«El señor e las msocas»: Archivo personal
«Es en las elecciones democráticas donde los pueblos legitiman a sus representantes«, proclama Mariano Rajoy Brey, crecido y peleón, mientras la policía blande las porras ante, sobre y tras el irreductible inconformismo que deambula —todavía, aunque tediosamente mermado— por plazas, callejones y avenidas.
Diez millones ochocientos sesenta y seis mil quinientos sesenta y seis votos apadrinan a quien, según su ministro de Exteriores y Cooperación, ha renunciado a la riqueza “por entregar su vida en servicio de España y en servicio de los demás”.
Diez millones ochocientos sesenta y seis mil quinientos sesenta y seis justificantes para mentir, alterar su propio programa electoral, sanear la pésima gestión bancaria, privatizar y/o demoler los servicios públicos, desasistir y empobrecer a la ciudadanía y desentenderse de los desmanes urdidos en los despachos de la sede de su partido.
La piovra[*].
Sestea la ira tras las persianas bajas mientras el registrador de la propiedad, en excedencia, departe, servil, con el empresariado patrio.
NOTA
[*] Palabra italiana que significa, en sentido literal, «pulpo», pero que, figuradamente, puede traducirse como parásito y/o mafia, en referencia a aquellos grupos de poder cuyos tentáculos copan y controlan la política y la socioeconomía.
De «pulpos» estamos todos bien servidos.
Los diez millones ochocientos sesenta y seis mil quinientos sesenta y seis y todos los demás, porque en todos lados, «cuecen pulpos»
Abrazos
Es cierto; en todas partes cuecen pulpos… Pero los tentáculos de éste los tenemos alrededor del cuello.
Más abrazos, Trini.
Algunos viven muy bien con la coartada de los votos.
Salu2.
…conforman, Sands, la peana sobre la que se alzan para imponer lo contrario de lo prometido a quienes votaron sus siglas.
Lo grave es que si en este momento se convocaran elecciones, tendría diez millones ochocientos sesenta y seis mil quinientos sesenta y cinco. (El voto que falta es el de un militante que se fugó a un paraíso fiscal.
Eso me temo, Senior citizen. La perrera ganadora será la misma, aunque cambien al perro -que lo cambiarán-.
De charlatán tiene mucho; cuando a él le interesa, cuando le piden los demás que hable y de la cara, se calla como un muerto.
Y de pícaro y mentiroso no digamos, creo que todo lo que dijo en la elecciones, lo ha contradicho en la actualidad.
Opino que ahora bajaría bastante de esos casi 11 millones de votantes, pero también lo haría el PSOE y los votos irían a pasar a partidos con poca representación política, con lo que probablemente volverían a salir los mismos, pero sin mayoría.
Pues ya se sabe, Jubilado: bipartidismo al canto. Ora PP con PNV y CiU ora PSOE con Ciu y PNV. Ese es el negocio que se han montado «los dos grandes». Y por él van a degüello. Pero la intuición me indica que tenemos Pepé para rato.
He leído un estudio en el que se ve que el PP no cambia apreciablemente de votos de unas elecciones a otras y el ganar o perder depende de los votos que tenga el PSOE y de la abstención. O sea, que tiene unos votantes que le son fieles haga lo que haga y de ahí su indiferencia y el «pasar» de las protestas.
Y, seguramente, será así. La fidelidad -ahora masoquismo- es más firme en el PP que en el PSOE, por ejemplo; quizás porque la izquierda no perdona a quienes se proclaman izquierdistas determinadas veleidades.
Una de mis mayores desilusiones en política fue cuando Boyer se casó con la Preysler, pues entonces me di cuenta de que aquellos de socialistas tenían poco.
Incluso sin la anécdota de la boda, hace mucho tiempo que el socialismo y el obrerismo del PSOE andan perdidos.
Es que se suponía que un socialista debería odiar el mundo que representa la de las balsosas.
También se les supone una mayor empatía con la sociedad con menos recursos y, ya ves, algunos aprovecharon su paso por los despachos para coger tajadón y regalar tajadas a sus afines. Prácticamente, la balanza de chanchullos está nivelada entre PSOE y PP.