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Archive for agosto 2024

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«Barcos rabelos en el río Douro/Duero (Oporto)»: Archivo personal


Vuelve mi pensamiento a tus aguas, Douro. Timonean mis ideas —entreveradas con briznas de la Castilla machadiana— asidas a las inmersas carenas calafateadas de los tradicionales rabelos que te surcan y me remolcan, otra vez, hacia la ciudad azulejada [FOTO] que refleja su historia en tus orillas.

Asciendo de tu cauce y serpenteo —calado e invisible— por tu amada Oporto; la remonto y sobrevuelo y me grita ¡Cuidado! la imponente y granítica Torre de los Clérigos, con su engallado barroquismo [FOTO] seduciendo catervas de turistas que invaden las rúas y se aglomeran a las puertas de la Librería Lello. La librería más hermosa del mundo, me susurra tu limo, secundándome en la búsqueda de un resquicio por el que traspasar la fachada [FOTO] y sermoneándome, a la vez, por no haber reservado el preceptivo boleto de visita turística.

Lo siento, lo siento, me disculpo, revoloteando, aturdido, entre chillidos de cerrojos de la antigua cárcel de la ciudad, construida en el siglo XVIII y cancelada tras la Revolución de los Claveles para transformarse en Centro Portugués de Fotografía. ¡Pardillo!, me gritan las celosías que aún guardan, bajo la capa de herrumbre, las huellas de los últimos cautivos [FOTO].

Desde el Palacio de la Bolsa [FOTO], me arrastra la brisa hasta el puente de don Luis I donde tú, Douro, me aguardas, me empapas en abrazos y me refriegas los poros. Se despide el limo dejando tras de sí un penetrante olor a cieno antiguo que danza prendido del oxígeno al compás de mi ¡Hasta siempre, Douro! ¡Volveré!, murmurado a novecientos sesenta y cuatro kilómetros de distancia.

Pero no hay respuesta. Solo el brillo burlón del Sol de la tarde aragonesa reinando sobre el césped sediento del jardín trasero.

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«Tentempié II»: Archivo personal


Van remitiendo la falsa calima que se cebó con la sierra y el inequívoco olor a hoguera que el domingo alertaron al vecindario de diferentes localidades en la creencia de que se trataba de un incendio en cualquiera de los bosques que festonean la retaguardia pirenaica. Quién nos iba a dar que la fumera venía de Canadá, como si ese país estuviera nada más cruzar el paso de cebra, comenta Toñín mientras deposita los zumos de naranja en la mesa donde aguardan Étienne y la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio, acomodados allí desde las ocho menos veinticinco de la mañana, aun antes de terminar de levantar el buenazo de Toñín la persiana metálica del establecimiento. ¿Pero eso es normal?, insiste. Joder, que hay una porrada de millas de océano entre Norteamérica y nosotros…. No te mates la cabeza, que aunque no sea lo normal tampoco es la primera vez que ocurre cuando por allá se les descontrolan los incendios. Igual que llegan los vientos, arrastran el humo por el mismo camino, y es inocuo, te lo digo yo. Está a demasiada altitud para influir en la calidad del aire. Además, el cielo ya no se ve turbio y el olor a humo es pura aprensión.

Poco a poco se ocupan las mesas vacías de la terraza y, tras un guiño y una sonrisa, se desentiende el solícito barista de sus dos madrugadores clientes para desplazar su humanidad  —uno noventa y cinco de alto y volumen de luchador de sumo, que lo aproximan más a un Toñón que a un Toñín—  hasta los parroquianos recién sentados.

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«Embalse de Belesar, en el río Miño (Lugo)»: Archivo personal


El extraordinario paraje que brinda a la vista el pantano de Belesar  —donde se embalsan las aguas del Miño—  oculta en el fondo de su depresión los once poblados lucenses que, náufragos, muestran, cuando el volumen hídrico decrece, los restos de un pasado detenido que acompaña al histórico puente romano que sufrió, también, la tromba para yacer, sin honores, en las entrañas del húmedo cementerio. Es el mismo puente que, allá por 1112, mandó destruir la resuelta Urraca I de León para poner agua de por medio entre ella y su segundo marido, el rey aragonés Alfonso I el Batallador, de quien huía tras un periplo matrimonial bronco a cuyo fracaso habían contribuido tanto la disparidad de caracteres de la pareja como las camarillas de una y otro. Ocho años tardaría la soberana leonesa —primera mujer europea en reinar de pleno derecho sobre un territorio— en ordenar la reconstrucción del antiguo puente, cuya soberbia arquitectura resistiría hasta el siglo XIX, cuando dos riadas, en 1891 y 1895, se llevaron por delante parte de sus once arcos y menguaron sus 152 metros de longitud originales. En 1962, con la inauguración del embalse de Belesar, el Miño —sobre el que, herido pero orgulloso, se alzaba el puente— lo cubrió definitivamente.

Pero no todo se perdió bajo las aguas. Portomarín, un pueblo medieval en la ruta del Camino de Santiago que tenía la consideración de Conjunto Histórico Artístico, fue reedificado a un kilómetro de donde había sido anegado y algunas de sus construcciones se trasladaron piedra a piedra [FOTO] al nuevo emplazamiento, replicándose, en las nuevas edificaciones, la esencia de las cubiertas por el agua en una disposición que, de no conocerse el destino del pueblo viejo, podría pasar por genuina.



El Camino de Santiago tenemos que hacerlo alguna vez… Un trecho, al menos. Que no sería nada religioso, mamá; solo una aventura. ¿Cuánto hay de Portomarín a Santiago?¿Cien kilómetros…? El verano que viene podríamos venir hasta aquí con la camper y hacernos el resto andando”. Y de esa manera Jenabou, mientras planificaba a su aire el siguiente verano, corría a tocar la Campana de la Libertad [FOTO], que tañen los peregrinos al llegar a Portomarín, y expresaba en voz alta, frente a la Estrella de los Deseos [FOTO], su aspiración de recorrer —“cuando se pueda”, decía— la última parte del Camino. “No te embales, que ya lo hablaremos a su tiempo. Ahora, sube al coche, que nos esperan en Oporto”.

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«Desvalido»: Archivo personal


El bochornoso incidente sucedió el jueves, 1 de agosto, en el camping municipal de Huesca. Un matrimonio, ambos hombres, y sus dos hijos menores de edad, eligieron la capital oscense como destino turístico y, tras registrarse debidamente en la recepción del establecimiento, accedieron con su autocaravana a la zona de acampada. Como la idea era visitar la ciudad altoaragonesa, uno de los papás se adelantó con la niña y el niño hasta la salida del camping. Fue allí donde dos policías, que aguardaban en un coche patrulla, interceptaron al adulto, le pidieron su documentación y los DNIs de los menores —que tenía su marido, todavía en el interior del recinto— y le preguntaron a bocajarro si aquellos niños eran suyos, si eran hijos biológicos o adoptados y si estaba divorciado y eran fruto de ese matrimonio. Al hombre —que no entendía la razón de aquel interrogatorio al que respondía en plena calle— le explicó por fin uno de los funcionarios policiales que el recepcionista del camping había telefoneado a la policía porque sospechaba que aquellos dos hombres inscritos como matrimonio podían haber secuestrado a aquellas dos criaturas, pese a que, como comprobaron los agentes, la filiación que constaba en los DNIs del niño y la niña, y que también se había mostrado en recepción, daba fe de que los apellidos de los menores se ajustaban a los de sus padres y que no había el menor indicio para una actuación policial.

Coincidió que Manuel Santos, el padre interrogado, es un conocido instagramero que no dudó en denunciar lo ocurrido a través de la red social, así que la historia inició su recorrido viral con certeras acusaciones de homofobia hacia el recepcionista del camping. La alcaldesa oscense, advertida, se apresuró a presentarse, con la concejala de Turismo y el de Deportes, ante la pareja, que aún no se había marchado, para disculparse «en nombre de todos los oscenses», intentando evitar que aquella familia menospreciada se llevara de la ciudad semejante imagen.


Qué cínica doña Lorena Orduna, alcaldesa de Huesca que, en la Semana del Orgullo, no solo se negó a que la bandera del arcoiris colgara, como lo venía haciendo en cada celebración, del balcón principal del Casino Oscense, sino que también mandó retirar los bancos de la plaza Concepción Arenal pintados con los colores del Orgullo.

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