«Ruinas sobre lienzo rojo»: Archivo personal
“…y allí, en la estantería del centro, se expondrán las novelas de supervivencia de Eduardo”, dice Elvira, la bibliotecaria de turno de esta quincena, señalando los anaqueles de pladur recién pintados en ocre para la exposición que, bajo el lema Novelas de quiosco, está preparando la Asociación de Mujeres en la Sala Pepito de Blanquiador.
Novelas de supervivencia. Así las llamó el señor Anselmo cuando, unos meses antes de fallecer, decidió donar su autodenominada Biblioteca Anarquista a la Asociación de Cultura Popular. Una vez en la sede, al sacar los libros que el buen hombre, gentilmente, había empaquetado en diversas cajas, se descubrieron, además de los volúmenes prometidos, ochenta y cinco novelitas de las conocidas vulgarmente como policíacas y del Oeste, cuyos autores respondían a nombres como Anthony Lancaster, Edward Goodman, Eddy Thorny, Charles G. Brown… Al tratar de devolvérselas, en la creencia de que se trataba de un error, el señor Anselmo dijo muy serio: “No, no. También forman parte de mi fondo anarquista. Son las novelas de supervivencia de Eduardo de Guzmán”.
Eduardo de Guzmán (1908-1991), periodista libertario detenido en Alicante al final de la Guerra (In)civil, huésped del horror en los campos de concentración de Los Almendros y Albatera, en los centros de interrogatorio de Madrid y en las prisiones de Yeserías y Santa Rita, fue condenado a muerte e indultado un tiempo después. Inhabilitado a perpetuidad para el ejercicio de su profesión —que no retomaría hasta la Transición—, se ganó la vida durante la mayor parte de los años del franquismo como escritor de novelas de quiosco y traductor. Fallecido en 1991, su trilogía sobre la guerra, los campos de concentración y las cárceles es el impactante testimonio, junto al resto de su obra, de quien, en palabras de su editor, “nos dejó el ejemplo de una vida íntegra, dedicada a hacer mejor nuestra sociedad”.
No opinaba igual el catedrático de Ciencias Políticas Antonio Elorza, que, algunos años después de la muerte de Eduardo de Guzmán, publicó un artículo en el diario El País sobre la supuesta —según él— connivencia entre el periodismo de izquierdas de los años treinta y la derecha carpetovetónica para atizar [sic] a los gobiernos de la República. Así, tras prácticamente acusar a Ramón J. Sénder de ir contra el gobierno de Azaña por hacer una serie de reportajes sobre la matanza de anarquistas en Casas Viejas, dirigió sus acusaciones hacia el periódico en el que Eduardo de Guzmán ejerció de redactor-jefe: “Otro tanto sucedía con el diario izquierdista La Tierra, en cuyas páginas colaboraban anarcosindicalistas y comunistas cargando un día tras otro contra el régimen, debidamente subvencionados por la derecha monárquica para tan santa labor.”
Antonio Elorza fue contundentemente respondido por Carmen Bueno (1918-2010), viuda de Eduardo de Guzmán, en carta enviada al periódico que había publicado el artículo, donde desmontó con datos incuestionables las aseveraciones del catedrático, que para ella entraban “en el terreno de la calumnia” contra su marido y las personas que “trabajaron en La Tierra y cuyos familiares sobreviven hoy.”
ANEXO
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Tráiler del documental Eduardo de Guzmán. El literato anarquista, estrenado en 2018 y dirigido por Chema Menéndez A. Febus.
Me gustaría saber si la carta enviada por Carmen Bueno fue publicada por El País en la columna de Antonio Elorza, que es donde debería haber sido publicada. Buen día.
En el enlace que he adjuntado en el post, la carta de la señora Bueno, datada el 25 de febrero de 2007, aparece en la sección Cartas al Director. Imagino que lo mismo sucedió en la edición impresa. No obstante, he subido una copia al Drive porque no tengo acceso a El País con mi navegador.
Salud
Contundentes seis puntos de respuesta y rebatimiento a Elorza. He leído la reseña que acompañas del fallecimiento de Carmen Bueno, igualmente muy interesante. No leo mucho a Elorza, pero por principio no me gusta la ofensa a quiénes ya no están, por muy catedrático que se sea. La respuesta de Carmen, aclara cualquier duda. Un abrazo.
A Carmen Bueno los años no le restaron bravura y es obvio que Elorza no calibró que una persona bien conocedora de ese pasado le daría una lección de historia demostrando la ligereza y falsedad de semejantes acusaciones.
Otro abrazo.
Me extraña esa metedura de pata de Elorza, pues hace años lo tuve de profesor en un curso de la UGR y me pareció un hombre bien informado, ecuánime, y con profundos conocimientos de la Historia reciente. Pero, como dice el refrán, “el mejor escribano echa un borrón”…
En este caso Elorza dio una información incorrecta —que además, atentaba contra la dignidad y profesionalidad de unas personas— como le demostró Carmen Bueno rebatiéndole con datos la andanada. Fíjate que ella no niega que en La Tierra se le dieran palos al gobierno sino que lo hicieran como escuderos de la derecha, y esto último es lo que le rebate a Elorza.
Algo que debemos tener siempre en cuenta de la posguerra, es que a Franco le estorbaban todos. Socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos por supuesto, pero también monárquicos. A pesar de que restauró la monarquía, lo hizo para después de su muerte, pero en vida no la quería ni en pintura, porque sabía que era el mayor peligro para su poder absoluto. Aunque nos parezca mentira dados los últimos años de la Monarquía, en España quedaban aún muchos monárquicos y eran personas con dinero, que sostenían a la familia real en La Giralda. Yo supe de señoras de Granada, que viajaban con frecuencia a Portugal para llevar su óbolo a D.Juan y, mira, quien es capaz de ceder sus bienes para eso, lo es también para restaurar la Monarquía y quitar a Franco de enmedio. Eso lo sabía Franco, por lo que los monárquicos estaban también bajo sospecha.
Los monárquicos fueron partidarios de los sublevados, cuando no cómplices, desde el principio; hasta Juan de Villa Giralda quiso alistarse en las tropas fascistas… Que, después, los derroteros no fueran por donde ellos hubieran querido es otra historia.
Toda la cohorte juanista y asimilados mantuvo sus privilegios y, en ningún caso, fueron parte de los vencidos de la guerra, sino todo lo contrario. Los sublevados no represaliaron ni encarcelaron ni condenaron a muerte a ningún monárquico por serlo (de lo cual me alegro), ni siquiera se perturbó a quienes procesionaban a Estoril. Toda su oposición a Franco se concretaba en reverenciar y mantener al bon vivant de Estoril y su prole.
El desprecio que pudo tenerles Franco es anecdótico, porque con quienes se ensañó no eran precisamente defensores de la monarquía… Otra cosa es que, en los setenta, cuando era obvio que al dictador le quedaban pocos salmones con los que fotografiarse, se reunieran con fuerzas políticas opositoras al franquismo para tantear si aceptarían una monarquía parlamentaria con un Borbón como rey.
Yo hablo de lo que recuerdo, no de Historia ni de lo que he leído. Y lo que recuerdo es que los monárquicos de a pie, los que no peregrinaban a Estoril porque no tenían para el viaje, ocultaban que lo eran por miedo. Y que se decía de ellos: «Ese era monárquico», como se decía: «Ese era rojo». Lo que luego hayan dicho los historiadores, puede ser como lo que dijo Elorza…
Apreciada Senior, no es ningún secreto que los monárquicos alfonsinos aborrecían la República y que aplaudieron la sublevación, e incluso la alentaron y la subvencionaron, creyendo que, ya fuera Alfonso o su hijo, volverían al trono tras la contienda; incluso estaban dispuestos a aceptar un directorio similar al de Primo de Rivera… Y, por supuesto, durante el franquismo no era comparable ser tachado de rojo que de monárquico; las consecuencias no eran las mismas ni por aproximación. No era lo mismo ser Marcelino Camacho, rojo confeso, que Cayetana de Alba, monárquica confesa. O Nicolás Sartorius Álvarez de las Asturias Bohorques, hijo del monárquico conde de San Luis, que pasó seis o siete años en la cárcel, no por ser hijo de monárquico, sino por comunista. Y no te discuto que al dictador le sacaran de quicio los monárquicos, pero de ahí a ocupar el mismo saco que los izquierdistas…
Es más, hasta 1940, los monárquicos estaban seguros de la restauración, pero entonces el dictador sacó aquellas monedas con su efigie y la leyenda «Francisco Franco Caudillo de España por la Gracia de Dios» y se les cayó el velo, y fue, a partir de ese momento, cuando empezaron las conspiraciones, el Manifiesto de Lausana y las purgas (discretas y sin violencia) entre los militares adeptos a la monarquía, que pasaron a la reserva y se acabó. Pero hasta entonces, todos, incluidos Alfonso XIII y su heredero, cantando el Cara al Sol y lo que hiciera falta.
Estás mezclando épocas muy distintas. No es lo mismo lo anterior a 1940 (un solo año desde la terminación de la guerra), que la época del «metalúrgico de hierro» y Sartorius. Yo las he vivido todas, pero de mis recuerdos anteriores al 44 no me fío mucho. ¿Por qué el 44? Pues porque ese año hice la primera comunión y eso es practicamente un rito de paso.
No, no corresponden a la misma época. Cierto. En realidad, hay dos etapas en las relaciones de los monárquicos con el franquismo: La primera, desde la sublevación hasta mediados de los años cuarenta, donde no hay fisuras y la otra, a partir del Manifiesto de Lausana, de tensión, dimes y diretes y mucho correveidile de Madrid a Estoril y viceversa. Tampoco el nombramiento de Juan Carlos como heredero a título de rey ayudó mucho, porque los monárquicos, muerto Alfonso, eran juanistas.
Esta España nuestra ha dado grandes personajes que forman parte importante de la Historia, y un libro (una colección de ellos) es un testimonio perenne de una época, lugar, política, sociedad, etc.
En este caso, menos mal que estaba viva su esposa para replicar con esa carta, ya que viniendo de alguien tan allegado a él, nadie podrá dudar de la veracidad de su testimonio.
De Guzmán fue, sobre todo, un cronista de aquello que vivió y que en su trilogía es, a la vez, un alegato contra la violencia, contra la guerra. Estos días estuve repasando Nosotros, los asesinos, y me sigue estremeciendo, porque cada nombre, cada suceso es el reflejo de la realidad que el escritor vivió en los centros de internamiento donde estuvo. Las palizas, las sacas, el hambre, el coraje, la desmoralización, la solidaridad, los suicidios… Es un conglomerado terrorífico donde bestialidad y humanidad ocupan el mismo espacio. Que, además, tras pasar lo indecible y mantener firmes las covicciones, se labren suspicacias sobre la trayectoria periodística solo puede llevar a que, quien conoció la labor ejercida, se enfrente a cualquiera que pretenda ensuciar la memoria del escritor; y en eso su viuda reaccionó con celeridad y acierto.
Desconozco a esos autores porque mi nivel cultural no da para más, pero siempre he dicho que los libros deben servir para unir a las personas. Especialmente en un país tan dividido como es España. Qué triste que tengamos que pegarnos, desprestigiando incluso a los que han fallecido. Se ve que está en nuestra naturaleza. En cuanto a las rectificaciones, nunca sirven, pues llegan tarde y mal.
Ignoro si Elorza rectificó o no; tampoco era necesario porque las puntualizaciones hechas por Carmen Bueno estaban bien fundamentadas por la trayectoria de los mentados y el destino que tuvieron tras la guerra. El simple hecho de que no se arredrara ante el peso intelectual de Elorza ya dice suficiente de ella.
Hablas al inicio de las novelas de quiosco. Me trae el recuerdo de mi madre que solía leerlas e intercambiarlas. Le gustaban no las de amoríos sino las policíacas y es posible que entre ellas hubiera alguna de ese autor. Muy interesante el debate sobre los monárquicos en la dictadura.
Saludos.
JBernal
En su momento las novelas de quiosco tenían su público, aunque desde la intelectualidad no se las considerara verdadera literatura. Lo importante es que tu madre disfrutara leyendo y se entretuviera y, sí, es posible que alguna fuera de Eduardo de Guzmán o de otros ilustres que también las escribieron (como Francisco González Ledesma, que se dedicó a ellas antes de ganar, en 1984, creo, el Premio Planeta).
Senior Citizen es una extraordinaria debatiente; tiene muchas tablas. Que, si lo deseas, puedes participar, ¿eh?
Saludos.