«Rincón»: Archivo personal
Son siete, aunque la estupenda camarera que atiende la mesa redonda del rincón sólo cuente seis comensales, todas mujeres en esa edad indefinible que supera los cuarenta. Son seis y Liliana Felipe, que va —mordaz, provocativa e incorpórea— de oreja en oreja, tarareando Las histéricas somos lo máximo, mientras las dos bandejas de caracoles a la antigua se van vaciando con más brío que el Viñas del Vero rosado que se refresca, solitario, en la champanera.
Desfilan las tostadas de pan de cristal con tomate licuado acompañando las lonchas irregulares de jamón ibérico recién cortado.
Más rosado.
Una fuente de ensalada de Camembert, rúcula, membrillo y frutos secos; otra de sardinas a la brasa con romescu. Una más de atún marinado con vinagreta de verduras.
Charla. Risas. Muchas risas. Recuerdos.
Más rosado.
Más recuerdos.
Sorbetes de mandarina y limón. Cafés. Licores. Y Liliana Felipe —siempre presente e invisible— tocando en un piano diminuto Nos tienen miedo porque no tenemos miedo, sentada sobre el cuello de la última botella de Viñas del Vero ladeada en la champanera.
Cuando las seis comensales vuelven a los brillos de la noche callejera, la intangible trovadora argentina les lanza un beso, corretea hasta la esquina e, impulsándose, sube junto al entoldado de paraguas rosas que se balancean al compás del optimismo.
Comensales invisibles pero presentes hay en muchas reuniones de estas, pero algunas veces pesan como una losa, se hace insoportable la silla vacía también invisible.
Así es. Siempre hay personas que, de tanto formar parte de la memoria, se hallan instaladas en lo cotidiano.
Caracoles con ajolio? Me apunto, ¡porfa una silla más! Iba a poner una canción de Liliana Felipe, «A su merced» sin embargo se me ha olvidado el enlace, pero como acabo de escuchar dos canciones, prefiero ocuparme de que no quede nada en la mesa, que es un derroche tirar algo a la basura. El café descafeinado por favor, que si lo tomo con cafeína no duermo.
Caracoles con ajolio, lo que se tercie y un descafeinado… Vale. Tomo nota para transmitir el mensaje a quien corresponda.
por aquílicua toas las chicas de rosa se fueron a la puerta del sol, Un gran día para ligar, decía uno de mis amantes, tolos bares del centro llenos de mujeres sin miedo, esto es para teer miedo, decía otro….
Otro domingo de mani en Madrid. ¡hostia, tu!, va a ver que hacer una mani para que den el derecho de un día sin mani en Madrí.
(pero va, si son de estas se sobrellevan bien),
Un saludo rosa.
Ah, pero es que las celebraciones son mejor por la noche y en grupos reducidos, donde tanto viste el rosa, como el violeta o el rojo combinado con el negro…
Salud(os).
Describes una cena tan placentera que no me importaría unirme en la siguiente oportunidad.
Te deseo un estupendo fin de semana con una hora de más que viene tan bien.
Un beso.
Buena semana y… buenas cenas en excelsa compañía.
Otro beso.
Qué buen fichaje musical y qué buen sitio para darse caprichos de boca… :-D… Es el tomateyjamón, ¿no? 😀
Salud.
Sí, se trata de ese restaurante de la calle Padre Huesca, aunque me temo que a Liliana todavía no la han descubierto.
Salud.
Ahora que me han forzado a ponerme a régimen, sufro leyendo cosas como esta… Por cierto ¿cómo son los caracoles a la antigua? Lo digo porque me encantan tanto con tomate, como a la borgoñona o a la llauna…
Salud!
Dicen que, a partir de las dietas impuestas, se descubre el placer de los alimentos vetados… Paciencia.
El truco que hace de los caracoles a la antigua una delicia es que se cuecen en agua, aceite de oliva y plantas aromáticas (laurel, tomillo, romero), dándoles esos aromas vegetales un sabor inimaginable.
Salud (…y a seguir el régimen aunque duela).