo, Abu Bakr Muhammad ibn Yahya ibn al Saig ibn Bayya, conocido como Avempace. Perteneciente a una familia de orfebres, fue político, filósofo, astrónomo, botánico, médico, físico, poeta, músico, y aglutinó a su alrededor a un sinnúmero de sabios andalusíes, cristianos y judíos en las frecuentes tertulias que se celebraban en el ornamentado Salón Dorado del espléndido palacio de la Aljafería —centro cultural, político y religioso de la medina— donde se discutían y celebraban todas las artes de la época así como renombradas justas poéticas, actividades clausuradas definitivamente cuando el rey aragonés Alfonso, el Batallador, conquistó, en la primavera de 1118, la taifa saraqustí, que se incorporó, tras siglos de gobierno musulmán, al Reino de Aragón, produciéndose la natural desbandada de la gran mayoría de ilustres que iluminaban con su sapiencia las penumbras peninsulares cada vez más oscurecidas por las guerras.
La toma aragonesa de Saraqusta supuso el fin de la estabilidad multicultural, ajena a cualquier fundamentalismo, en una ciudad que, en el año 714, había pasado de visigoda a musulmana sin derramamiento de sangre. La transformación derivada de la conquista cristiana empezó con la ocupación de los espacios de dominio andalusí por parte de aragoneses, navarros, catalanes, bearneses y aquitanos, quedando los mudéjares en los arrabales y los judíos en sus tradicionales aljamas, en situación precaria pese a las leyes a favor de estas dos comunidades que dictaron los sucesivos monarcas aragoneses, convertidas en papel mojado cuando, a partir del reinado de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, se procedió a la expulsión de los judíos, a la que seguiría, en tiempos de Felipe III, la de los moriscos descendientes de quienes no habían abandonado su ciudad amada cuando fue conquistada por las tropas conjuntas de Aragón y Bearn del Batallador.
Así pues, Ibn Bayya, que había ocupado el cargo de visir del gobernante de la taifa, huyó de la Zaragoza aragonesa en 1118, refugiándose primero en Játiva, donde fue encarcelado, y trasladándose después al sur peninsular, en un periplo que lo llevó por Almería, Sevilla, Granada y Jaén, dejando en todas esas ciudades la huella de sus conocimientos y un puñado de discípulos que propagarían el pensamiento del singular intelectual andalusí, que concibió un sistema astronómico sin epiciclos, con esferas excéntricas a la manera de Ptolomeo, modernizó la medicina, difundió la lógica aristotélica desvinculando la razón de la religión y creó y definió la estructura métrica del zéjel.
Tras abandonar la península Ibérica para instalarse en Orán, marchó posteriormente a Fez, ciudad en la que ejerció como galeno, práctica que le supuso enfrentarse a los médicos de la Corte, que organizaron, en el mes de Ramadán del año cristiano de 1138, su asesinato dándole a probar, tras la puesta del Sol, un guiso de berenjenas envenenadas. La desaparición de Avempace tuvo el efecto contrario al buscado por quienes le dieron muerte, pues su nombre y sus escritos no solo remontaron los tiempos sino que llegó a ser reconocido como el primer filósofo andalusí del racionalismo, el misticismo y el cientifismo, ejerciendo gran influencia en otros pensadores, tanto del ámbito musulmám como del cristiano. De Avempace se conservan en la actualidad ocho manuscritos distribuidos y guardados en las más importantes bibliotecas del mundo.
Como curiosidad —que no certeza ni refrendo— añadir que algunos estudiosos de música antigua han hecho hincapié en las muchas similitudes existentes entre los compases del actual himno nacional de España y una nubah compuesta por el sabio andalusí Avempace, concluyendo los musicólogos que tal vez no sea disparatado aventurar que el himno español proceda de la primitiva composición musical del gran erudito de la Edad Media.
Como te leo que Avempace también fue político estaba pensando que en los tiempos que corren no se encuentra ni en Zaragoza ni en ningún sitio un político que acumule tantos conocimientos y si hubiera alguno lo mandarían a su casa en cuanto se hiciera notar.
Saludos.
JBernal
Huy, es poco probable que un Avempace actual se aviniera a meterse en política; bueno está el patio de lerdos y caraduras -salvo alguna excepción contadísima, que tampoco es cuestión de agitar a todo el personal en la coctelera de la ineptitud-.
Salud.
Una gran lección de historia que da testimonio de como pueden vivir, convivir y enriquecerse tres culturas distintas. Ahora sería impensable. Al parecer fue una etapa esplendorosa en Zaragoza. Gracias por ilustrarnos.
Salud.
Fue una época de gran florecimiento cultural en Al-Ándalus del Norte, que no tuvo nada que envidiar a su homónimo del Sur. En la taifa saraqustí el ambiente propiamente árabe era muy relajado religiosamente hablando, como lo demuestra la propia ornamentación de la Aljafería, con elementos impropios del mundo musulmán.
Salud.
En realidad, en todo Al-Ándalus y durante todo el tiempo que duró, en el aspecto religioso fueron bastante abiertos y sin fanatismos.
Sí, pero dependiendo del tipo de gobierno; sobre todo, tras la fragmentación en taifas, porque no todas las fuerzas árabes que ocuparon la península fueron homogéneas. Los últimos años almorávides de la taifa independiente de Zaragoza fueron la apoteosis cultural. Fíjate que creo que, tras independizarse los territorios andalusíes del califato de Córdoba, cada zona adaptó a conveniencia las prédicas islamistas y eso favoreció la expresión artística.
-Jubi, esto me suena.
Claro hemos escrito tres artículos sobre el Palacio de la Aljafería de Zaragoza, personalmente el que más me gusta es este.
En el incluí la leyenda del Trovador.
No recordaba la historia del Trovador y su relación con Verdi, así que me ha venido de maravilla volver a leer tu excelente y completa entrada sobre la Aljafería, un palacio del que los ojos nunca se cansan de admirar.
Lo siento. El enlace era este :http://www.unjubilado.info/palacio-de-la-aljaferia-zaragoza/
No te preocupes, he puesto el enlace en su sitio.
Cuantos parecidos hay entre este personaje y este… Cuanto saber en los dos y que mal final para ambos.
Mal final y… en la misma ciudad; no parece que Fez fuera una medina entusiasta con los andalusíes emigrados que se atrevían a exponer sus ideas sin cortapisas. Otro ilustre, este Ibn al-Jatib, que, junto a Avempace o Averroes y Maimónides, por citar los más conocidos, demuestran la cultura sin fronteras de la España medieval musulmana.
Convivencia. Ni más ni menos. Rota como tantas veces por reyes, reyezuelos, gobernantes y enemigos del saber. Por un lado el conocimiento y la cultura en cualquier área ha sido tradicionalmente una espina para los incultos, que es mejor eliminar. Pero no todo es saber, pues sorprende como Avempace fue envenenado por médicos a los que se les supone conocimiento. Ahí influye la envidia del ser humano y la soberbia para destruir a otro. Espléndido texto, como siempre. Abrazo y cordialidades.
La cultura, el saber, han sido conceptos temidos y reprimidos a lo largo de la historia, sobre todo cuando iban unidos al pensamiento libre e incorformista. Los seres humanos como Avempace, que no solo sabían sino que reflexionaban y ponían en evidencia los yerros ajenos, eran un peligro. A Avempace lo mataron por criticar la mala praxis de sus colegas, pese a que, seguramente, conocía la inutilidad de su crítica hacia unos hombres todopoderosos. Sabía a quienes se enfrentaba y las consecuencias de su acción.
Otro abrazo.
Qué tremendo viaje me has brindado con la retirada de este pensador, y en los enlaces en los que pude ir contemplando detalles.
En astronomía muchos nombres de astros aún conservan la huella de estos sabios, aunque la mayoría nos llega por los griegos a través del persa. Me gustaría leer algún documento de Avempace sobre astronomía…
Abrazos
Un cráter lunar se denominó Ibn Bayya en memoria de Avempace… En la red hay algún estudio sobre las aportaciones de Avempace a la Astronomía, donde se explica su sistema astronómico ptoloméico y las referencias que otros sabios medievales dieron sobre los conocimientos en esa materia del ilustre andalusí. Como no he profundizado en las teorías que supustamente tenía Avempace, me temo que no puedo aportarte más en ese tema concreto.
Cordialidades.
Gracias por traernos hasta aquí a un personaje tan importante, que ni el tiempo ni la muerte, han hecho desaparecer.
Avempace destacó como científico, matemático, botánico, médico, astrónomo……pero no debemos olvidar que las dos primeras disciplinas que aprendió fueron la música y la poesía. Para mi eso es algo significativo, el camino que transitó su sabiduría se sustentó en dos pilares de emociones.
Nos dejó grandes lecciones, una Historia ilustrada que admirar, y algunas frases para enmarcar.
«Todo placer es siempre sombra de otra cosa».
Un beso, Una mirada….
Observo, con deleite, que Avempace no te era desconocido. Has compuesto de él un retrato certero, porque es cierto que todas sus habilidades son ramas nacidas de ese tronco de sensibilidad artística donde la música y la palabra son la raíz principal. Desde este siglo XXI que nos acoge, no se puede sino admirar y valorar a quien, diez siglos atrás y sin más medios que su curiosidad y coraje, atesoró y compartió tanta erudición no en vano.
Otro beso para ti.
Muy interesante la figura de este hombre, un personaje que no solo destacó en su época, sino que lo haría igualmente ahora. Lo único que me chirría es esa falta de fanatismo. Hubo épocas en las que la religión tenía más o menos presencia, pero esa convivencia tan pacífica no me cuadra y me parece que responde más a intereses políticos que a la realidad. De lo que no cabe duda, sin embargo, es sobre quién atesoraba más conocimientos, más avances en esos siglos tan lejanos. Me pregunto qué sucedió para que ellos se hayan quedados anclados mientras el resto del mundo evolucionaba.
Cuando se habla de convivencia en referencia a tal o cual periodo histórico, se hace dentro del contexto de la época, que es diferente al actual. En ese sentido y teniendo en cuenta que los últimos años de la taifa de Zaragoza estuvieron sacudidos por guerras, el ambiente dentro de la medina zaragozana destacó por la ausencia de represión, la bonanza económica y un desarrollo cultural donde la religión no tuvo protagonismo o fue tan escaso que no incidió. No son intereses políticos sino hechos constatados partiendo de fuentes documentales de la época.
Siempre he defendido y defenderé, porque los datos históricos lo refrendan, que los enfrentamientos entre aragoneses y andalusíes del norte peninsular no lo fueron por factores religiosos sino exclusivamente de expansión territorial, prueba de ello es que las leyendas sobre santos que supuestamente “ayudaron” a los cristianos se compusieron uno o dos siglos después. Y, por supuesto, no hay ninguna relación entre los árabes que gobernaron y vivieron en el medioevo peninsular y los fanáticos actuales que reclaman la fenecida Al-Ándalus, reclamación tan absurda como lo sería la de Roma pretendiendo hoy en día reivindicar los vastos territorios conquistados por el Imperio.