«El senderista»: Archivo personal
En el somonte de la reverdecida estampa montuosa de la sierra de Leyre, se agolpan las aguas del embalse de Yesa, a las que mira —desde la balconada pétrea donde fue erigido— el milenario monasterio. Danzan los pies viajeros por los senderos de tierra reblandecida y tatuada de surcos en los que el persistente sirimiri deposita con paciencia los alfileres acuosos a los que el Sol, aún no batido, hace destellar como si de caprichosas vetas de plata se tratara.
El aire dulcemente húmedo trae aromas a tomillo y espliego que se expanden entre abetos, encinas, avellanos y arces montejos, protectores de las pequeñas colonias de orgullosos agaricales [FOTO] que brotan aquí y allá, arropados por un mantillo de hojarasca que recibe, esponjoso, la firme acometida de las pisadas humanas.
Ascienden los senderistas por la pendiente herbácea, bajo la vigilancia de un águila culebrera, tal vez desplazada desde su hábitat en las espectaculares foces serranas en las que las rapaces mantienen su cuartel general; a medio camino, le toman el relevo una pareja de águilas calzadas que desaparecen tras el farallón de dolomitas y calizas entre las que se abre el Paso del Oso [FOTO].
Se aposentan los andarines frente a la abertura natural que enmarca las tierras del valle del río Aragón, en el viejo y pequeño condado que el gran monarca navarro Sancho III el Mayor dejó en herencia a su hijo Ramiro y del que este fue rey —el primer rey de Aragón—. Y allí, en el Paso del Oso, donde Aragón y Navarra se abrazan, parece detenerse el tiempo para los caminantes, que aspiran y otean, almuerzan, callan, reposan y olvidan la hora como si, en su fuero interno, pretendieran emular a Virila, el santo abad medieval del monasterio de Leyre que, un día, salió a pasear por las inmediaciones del cenobio y, abstraído en sus reflexiones y en el canto de un esforzado ruiseñor, cuando regresó al monasterio habían transcurrido trescientos años.



Qué gozo de olores y colores, ahora en otoño. Una delicia para los sentidos.
Las fotos preciosas.
A disfrutarlo todo.
Buenas noches. Un abrazo.
Hay lugares que, aún dejados atrás, se mantienen cercanos porque perviven las sensaciones percibidas.
Buenas noches, Azurea, y buen domingo.
Siempre es bueno pasear por esos bosques llenos de misterio y memoras. Te mando un beso.
Sí, se siente la vida a tope.
Otro beso, Citu.
Leyéndote, casi me siento una senderista más. Tal es tu forma de describir en la naturaleza entornos y sensaciones.
Qué disfrute lo que cuentas, amigo.
Un abrazo grande!
Me agrada, pues, que disfrutes con esa ruta de palabras e imágenes que nunca pueden sustituir el entorno real pero que ayudan a aproximarlo a entusiastas como tú. Con eso ya me siento satisfecho.
Otro abrazo para ti.
(Como el comentario está repetido, borró uno de ellos, ¿te parece?).
Post molto bello e interessante!
Muchísimas gracias por tus palabras.
Prego 🌹🌹🌹
Desde mi vida urbana y en un día que no he salido de mi casa, lo que nos muestras me parece otro mundo…
ES otro mundo, pero accesible. Tú disfrutarías pasando unos días en la hospederia del monasterio apartada de lo urbanita pero con personas con las que intercambiar pareceres; recogida en la Naturaleza pera cerca de lugares de interés como Jaca, Pamplona, el castillo de Javier… En un entorno exquisito, rodeada de árboles y con unas vistas espléndidas.
Coincido con Bisílaba en tu manera de describir la naturaleza con un nivel de detalle y expresiones que inevitablemente nos trasladan. Excelente las fotografías y enlaces. Particularmente la de los agaricales y la del Paso del Oso, que acabo de apuntar en mis excursiones pendientes, pues si bien he estado en el Monasterio de Leyre, no recuerdo dicho paso. Excelente. Un abrazo.
El monasterio digamos que es la visita obligada, pero el atractivo paisajístico de la sierra de Leyre abarca muchos lugares y diferentes senderos; hay impresionantes gargantas (foces), los valles de Salazar y Roncal, unas vistas que abarcan gran parte del valle del Aragón…
En cuanto a los términos y expresiones usados es inevitable que, a veces, aparezcan algunos poco familiares que procuro poner en un contexto comprensible o unidos a una foto para evitar añadir tantos enlaces; la Naturaleza, la montaña, van revestidas de su propio vocabulario y, aunque en algun caso existen sinónimos para algunos, abusar de ellos sería pervertir su esencia. La Foz de Lumbier o la Garganta/Desfiladero de Lumbier podrían, en principio, parecer lo mismo, pero es que Lumbier es una Foz, la Foz de Lumbier, de esa manera se la reconoce y nombra y no queda sino recurrir a enlazar su significado, lo mismo que las dolomitas son rocas que tienen partes calizas en su composición pero son diferentes de las calizas y dado que el término caliza se sobreentiende que se trata de una roca, si se añade dolomita, automáticamente la mente capta que es también una roca. Te comento esto para que comprendas cómo me organizo para mantener el vocabulario específico intentando no convertir un texto que quiere ser ameno en un completo galimatías. Ocurre lo mismo con «somonte» (que la propia palabra indica que SO es debajo o por debajo del monte y es extraíble del propio contexto)..
Perdona por haberme alargado pero me apetecía explicarlo.
Un abrazo.
Y yo te agradezco la interesante explicación 👍
Trescientos años entre un paraje tan hermoso, con el silencio del entorno, con las vistas que abrazan la retina y aspirando todo lo que la naturaleza regala, debió ser un sueño para este Santo Abad.
Yo no seré Santa, pero desde luego que me apetece mucho ir al sendero que aquí describes, mimetizarme con el lugar, y empaparme de la magia que los ojos alcanzan a ver y el alma logra sentir. Y cómo no, sentir esos 300 años en cuestión de minutos y horas.
Gracias por el paseo, apreciado.
¡Qué lujo!
Un abrazote tan grande, como el Oso que da nombre al Paso.
Imaginate cuando el bueno de San Virila regresó de su paseíco y quiso penetrar en sus dominios. Para entonces, algunos cambios se habían hecho en la estructura, el monje portero no sabía quién era el viejecito y el resto de hermanos tuvo que desempolvar trescientos años de legajos para reconocer que, efectivamente, un abad Virila había gobernado aque lugar pero se lo había tragado la sierra en uno de sus paseos… Y, como no podía ser menos, lo hicieron santo.
Y a mí no me extraña que, entre tanto canto pajaril y el vuelo de las ideas ,(y que no tenía reloj de pulsera ni móvil, que son muy socorridos), se le hiciera un poco tarde. Vete a saber si se dedicó a contemplar una ardilla trapecista o un oso bailarín ..
Abrazos y sonrisas.
La nature, PURA VIDA
Las fotografiías son preciosísimas 😍
Un alivio para los pulmones y un festival para las emociones y los sentidos. Naturaleza…
Salud.
¡Lo que es abstraerse en reflexiones y en el canto de un esforzado ruiseñor!
Me recordó la curiosa anécdota que cuenta Eco sobre el conde de Saint Germain. Dice que alguien que quería conocerlo para preguntarle si de verdad había conocido a Cristo, si había estado en la construción de las pirámides, etc etc…. pero apenas pudo llegar hasta el mayordomo del Conde, que era un anciano, y éste al ser consultado dijo: «pues no sé, yo sirvo a mi señor desde hace tan solo 400 años».
Buenas fotos, buen paseo por tu sendero de palabras poéticas.
Abrazos
Qué personaje, el mayordomo. «Solo» cuatrocientos años de servicio, el hombre… Digno compañero del conde y tan metido en su papel de Matusalén como él. La novela de Eco no tiene desperdicio.
Nos vemos. Otro abrazo.
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