«Prisoner Of Time»: Marie Otero
La vieja Viorica deposita sobre la mesa de madera manchada diminutas copas de cristal grueso y opaco donde apenas caben tres dedos de la tuica[1] casera con la que agasaja a sus visitantes.
–¡Salud!
–Noroc!
El piso es pequeño y antiguo, en un feo edificio de piedra gris cuya deteriorada fachada se levanta, de espaldas al río, en una calle de asfalto casi inexistente y acera agujereada.
En la vivienda el tiempo parece detenido entre los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, adherido al linóleo del suelo y al papel floreado de las paredes que delimitan un escenario de muebles y objetos que parecen formar parte del atrezzo de unos estudios cinematográficos.
Sobre la cocinilla de gas burbujea el rasol lanzando nubes de vapor desde la olla.
Viorica, que se defiende en un francés bastante aceptable, voltea una caja metálica colmada de fotografías y señala a su padre, Dragan, que formó parte del medio millar de comunistas rumanos que lucharon en la Guerra (In)civil española como brigadistas. Dragan murió un mes después de ser excarcelado de la prisión de Aiud, donde había estado preso seis años víctima, como tantos otros, de las purgas comunistas rumanas de finales de los años cuarenta.
Apenas a quinientos metros del entorno donde Viorica sirve la comida a sus invitados en una fina vajilla ornamentada con dibujos de orquídeas de color coralino, la ciudad muestra el rostro amable y atractivo del paseo y el puerto fluvial, donde los barcos y barcazas sajan las verdosas aguas viajeras del Danubio que avanza, lamiendo tierra, metal, madera y cemento, hacia el delta, antesala del mar Negro.
NOTA
[1] Aguardiente de ciruelas, típico de Rumanía.
Echaba de menos la serena belleza de tu prosa.
Tras leer este relato se te perdonan todas las ausencias pasadas y futuras.
No está la tarde para chupitos de tuica, pero no me importaría probarlo alguna que otra tarde más fresca.
Bienhallado.
Un abrazo
Un gozo saludarte e intercambiar abrazos y lecturas, Trini.
Da alegría poder leerte de nuevo y constatar lo poco que sé de esta historia que plasmas en tus post y que resulta tan interesante, pourque no es de la que nos enseñaron en la escuela, que esa de historia real tenía más bien poquito.
Ese licorcillo tiene que estar buenísimo….
Besos
Un «licorcillo» envalentonado, sí, de intenso aroma y sabor poderoso.
Más besos para ti.
He entrado a tu blog a través de otro del que soy asidua lectora, y te doy las gracias por la frescura de tus escritos. Me transportan a lugares y vivencias pasadas y , quién sabe, quizás futuras, llenas de matices en blanco y negro como los buenos fotogramas….
Un saludo de Nanita.
He entrado a tu blog a través de otro del que soy asidua lectora, y te doy las gracias por la frescura de tus escritos. Me transportan a lugares y vivencias pasadas y , quién sabe, quizás futuras, llenas de matices en blanco y negro como los buenos fotogramas….
Un saludo de Nanita.
Un placer ser tu anfitrión, Nanita, tras tantos momentos compartidos en la casa virtual de nuestra común y apreciada luminosidad.