«El vigía»: Archivo personal
Pasado el bosquete de hayas, ya murmura el río encajonado entre las peñas que forman el pequeño congosto. Por el estrecho sendero de arenisca que circunvala, a modo de alféizar, la mole pelada y rocosa, se escuchan los pasos, firmes y espaciados, de las caminantes. Una gruesa soga deshilachada —frágil y vestusto asidero— separa los cuerpos andantes de la cortada que se precipita hasta el vaivén de las aguas. Al final de la travesía unos peldaños metálicos anclados en la roca devuelven a las aventureras al circuito oficialmente señalizado que termina —o se inicia, según se mire— en las inmediaciones del azud. Y allí, en equilibrio sobre la barbacana, como aguardándolas, el gato.
Jajajaja.. el gato chismoso.
Chismoso, territorial, madrugador y zalamero.
Por ese paso, te puedo asegurar que ni aunque la soga fuera una cadena, me atrevía yo a pasar.
El gato era un vigilante fabuloso.
Se cantaban los maitines bien a media noche o bien en las primeras horas del día. Claro que cuando en el trabajo nos tocaba madrugar demasiado, en lugar de maitinada, nosotros de manera menos prosaica decíamos «que nuestro turno era, cuando todavía el ayuntamiento no había puesto las calles»
Cuando se amadruga parece que el día contiene más horas, más espacio. Y si se quiere realizar una buena caminata, hay que aprovechar esas primeras luces, cuando el Sol está medio amodorrado. Y, tienes razón, ese paso conlleva cierta dificultad, que se olvida ante las espléndidas vistas.
O sea, que el gato se ha quedado viéndolas llegar mientras las caminantes caminan. No saben nada los gatos…
…y porque sabe que, cuando regresan, hacen una parada en el bar; y allí sí las acompaña -hasta la entrada y entre zalamerías- porque siempre cae algo.
…Esperando el regreso. Paciente y solo el gato. Y hermoso
Abrazos vespertinos
Ah, pero es que la paciencia tiene, en este caso, una buena recompensa.
Otro abrazo.
Un paseo maravilloso que estuve a punto de perderme y no sólo el paseo, sino el poder juguetear un poco con ese hermoso gato.
Os llevariais bien; es un gato que, pese a ir por libre, es marrullero con los seres humanos.