«Iliane in Ice»: Gorka Zarranz Fanlo
De regreso en Orreaga, con la helada adherida a ropa y cabellos y el aliento casi cristalizado, descubrió la muchacha que el libro que tan cuidadosamente guardaba en su mochila había desaparecido. “Se me debió caer en la subida a Ortzanzurieta, cuando saqué la cámara fotográfica de Gorka”, dijo. Y a continuación anunció: “Voy a volver a ver si puedo recuperarlo”. Pero la meteorología, la hora inapropiada y la oposición del resto del grupo desbarataron sus planes y Muerte en Persia, de Annemarie Schwarzenbach, se descompone ahora en algún lugar entre Ibañeta y la imponente montaña que vio llorar a Carlomagno la muerte de Roldán. O así lo relataba la propia Iliane, ante una veintena de personas —en su mayoría mujeres, sentadas en sillas puestas en semicírculo— en la charla dada el viernes cuatro de marzo que, bajo el lema genérico de Femenino Plural, formaba parte del abanico de actividades organizadas por la Asociación de Mujeres del Barrio para este tercer mes del año.
ACOTACIONES
Annemarie. Inteligente y cultivada. Viajera en permanente huida; ansiosa, dipsomaníaca y morfinómana a temporadas, amiga impulsiva, andrógina y lesbiana.
Annemarie. Autora de Muerte en Persia, un diario personal que se inicia en 1933, cuando sube al Orient-Express, en un periplo viajero que durará siete meses y que compone un mapa de tristeza, desesperación, aislamiento y búsqueda interior entre caravanas de camellos, tormentas de arena y ruinas históricas, en un extraordinario y, en ocasiones, alucinante collage literario donde la autora, combinando ficción, hechos sobrenaturales y retazos autobiográficos, realiza una sentida crónica de sí misma bordeando los abismos de la existencia.
Apagóse la vida de Annemarie Schwarzenbach en Sils (Suiza), tres meses después de golpearse la cabeza con una piedra tras lanzarse en bicicleta por una pendiente, quizás buscando la muerte. Tenía 34 años y muchas vidas gastadas.
Yo estuve por allí el 30 de Agosto de 2008, si lo hubiera sabido, a la vuelta me hubiera dedicado a buscar el libro.
Por cierto en aquella ocasión me armé un pequeño lío con Orreaga o Roncesvalles, se puede ver aquí.
Difícil que hubieras encontrado ni siquiera un rastro minúsculo del libro puesto que faltaban ocho años para que se perdiera..
Qué chica más decidida, tu hija.
¡Qué carita de frío tiene Iliane…! No conozco los Pirineos de Navarra fuera de la zona limítrofe con el Valle de Ordesa ni había oído el nombre de esa autora y mucho menos su novela de manera que este escrito me sirve como inicio de nuevos aprendizajes.
Mis condolencias por el fallecimiento de Silvestre.
Un abrazo.
Siempre se está a tiempo de acercarse a los unos y a la otra, querida Pili…
Muchas gracias por tu sentido recuerdo.
Que pronto se cansan de vivir algunos, cuando ni siquiera han empezado… ¿No sienten curiosidad por saber que les depara la vida?
Suponiendo que la temeraria acción de Annemarie no fuera sino una extraña manera de llegar al final -e, insisto, que únicamente es una suposición-, no creo que la falta de curiosidad la empujara a ello; quizás la confusión, cierto hastío… Es tan difícil precisar las íntimas motivaciones de un ser humano para elegir uno u otro camino…
Si aguanta hasta la primavera, que me asomaré por allá a recomenzar el Camino en compañía de mi pequeño, lo buscaré, y si lo encuentro, le aviso. Eso sí, después de leermelo pues es un libro lleno de aventura en todos los sentidos.
Eso sí sería milagroso… Que encontraras un libro traído y llevado por las inclemencias meteorológicas…
Buen Camino, peregrino.
bueno ¿hacemos una recolecta y le regalamos el libro?, no se va a quedar sin terminarlo ¡vaya!
…pero si le faltó tiempo para hacerse con otro ejemplar.