«Dioseta»: Archivo personal
“¿Pero es que esta criatura no calla nunca…? Qué ferfeta[1] es, madre mía”; dice María Petra girándose desde el asiento del copiloto hacia la pequeña. “No, no. Sé hablar hasta buceando. Mira, mira… La carretera vieja del valle de Aquilué ya no se ve… Mamá, ¿se habrán helado los arbustos donde coges los pacharanes?”. “Revivirán, no te preocupes”, responde la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio atenta al último tramo de la transitada carretera que desciende por el puerto de Monrepós. “Mamá, no quiero quedarme en la zona de debutantes. Es un rollo… Quiero subir a esquiar con vosotras más arriba… Cerca de Culibillas. Y me prometiste llegar hasta el ibón”. “La ruta del ibón la haremos en verano”. ”Eso lo dices siempre y lo vamos dejando, lo vamos dejando… ¿Sabes qué estoy pensando…? Que al cerdito que me va a regalar Pablo lo voy a llamar Balaitus, como el dios que se enamoró de Culibillas…”. “No sé si vamos a poder quedarnos con el cerdito…”. “¿Y por qué no…? Yo lo cuidaré. Me dijo Emil que le construiría una zolleta[2] cerca de la parra… Y el cerdito va a ser mi regalo de cumpleaños. Los regalos de cumpleaños no se devuelven… Pablo me dijo que me lo daría porque sé cuidar muy bien a los animales… Le daré de comer y lo ducharé con la manguera…”. “¿Y cuando estemos fuera de casa varios días seguidos, qué…?”. “Pues… Igual que hacemos con los perros y los gatos. María Petra puede…”. “Eh, eh, eh… A mí no me liéis más con vuestro zoológico”, protesta la aludida.
A las diez menos cinco de la mañana el vehículo llega al aparcamiento vigilado por los 2.509 metros de la peña Culibillas, a quien la pequeña lanza un beso que el viento atrapa y transporta, raudo, hasta la grieta donde se agita el corazón de la petrificada diosa del valle de Tena.
NOTAS
[1] En aragonés, cigarra.
[2] Id, dimin. de zolle, pocilga.
La leyenda no la sabía y me ha parecido preciosa. Le deseo a la «dioseta» que el cerdito Balaitus termine ocupando la «zolleta», se lo merece por todo lo que me ha hecho aprender y reír con sus palabras.
Felices domingo y semana.
Nuestros ancestros, demasiado lejos del mar para elucubrar sobre terroríficos monstruos de las profundidades, convirtieron las moles montañosas en seres fabulosos de tierra adentro cuyas historias nos siguen encandilando y hacen soñar a las pequeñas diosas humanas amantes de los cerditos.
Buena y relajada semana.
En nuestra provincia, tenemos montañas y tenemos mar, pero estoy tratando de recordar alguna leyenda de esas y creo que no las hay. Se ve que los granadinos somos poco aficionados a la fabulación…
Parece extraño, con ese inmenso Mulhacén al que mirarían embobados los primeros pobladores.
Has ido a mencionar precisamente la montaña que sí tiene una leyenda, pero no de dioses sino del rey Muley Hacen, que se dice que está ahí enterrado y de ahí su nombre, aunque nunca ha podido verificarse.
…me refería precisamente a eso; a viejas historias en las que las montañas se presentaban como seres entre humanos y divinos con portentosas cualidades.
Son dioses que perduran en el tiempo. Ojalá que nos cuiden, porque falta nos hace.
Aún hay esperanza… No de que esos gigantones regresen mágicamente a la vida sino que los seres humanos pongamos en común nuestras mejores actitudes.
Eso de Culibillas y Balaitús, me suena mucho, creo que he publicado yo algo así en alguna ocasión…
Claro, me sonaba, «Formigal (leyenda)» y observo que tu comentaste en aquella ocasión.
No recordaba que habías relatado la leyenda de Formigal en el blog seis años atrás. En la virtualidad el tiempo parece anclado en un presente inamovible.
No conocía esta Leyenda, pero me gustó mucho tropezar con ella.
Ideal para que estas lindas y ocurrentes diosetas, dejen volar su imaginación y se sientan parte de la misma.
Las leyendas siempre enriquecen la historia de un lugar, y nos llevan a querer saber más, de una manera amable y curiosa.
Gracias por compartir, Una mirada…
Los lugares con leyenda suelen observarse con mayor intensidad; porque, aun cuando seamos conscientes de la fabulación, la mitología -incluso la de andar por casa- fascina e imanta.
Gracias a ti por acercarte.
Buena historia de dioseta! Desconocía las dos notas al pie, por un momento creí que ferfeta era un derivado o modificación de perfecta, veo que nada que ver.
El viento es el héroe de esta historia, al servicio de la dioseta
Beso!
Las notas al pie son fundamentales porque las personas a las que se nombra, aunque se comunican en castellano, lo salpican con vocablos exclusivos de la zona donde viven.