«Fakefree»: Marko Beslac
Independientemente de la sentencia que la magistrada considere ajustada a derecho en el juicio civil -celebrado para establecer la propiedad de varias piezas de arte sacro– que enfrenta a los obispados de Barbastro-Monzón y Lérida, de lo que no hay la mínima duda es de la inveterada maña de conseguidores de dos de los más mentados por quienes pretenden que las piezas en litigio son propiedad del Museo Diocesano de Lerida: Josep Messeguer Costa, obispo, y Manuel Moll Salord, administrador apostólico.
Josep Messeguer Costa, fue obispo de Lérida entre 1889 y 1905 e impulsor del Museo Diocesano de la ciudad al que dotó con ornamentos, retablos y lienzos obtenidos de los pueblos y parroquias de su jurisdicción de manera asaz aviesa, arreglando, a espaldas del Vaticano, compras de arte sacro con los mismos sacerdotes que le debían obediencia y que, por razones fácilmente entendibles, se veían forzados a acatar las condiciones impuestas por su superior, o realizando estrambóticos intercambios para reparar la techumbre del templo a cambio de la reliquia del santo o el crucifijo de plata. De los modos y maneras del religioso para engrandecer su museo dio él mismo cumplida cuenta en un dietario donde llama la atención que el administrador de una diócesis ejerza labores de mercader de los bienes sujetos a su custodia -que no a su propiedad-.
Manuel Moll Salord fue, de 1938 a 1943 administrador apostólico de la diócesis de Lérida. En 1938, durante la Guerra (In)civil, y “para preservar las piezas del museo” envió a Zaragoza un número indeterminado de cajas -en varias de las mismas se encontraban algunas de las obras hoy en litigio- que se guardaron en el Depósito del Servicio de Educación zaragozano y que, en 1943, se apresuró a reclamar mediante carta cuyo encabezamiento no tiene desperdicio: “Declaro bajo juramento ser afecto al Glorioso Movimiento Nacional y, asimismo, legítimo propietario de los siguientes objetos…”
De los vestigios manuscritos de ambas ilustrísimas y los píos negocios del primero -y no de las reiteradas sentencias de la Signatura Apostólica del Vaticano instando al obispado de la ciudad del Segre a devolver las piezas sacras aragonesas a su homónimo oscense- parece que depende, según los letrados que defienden los supuestos derechos del museo leridano, el peso de la prueba, convirtiendo en chascarrillo el decreto de 15 de junio de 1995 de la Congregación de los Obispos que establecía la adscripción de “bienes y fieles”(sic) de las 111 parroquias aragonesas, hasta esa fecha bajo la férula del obispado de Lérida, a la recién creada diócesis de Barbastro-Monzón, situada dentro de los límites territoriales de la provincia de Huesca.
Quince años ya y como quien, bien guarecido, oye llover.
Addendum
Transpasáronse, pues, los fieles y se retuvieron los bienes, que los primeros son fácilmente mudables y los segundos inventariables.
Han pasado quince años y me temo que faltan aún algunos más para llegar a la solución.
Jueces e iglesia…
El refrán merece un monumento:)
Abrazos
Dentro de lo malo, las obras no se «perdieron» por el camino y tomaron direcciones «extrañas», digamos, museos privados o museos en NY, por decir algo. Al menos están en Aragón que ya es mucho.
Saludos
La solución, Trini, parecía clara a efectos vaticanos: los bienes de las parroquias aragonesas a sus lugares de origen; eso es, precisamente, lo que no se ha hecho en esos quince años transcurridos.
No, no, Esperanza, las piezas reclamadas no están en Aragón, sino en el Museo Diocesano de Lérida, que las considera propias.
Para ambas, Trini y Esperanza, mi cordialidad.
Como a los cuervos se les llama por aquí gallinas del cura, buen título y foto para el culebrón de los bienes.
Salud.
Gallinas del cura. Así es, Fer. Aunque nunca he sabido si la denominación se debía al color oscuro del ave o a determinadas actividades -de los cuervos, digo- en las que son expertos…
mmmm «ser el legítimo propietario» asegura bajo juramento????
en fin…
un abrazo de domingo para usted, querido amigo
…como para atreverse a enmendarle la plana, tras declararse -también bajo juramento- afecto al bando de los vencedores en la (in)civil guerra…
Otro abrazo, Almena, y buena semana.
Ups, leí mal.
Pues nada, teniendo en cuenta que están en Cataluña…. como si estuvieran en NY, perdidos.
Porque, además, ya sabes que devolverlos supondría dárselos a España y eso….. (léase con ironía).
Saludos
Pues fíjate, Esperanza, que yo lo que me pregunto es qué harán los Amics del Museu Diocessà si la sentencia es favorable al obispado oscense.