«Mirador del Roc del Quer (Andorra)»: Archivo personal
Mirad a Maruja, con qué seguridad y sin el menor titubeo enfila el puente tibetano de Canillo [FOTO] tomándoles la delantera a sus acompañantes más jóvenes y versados en desafiar las alturas, los mismos que, en petit comité, aventuraban que la mujer recularía cuando advirtiera que la estructura —anclada en dos puntos alejados más de seiscientos metros entre sí— oscilaba bajo sus pies. Mas hela aquí, alborozada y sin la menor señal de vértigo ni fatiga, como si entre sus acciones cotidianas se hallara atravesar el abismo suspendida sobre medio kilómetro de pasarela móvil ondulada o encaramada a la plataforma del mirador del Roc del Quer, que levita sobre los valles andorranos de Montaup y Valira d’Orient, paisajes por los que peregrinan, encandilados, los ojos de quienes retan a la gravedad para arrobarse con una panorámica fastuosa.
La idea de viajar a Andorra e invitar a Maruja surgió en un descanso del Campeonato de Guiñote, cuando servía Olarieta, junto a los cafés, unas chocolatinas que Josefo, su hijo, había traído de Francia. “Para chocolates buenos aquellos que comprábamos en Andorra”, comentó entonces Maruja. Y recordó aquellos viajes al principado pirenaico —allá por los años setenta, cuando ella era una jovencita— que organizaba una agencia de Huesca y de los que las mujeres del Barrio regresaban cargadas con bolsones de azúcar, bloques de mantequilla, tabletas de chocolate y, de vez en cuando, algún transistor. “Éramos tan ingenuas que no teníamos ni idea de cuál era el límite que nos dejarían pasar por la aduana, y las veces que los guardias registraban el maletero del autobús y nos obligaban a mostrar lo que cada una había comprado, siempre había alguien que llevaba de más y se lo hacían dejar. Luego estaba la gente que, además de sus compras, venía cargada de cajetillas de tabaco escondidas bajo la ropa. Mi madre se ponía de los nervios, temiendo acabar en el cuartelillo, cuando veía a algunas mujeres del pueblo con una gordura antinatural por el tabaco que llevaban en el refajo, sabiendo, además, que se lo llevaban a Benigno y era él, y no ellas, quien sacaba beneficio”. Benigno fue, durante años, el contrabandista oficioso del Barrio; lo mismo trapicheaba con tabaco que con televisores, aparatos de radio, tocadiscos o cualquier encargo que se le hiciera. Carente de tierras, el contrabando fue su medio de vida. Era un hombre cordial y extrovertido, con muy buenas relaciones en Huesca, en donde colocaba su mercancía. Sus negocios se vinieron abajo casi al final de su vida, cuando, tras ser detenido y enjuiciado, fue condenado a algo más de un año de cárcel.



ahhhhhhggggggg vértigo el mirador y el puente tibetano ¡increíbles!
No sé cómo Maruja puede…
Abrazo de domingo!
Digamos que Maruja está habituada a caminar por desniveles, pero es cierto que lo primero que se viene a la mente cuando se ven la pasarela y el mirador es el vértigo que se puede llegar a sentir.
Más abrazos.
Ufff ese puente no es para mi, ni el mirador. Demasiado vértigo…..
Siempre, escuchar las buenas anécdotas y vivencias de la gente de barrio, conlleva un dulzor muy especial. Alimentan el alma y las sonrisas.
Abrazos, Una mirada.
En realidad, dan más yuyu fotografiados que in situ, aunque si se tiene tendencia al vértigo lo mejor es mirarlos de lejos… A veces, de esas charlas de café aparentemente insulsas, se extraen buenas historias.
Más abrazos para ti.
Es una vista preciosa si me diera miedo posar así. Te mando un beso.
Es verdad. Tener un paisaje tan magnifico bajo la vista es una gozada.
Salud.
Jubi, cuéntame que dice esta entrada, que no puedo ni abrir los ojos
Menudo par de miedicas que somos, te iba a decir lo mismo. Ignoro si sería capaz de pasar por semejante pasarela, pero si lo hacía iría agarrado con las dos manos a la barandilla. Sobre la foto en el abismo, te puedo asegurar que no hubiera sido capaz de hacerla.
En tiempos cuando subíamos a San Nicolás de Bujaruelo, me contaron unas cuantas historias sobre los contrabandistas, incluso al lado del camping, existía un edificio casi derruido que es donde la G.C. se resguardaba para esperar a los posibles contrabandistas.
Las barandas del puente y del mirador tienen la suficiente altura para proteger de cualquier mal paso; claro que el vértigo es de cada cual y contra eso no se puede hacer nada.
El Pirineo fue siempre territorio de escurridizos contrabandistas y guerrlleros, a veces indistinguibles unos de otros. Las carencias de determinados productos fomentaban que unos hicieran negocio con las demandas de los otros. Ya forma parte hasta de la tradición.
No he estado en Andorra, de ir no creo que cruzara ese puente ni me asomara al mirador, no me sentiria cómodo.
He oído hablar del contrabando entre Andorra y España y los viajes a comprar productos a mejor precio que aquí. De lo que se habla más en la actualidad es de los que se van a vivir a Andorra para evadir impuestos.
Saludos.
JBernal
Ahora, los precios de Andorra y España están más igualados y no sé si resulta muy ventajoso ir de propio a comprar allí, salvo algo de tecnología, que quizás sea más barata pero que también se puede adquirir por internet.
A mí, que la gente «se instale» en un paraíso fiscal para no tributar en España, me parece de un egoísmo estratosférico.
Salud.
Tu post me ha hecho sonreír, pensando en aquellos tiempos.
Impresionante fotografía la del puente tibetano de Canurllo. Habrá que ir a Andorra para cruzarlo, desde aquí se dice pronto, una vez allí ya veremos🤣🤣
Salud.
Bueno, una vez allí y como se ha pagado la entrada (porque ni atravesar el puente ni acceder el mirador son gratis) se termina gozando de la experiencia, jeje.
Salud.
No pretendo desafiar a la gravedad, pero si que cruzaría ese increíble puente aunque se trate de medio kilómetro. La foto brutal, como se dice ahora. Vencí el vértigo, años ha, cuando me regalaron un viaje en globo por mi cumpleaños. Fue el regalo que más me preocupó de mi vida, pero lo acepté por el cariño de la persona que me lo obsequió y mira por donde, lo disfruté mucho. He estado muchas veces en Andorra, cierto que hace décadas era ventajoso comprar allí, pero hace muchos años que no merece la pena, en el aspecto de compras me refiero, porque el viaje como tal es muy recomendable por el torrente de paisajes bellísimos que allí se encuentran. Abrazo.
Tras esa aventura en globo (qué regalo tan original), el puente tibetano es pan comido para ti, acostumbradas las retinas a otear desde las alturas. Y comparto contigo que visitar Andorra supone recrearse en unos paisajes de montaña extraordinarios.
Cordialidades.
Qué vistas!! Desconocía ese puente, ese paisaje, ese mirador.
Y todo lo has amueblado con la historia de Benigno (quien pareciera llevar un nombre contradictorio).
Me ha gustado eso de la gordura antinatural, muy atinado.
Abrazo gigante que cruce el océano y se anime incluso a cruzar ese puente tibetano a pesar de mi vértigo, que roza en la acrofobia.
Frodo
Esas imágenes corresponden a un país llamado Andorra, situado entre España y Francia. Hace años, como algunos productos estaban más baratos que en España, se viajaba allí a comprar. Y los Benignos de turno aprovechaban para contrabandear y sacar tajada de ello.
Siento que no te hayas podido loguear. WordPress ha empezado a introducir cambios que están complicando los comentarios de quienes no poseen una cuenta en esta plataforma. Como no cambien de política, va a ser un engorro.
Un abrazo.
Vale la pena cruzar esa pasarela en movimiento o superar el vértigo del mirador con tal de acercarse a ese paisaje. Yo creo que en la pasarela me sentaría en el suelo un rato mitad por cansancio, mitad para contemplar las vistas tranquilamente
Sentarse en el suelo es complicado, porque la gente viene de un lado y de otro, pero las vistas merecen la pena. El único inconveniente es que, para llegar al puente, hay que caminar algo menos de un kilómetro desde donde te deja la lanzadera.
Empecé a seguir su blog. Espero que también sigas el mío y así crecemos juntos. Por favor contestar 🙏
Sigo tu blog.
Salud.
Que yo recuerde, solo he pasado una vez por Andorra y casi ni nos bajamos del coche, así que esa visita la tengo pendiente. En cambio, sí he cruzado unos cuantos puentes tibetanos, algunos muy cortos y otros con más altura. Hay una pasarela relativamente nueva aquí en Suiza, pero todavía tengo que echarle «ganas» para cruzarla. Tengo, eso sí, la excusa de que me pilla muy lejos de casa.
Este anónimo es Tawaki
Siento los problemas de logueo, Tawaki. Veamos si, poco a poco, el acceso al blog se normaliza.
La ventaja de Andorra es que, al tratarse de un país pequeño, las distancias son mínimas y tiene unos paisajes excelentes.
Con lo que tú viajas y los exóticos países asiáticos que has visitado, los puentes tibetanos los tendrás superadísimos.
💯💙
Gracias!!