«Al otro lado»: Archivo personal
Una voz suena, pero no la entiendo. Me aproximo.
—No tiréis, que soy un legionario. ¡No tiréis! —sigo gritando.
Una patrulla sale. Me reconoce. Entramos. Es un destacamento pequeño de cazadores. No conozco a nadie. El oficial me lleva a su tienda. Con él está el sargento y algunos soldados. Los más, quedan en la puerta. Pero todos callan, todos escuchan.
El teniente me da una copa de cognac. En pocas palabras explico. Me preguntan mucho. Contesto poco. Me preparan cosa caliente de comida. Como con apetito. Tengo sueño, mucho sueño. En una cama que me hacen, de casi un metro de paja bien acondicionada, me acuesto.
El sueño viene cargado de imágenes. El pasado, el presente y el porvenir forman una mezcla confusa e hiriente en medio de la cueva donde todavía creo hallarme. A mi lado, dormida sobre mi brazo, está la joven bella con sus ropas destrozadas y los senos mordidos, sangrantes, al descubierto.
Estoy en el hospital ya repuesto.
El otoño me trae la licencia definitiva de soldado después de cumplidos mis tres años de compromiso.
Me despido de los camaradas. Parto.
Paso por Ceuta. Cruzo el Estrecho. Piso España. Ya estoy otra vez solo. Completamente solo en medio de una civilización exuberante en la que nada tengo. Ni pan siquiera para sustentarme a mi llegada. En la que nada soy más que un despojo que se reincorpora a los despojos. Con dolor y espanto voy penetrando en ella.
Los ojos de mi experiencia me muestran las manifestaciones brutales de la civilización en su vida interna y externa. Y temo a medida que el tren avanza.
Temo llegar a los centros de la vida civilizada. Temo que el tren se detenga. Temo el momento de apearme. El momento de hallarme solo en esta espléndida barbarie organizada.
—Fragmentos finales de La Barbarie Organizada. Novela del Tercio, de Fermín Galán—.
En 1926, mientras cumplía condena en la prisión militar del convento de San Francisco, en Madrid, por su participación en la Sanjuanada, concluyó Fermín Galán Rodríguez (1899-1930) su novela La Barbarie Organizada. Novela del Tercio, cuyas primeras cuartillas había comenzado a escribir en 1923 y que, incluso entrando en la imprenta en 1930, no vería la luz hasta la proclamación de la II República, cuando su figura y la de García Hernández (1900-1930) se convirtieron en mitos republicanos tras ser fusilados ambos capitanes en Huesca como consecuencia del fracaso de la Sublevación Republicana de Jaca de 1930, de la que hoy se cumplen noventa y un años.
Si bien Galán, pese a su pertenencia al estamento militar, ya había expresado su ideario afín al anarquismo en diferentes publicaciones, es en esa ficción, tan dura como breve, donde su voz —a través de su alter ego, Gustavo Pedrol de Nieva, soldado legionario— va desmenuzando los entresijos del poder establecido en esa sibilina organización de la barbarie fundamentada en la concepción de una pirámide social en la que la soldadesca oficia de despojo humano ofrecida en sacrificio para el mantenimiento de una jerarquía en cuya cúspide se asienta la inútil monarquía lisonjeada por los poderes militar y eclesiástico.
La Barbarie Organizada, aun careciendo de la calidad literaria de la senderiana Imán, es un alegato antibelicista, antimonárquico y anticlerical, un cumplido vademécum filosófico de corte anarcoexistencalista que va tejiéndose, renglón a renglón, mientras el lector asiste, horrorizado, a la escenificación de una guerra colonialista, tan salvaje como estéril, que no tiene más coartada que la perpetuación de una sociedad degradada, fieramente injusta, que sirve a los intereses de unos pocos a costa de la desgracia de muchos, en una constante de siglos que rebasa el contexto imperialista expuesto por Fermín Galán y sigue manifestándose en este siglo XXI que nos acoge.
No conocía a Fermín Galán, sin embargo ya no puedo decir lo mismo. Esto me ha recordado dos cosas, primero que yo pese a no ser legionario tuve mucho contacto con la legión. En las Palmas de Gran Canarias en el cuartel de Mata, había una representación de todos los destacamentos que había en Ifni, un día que no teníamos nada que hacer se me ocurrió vestirme de legionario, pero para ello tuve que pedir ayuda a alguno que tuviera aproximadamente mi tamaño para que me prestara su uniforme, aquí está la respuesta.
Otra, ante el párrafo —No tiréis, que soy un legionario. ¡No tiréis! — En el campamento de Ifni, las letrinas estaban separadas alrededor de un kilómetro, por la noche había soldados de guardia rodeando el campamento, normalmente si tenías un apuro fisiológico al soldado que estaba de guardia le decías «oye que vuelvo en un momento», por no ir hasta las letrinaspero había uno muy puñetero que te dejaba salir sin problemas (allí no había puertas, ni vallas, era campo abierto), pero a la hora de entrar te pedía el santo y seña cosa que no conocías y tenías que aguardar al cambio de turno, 2 horas para poder entrar si es que el nuevo centinela te dejaba entrar. Yo al salir le advertí y al entrar no tuve problemas.
Ese ¡No tiréis! del protagonista de la novela tiene su aquel porque el legionario había conseguido huír de donde lo tenían preso los rifeños y necesitaba llegar a una posición española en aquellos parajes nocturnos e inhóspitos para ponerse a salvo.
De la Legión estoy algo informado y tengo bastantes fotografías porque una persona, ya fallecida, de mi entorno se enroló allá por 1948 hasta el cincuenta y pocos y nos contaba anécdotas de aquella época. Hasta un tatuaje de un oasis llevaba en la muñeca, hecho de manera rudimentaria. Guardaba buenas vivencias, aunque decía que allí se había topado con la mejor gente y la peor. Tenía un pésimo recuerdo de cuado le tocó hacer guardia ante el Cristo ese de Málaga (él, que se cagaba en todo el santoral y la parentela divina porque era anticlerical a tope), decía que lo más asqueroso era el pestazo de los cirios mezclado con la tufarada de los pintes y colonias de las señoronas con mantilla. Fue hasta chófer improvisado de Millán Astray en un par de ocasiones…
Oye, que te queda muy bien el uniforme.
Si yo te contara… Un capitán legionario nos instruía a unos cuantos reclutas recién llegados a Ifni y a mi todos los días me decía que me pasara a la legión, comería mejor, vestiría con mayor elegancia y me quedaría algo de dinero para mis pequeños gastos. Hasta que un día le pregunté, con miedo a su contestación que porque su afán de que pasara a la legión y sinceramente me contestó que había leído en mi ficha, que yo era especialista en equipos de microondas en Telefónica y ellos tenían un equipo que nadie sabía hacerlo funcionar, por ello su insistencia.
Mi contestación fue tajante, «Mire mi capitán, mi padre me ha dicho que en la mili, voluntario ni para comer»
Me dio la razón y ya no volvió a incordiarme en ningún sentido.
Tuve muchos más contactos con la legión, pero eso lo dejaremos más adelante.
Y qué razón tenía tu padre… También había cierta lógica en la insistencia de ese capitán si carecían de quien se ocupara de ese equipo y tú eras el único que él conocía con capacidad para manejarlo. No he hecho la mili pero sé que, aquellos que tenían alguna habilidad, terminaban obigados a ponerla al servicio del mando de turno; como para negarse…
Son historias emocionantes pero que desde la distancia me resultan también tristes.Sólo leyendo la historia de España desde mediados del siglo 19 hasta la guerra civil de 1936 se puede comprender la miseria moral de la clase política española de aquellos tiempos .
La sociedad tenía necesariamente que ser ignorante y violenta con una clase dirigente corrupta manipulada durante décadas por intereses económicos de grupos de empresarios sin escrúpulos. La historia juzga duramente a quienes tuvieron todo, poder, dinero y las estructuras para mantenerlo durante tantos años y llevaron a España a una vorágine de tragedias sangrientas desde Marruecos hasta la guerra civil y sus consecuencias, que aún pagamos.
Así fue, pero del descontento surgió la posibilidad de terminar con aquella pirámide levantada sobre las injusticias, de luchar contra ese organigrama impuesto para mantener esa división social de opulencia y miseria. Cuando las clases desfavorecidas alzaron la voz se desarrolló esa conciencia social emanada del obrerismo nacido con la revolución industrial. Esa fue la constante de aquellos años, la lucha política reconvertida en lucha social.
Y en este momento, los barrios obreros votan al PP…
O a VOX, si me apuras…
Me parece que los votos que pueda tener Vox entre el obrerismo son poco significativos.
Según un estudio de los últimos resultados electorales los barrios tradicionalmente obreros votaban al Psoe; detrás, al Pp.
¿Los barrios de obreros en paro? No se que te diga…
Muchos de esos barrios fueron feudos, anteriormente, de Izquierda Unida. Y fíjate, que pese a votar actualmente al Psoe, se ha incrementado el voto al Pp, que es lo preocupante, aunque cada cual, lógicamente, vota a quien quiere o, si así lo desea, no vota.
Yo tampoco conocía a Galán. Ahora leída su reseña, le pongo en contexto dentro de la historia. Como siempre interesante y muy bien documentado texto, apoyado por los comentarios enriquecedores de Emilio Gil y tus respuestas, que son en si mismos, como otro post dentro del post. La etapa que describes debió ser tremenda y convulsa como lo serían los años siguientes que desembocaron en la guerra (in)civil. Leyendo estas historias no es dificil hacerse una idea de la complejidad social de la época, con un denominador común que llega a nuestros días, que has resumido en el último párrafo: los intereses de unos pocos a costa del esfuerzo de muchos. Un abrazo.
Fermín Galán y la misma Sublevación Republicana de Jaca se han ido desdibujando con el paso del tiempo; quizás sea en Jaca (donde se inició) y en Huesca (donde fueron fusilados y enterrados los dos capitanes) donde se mantiene vivo el recuerdo cada 12 de diciembre, porque aquellos hechos del pasado no fueron fruto de una asonada militar sino de una revuelta social que pretendía dar la puntilla a un entramado feudal que no favorecía al conjunto del paisanaje. Y está claro que no puede existir una sociedad de iguales bajo la bota política de quienes se consideran por encima del resto.
Cordialidades.
Siempre nos traes libros y autores interesantes que desgranan muy bien esta parte de nuestra Historia. Lo hacen especial por sus convicciones y porque lo vivieron en primera persona.
Es un tema que da para mucho, Una mirada. Sin llevarlo a los extremos, es para mí la mejor versión de podemos encontrar. La más justa, real y equitativa.
Un abrazo!
Además de lo que comentas, hay que pensar que Galán no era un simple soldadito de a pie, sino con cierto mando, lo que demuestra la comprensión y sensibilidad que tenía hacia quienes se veian obligados a dejarse la integridad física sin conocer con exactitud dónde se habían metido y la razón para luchar contra quienes eran tan desgracados e ignorantes como ellos mismos.
Más abrazos.
Me das ganas de leerla. Aunque me das más de ganas de leer Imán.
Es increíble que los de extrema derecha ya no tienen nada de pudor al hacer comentarios, pueden decir lo que quieren y a los gritos, sin despeinarse por ello.
Uds han visto crecer la extrema derecha en Europa. Por acá no era más que un grupete, una pandilla. Pero en Buenos Aires Capital en la última elección intermedia uno de estos personajes obtuvo 17 pts.
Mañana votan en Chile, espero los hermano chilenos elijan bien.
Cordialidades
Te sugiero, pues, que leas Imán, muy buena novela de Sender, aunque los hechos que describe te será lejanos en tiempo y espacio.
En Europa, esa extremaderecha y afines a la que aludes incluso gobierna en algunos países, embutida en rancio nacionalismo y poniendo en practica toda la xenofobia y el racismo que parecen llevar inyectado en vena.
A ver, pues, qué pasa en Chile mañana…
Abrazos.