«Torreón del Amparo (Huesca)»: Archivo personal
Con la ciudad todavía aletargada y la prisa escondida, bajo los libros, en la mochila de piel oscura, emprende el caminante la lenta circunvalación de lo que antaño fuera la firme muralla. La de las noventa y nueve torres, o tal vez cien… La inexpugnable. La de los 1.938 metros perimetrales. La que durante siglos categorizó como invicta la ciudad protegida.
Desfallece la historia en los viejos sillares a tizón mandados construir por el valí de Wasqa, Amrus Ibn Umar, en el siglo IX y que, aun hoy, sustentan las paredes remozadas de las casas y las toneladas de tierra de los antiguos huertos. Y desafiando la indiferencia, el paso del tiempo y las fechorías urbanísticas, el superviviente torreón románico del Amparo, tozudamente erguido frente al río sobre su planta cuadrada, con las ménsulas de las desaparecidas almenas transformadas en reposadero de palomas cagonas.
Unos metros más al este, resistiendo como el solitario torreón, el arco adintelado en ladrillo —flanqueado por un cubo arquitectónico moderna y dolorosamente repintado— del último de los cuatro portones principales de entrada a la ciudad, la puerta de Montearagón [FOTO], sencilla y cariñosamente conocida como la Porteta, único vestigio de las cuatro aberturas señoriales —las otras eran la Sicarta, la Alquibla y la Ramián— que miraban a los cuatro puntos cardinales y permitían o cerraban, junto a otras tres puertas secundarias, el acceso a la ciudad que fuera disputada joya de los tuyibíes y muladíes descendientes de los Banu Salama, los Banu Sabrit y los Banu Amrus.
Acude a la memoria sosegada del caminante aquel rebelde épico, Bahlul Ibn Marzuq, que se alzó contra el gobierno central de Al-Ándalus, instigó la revuelta popular en Saraqusta y Wasqa y se autoproclamó cabecilla de un efímero reino independiente que llegó a ser reconocido por el mismísimo Carlomagno.
Piedras. Historia. Sombras que danzan entre las hierbas que se abren paso por las grietas del tiempo.
Valiente el torreón que desafía las inclemencias del tiempo y de las ideas urbanísticas de los ayuntamientos de turno. Deduzco -sin demasiada brillantez- que Wasqa era el nombre árabe de Huesca. Debió ser una de las ciudades ,más norteñas de Al Andalus. Desconocía la historia de Bahlul Ibn Marzuq, pero he rezado a la virgen de la Wikipedia que me ha puesto al corriente. Enorme sabiduría históricala tuya. Un abrazo y buen fin de semana.
Efectivamente, fue una de las ciudades musulmanas de la Marca del norte peninsular. Tanto Huesca como Zaragoza (Saraqusta) estuvieron varios siglos gobernadas por musumanes, siendo plazas poderosas que se independizaron de los árabes del sur peninsular formando una barrera que a los cristianos aragoneses les costó mucho romper.
Ese Bahlul fue todo un personaje, e incluso protagonizó un glorioso cantar de gesta equiparable al Mío Cid.
De sabiduría ando escaso pero tuve el privilegio de contar con un profesorado excelente que me enseñó a interesarme por la historia.
Cordialidades.
Una estupenda lección de la historia de Huesca. También me he servido de Wikipedia para averiguar algo más sobre Bahlul Ibn Marzuq. Muy interesante.
Salud. Buenas noches.
Ese personaje, Bahlul, ha tomado mucha relevancia gracias al interés demostrado por algunos historiadores en el cantar, escrito en árabe, en el que se relatan su vida y hazañas.
El periodo musulmán de lo que luego serían tierras aragonesas es espléndido y Al-Muqtadir de Saraqusta un gobernante que merecería ser más conocido en estas tierras, no solo como estratega sino por su mecenazo, del que la magnífica Aljafería es un ejemplo.
Salud.
Dicen que no hay dos sin tres, así que de momento he sido el tercero que he ido a consultar el libro gordo de Petete, traduzcamos por Wikipedia.
Con tu información y lo que he leído en varias web, entre ellas la de A. García Omedes, (LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO),sujeto que conozco personalmente por unos estudios que hizo en Nuevo Broto en la ermita de San Blas, con toda esta información me hago una idea de como estaba Wasqa allá por el año 900, con sus 99 atalayas, «Wasca la de las 99 torres» a decir de los historiadores islámicos.
Suelo utilizar la Wikipedia no como lugar de consulta sino para enlazarla como refuerzo documentado; pero siempre mirando con lupa porque, en alguna ocasión, me he encontrado con datos erróneos que me he visto obigado a corregir para poder utilizar el enlace correctamente actualizado. Y eso que no me meto en la redacción de algunos artículos -sobre todo cuando se trata de traducciones- que resulta penosa.
A García Omedes y su laboriosa página, los conozco; es un gozo consultar allí.
Las torres de Wasqa eran noventa y nueve hasta que, hace unos años, se descubrió en Israel un escrito árabe que hablaba de cien torres, aunque tampoco es cuestión de cambiar la historiografía por una torrecilla de más o de menos.
El periodo musulmán fue espléndido en muchas partes y nos libró de las negruras de la Edad Media.
Todos los estudios comparativos entre las zonas musulmanas y las cristianas destacan la notable superioridad cultural y económica de las primeras, aunque militarmente fueran inferiores a las cristianas.
«Piedras. Historia. Sombras que danzan entre las hierbas que se abren paso por las grietas del tiempo.» ❤ ❤ ❤
Gracias, Allegra.
Es reconfortante ver como ha logrado mantenerse en un razonable estado de conservación. Porque muchas veces vemos como una edificación que ha sobrevivido a siglos de guerras, venganzas, puro afán de destrucción o simplemente la necesidad de materiales de construcción, no logra sobrevivir al delirio destructivo de un urbanista moderno empeñado en reemplazarla por un adefesio de concreto y vidrio.
Empezó a restaurarse lo que quedaba de la muralla en 2006, con auténticas animaladas arquitectónicas en algunos tramos. Pero como el tramo mejor conservado de la fortificación es el que soporta el peso de edificios construidos sobre las piedras, muchas de estas terminan cediendo y cayendo. Como contrapartida, los dueños de algunas edificaciones que tienen restos amurallados, han trabajado para su conservación e integración y, en algunos casos, se prestan a mostrar los restos arquitectónicos a quienes lo solicitan. Pero, claro, el tiempo y, sobre todo, la indiferencia general durante el mismo, han causado estragos en una construcción donde se combinan restos íberos, romanos, musulmanes y románicos. Fíjate que hasta los años ochenta del siglo XX, a raíz de descubrirse en Israel unos textos árabes antiguos donde se nombraba con respeto a la musulmana Wasqa, sólo la tenían en cuenta los habituales estudiosos del pasado. ¿El resto? Bah, piedras y más piedras, sucias, mohosas y viejas. Penoso.
Para un amante de la historia como tú, de la respetuosa historia, debe ser fascinante vivir en un lugar que lleva el sello de importantes hazañas y de muchos hechos históricos, de enclaves destacados y arquitectura de enorme belleza cuyas paredes atesoran tantas cosas que mostrarnos y contarnos……
Me ha gustado la entrada, mucho. No solo por todo lo nuevo que aprendo sino también por las cosas que voy recordando con esa prisa escondida que tanto se agradece.
Qué lujo, compañero, gracias por compartir.
Un abrazo.
Todos estos territorios hispánicos exudan historia donde quiera que se mire, si acaso se quiere y se busca mirar el legado, tantas veces sangriento, del pasado heredado. Tuve un profesor que nos hacía sonreír cuando nos aconsejaba «escuchar a las piedras«… Y no son precisamente piedras lo que faltan para empezar a comprender ese itinerario histórico apuntalado con el paso del tiempo.
Otro abrazo.
Escuché a un profesor de Historia (de los que no hay muchos) decir algo como esto: «normalmente, frente a una edificación, se nos dice cuándo fue construída, con qué propósito y cuales fueron sus vicisitudes. pero también es interesante pensar que detrás de las piedras hubo personas, ¿quiénes las extrajeron, cortaron y pulieron? ¿quiénes las movieron y las montaron? ¿cómo vivían, qué comían y qué vestían? no se sabe, las piedras quedaron pero de ellos no queda ni el recuerdo».
Y tenía toda la razón ese profesor. Las grandes crónica están escritas desde el punto de vista de los poderosos, mientras que las personas de estrato social bajo carecen de valedores. Pero cuado se bucea en la historia emerge también todo ese mundo social ocultado.
Hay veces que esas personas desconocidas que tallaron los sillares de una catedral, dejaron su firma en alguno de ellos y eso quedará ahí mientras dure la catedral. No tengo foto de ninguna de esas firmas, pero se que existen.
Hay algunos estudios sobre los signos lapidarios, que así se conocen las marcas hechas por los canteros en las piedras, y diferentes teorías sobre si se trataba de marcas de ubicación o incluso de logia. Actualmente, cuando se rehabilitann construcciones antiguas también se ponen esos signos.
Nice blog
Thanks!
Buen viaje nos has dado por la ciudad y por la historia. En esta caminata tuve que ir deteniéndome en cada uno de los enlaces. A modo de postas, me permitieron llegar al final con la mochila llena de información
Abrazos
Afortunadamente es un viaje cómodo para las piernas, aunque resulte farragoso en datos.
Cordialidades.
Creo que ya te he comentado que tengo pendiente una historia de Aragón en condiciones, aunque esto que nos cuentas se remonta incluso más. Me gustó mucho la trilogía de la Recnquista de Esparza, precisamente porque te nombraba a muchos personajes y te daba pie a investigar más, profundizando en unos hecho la mar de interesantes.
A mí no me gusta el componente ideológico que imprime Esparza a la historia porque parte de conceptos que son muy posteriores a los sucesos que relata, y porque obvia que tan invasores fueron, en un principio, tanto los árabes como los visigodos y los romanos.