«Postales desde el Norte»: Archivo personal
Mañana, hijo mío, todo será distinto.
Se marchará la angustia por la puerta del fondo
que han de cerrar, por siempre, las manos de hombres nuevos.
Reirá el campesino sobre la tierra suya
(pequeña, pero suya),
florecida en los besos de su trabajo alegre.
No serán prostitutas las hijas del obrero
ni las del campesino
(pan y vestido habrá de su trabajo honrado).
Se acabarán las lágrimas del hogar proletario.
Tu reirás contento, con la risa que lleven
las vías asfaltadas, las aguas de los ríos,
los caminos rurales…
Mañana, hijo mío, todo será distinto:
sin látigo, ni cárcel, ni bala de fusil
que reprima la idea.
Caminarás por las calles de todas las ciudades,
en tus manos las manos de tus hijos,
como yo no lo pude hacer contigo.
No encerrará la cárcel tus años juveniles
como encierra los míos
ni morirás en el exilio,
temblorosos los ojos,
anhelando el paisaje de la patria,
como murió mi padre.
Mañana, hijo mío, todo será distinto.
—Edwin Castro Rodríguez [*], diciembre de 1959—.
NOTA
[*] Edwin Castro Rodríguez fue un poeta y guerrillero del Frente Sandinista nicaragüense detenido el 12 de octubre de 1956 bajo la acusación de complicidad en el asesinato del general y candidato del Partido Liberal, Anastasio Somoza García. Preso en condiciones terribles en la cárcel de la Aviación de Managua, murió tiroteado, junto con otros compañeros, el 18 de mayo de 1960, en aplicación de la muy conveniente Ley de Fugas.
Que pena… No ha sido distinto… Tanta ilusión, tantas vidas perdidas… ¿Cuando habrá una revolución que no se corrompa?
¿No hay un dicho que asegura que la esperanza es lo último que se pierde…? Pues por ahí ha de ahondarse.
Ay, pues no lo sé, la verdad. A mi me cuesta bastante mantener la esperanza.
Las revoluciones en la teoría, en las ideas y en las palabras suena muy bien, pero cuando se toca poder y ya se está del otro lado todo se corrompe. Por otra parte, hay un mostruo muy poderoso, el dinero, al que casi todo el mundo venera y al que es muy difícil cuestionar. Yo soy sumamente escéptica. Es muy importante, desde mi puto de vista raplantearse los valores. Todo lo mueve el dinero incluso a gente obrera. Poca esperanza veo. En fin.
Tengamos un año sereno, con abundantes momentos de felicidad y soñemos un poco.
Salud. Un abrazo.
Las transformaciones sociales que se han ido dando a lo largo de la historia de la humanidad se iniciaron con un paso, una toma de postura, una decisión. Tal vez solo un sueño, una idea compartida que fue rodando e inflándose a través del tiempo hasta estallar y convertirse en realidad. Dejar rodar las utopías, empujarlas, no conformarse, no mostrar indiferencia ante el devenir humano: Ahí reside la esencia revolucionaria que no busca alzarse con el poder sino agitar las conciencias de quienes ni lo tienen ni lo quieren, para ir acortando la distancia que separa el vivir del malvivir.
Soñemos, pues. Salud y resistencia para este año recién iniciado.
Otro abrazo para ti.
FELIZ AÑO NUEVO, amigo!!! Qué bonita tu postal.
💖💖💖
Mis mejores deseos para el recién comenzado año.
Un abrazo.
Comparto el escepticismo de Azurea. Aunque comprendo que las utopías hay que moldearlas, para que rueden. Dudo mucho que exista alguna vez una sociedad justa y armónica, a fin de cuentas así se define la utopia. No hay que irse muy lejos. Mientras en el primer mundo nos revacunamos (no sé si para salvaguardar nuestra salud o nuestra economía), en el segundo o tercer mundo no hay apenas estadísticas de las escabechinas que produce el covid. Mi utopía sería que las vacunas llegaran a todos. Hace unos días vi en la tele que se habían destruido cientos de miles de vacunas porque habían caducado ¿? Bueno, voy a darle un poco al roscón para endulzar el día. Un fuerte abrazo. Nos seguiremos «viendo» y leyendo en el iniciado 2022. Salud por encima de todo.
Creer en una futura sociedad con las desigualdades limadas no implica abstraerse de la realidad en la que hoy en día estamos asentados los humanos. La sociedad no cambia con las palabras sino con las acciones y éstas necesitan su tiempo para conseguir hacerse visibles, pero si no se ponen en marcha jamás se avanzará en la tarea. No es, tampoco, un avance solitario porque, pese al egoismo y la indiferencia que parecen imperar, hay otras muchas personas que creen en la igualdad de oportunidades del ser humano, en la solidaridad (que no caridad), en la justicia social universal y en la libertad ajena para seguir el propio camino. Se pretende lograr un mundo donde los privilegios de unas personas no sean el infierno de otras. ¿Utópico? Quizás. Pero no imposible.
Salud, pues, y buena conciencia.
Cordialidades.
Me encanta tu foto.
Y he hallado mucho sentimiento en esos versos, mucho de mirar hacia el interior, de intentar transmitir los pensamientos más íntimos y profundos, de saber lo que de verdad importa y del valor que cada ser humano tiene.
¡¡Feliz 2022, Una mirada!!
Un besote.
Cuando Edwin Castro escribió ese poema, su propia vida ya no valía nada; tal y como se sucedían los días, la muerte era, quizás, el único atisbo de libertad, de huir del sufrimiento. Pero, aún así, fue capaz de componer palabras de esperanza, de imaginar un futuro distinto.
Que el 2022 venga lleno de instantes felices.
Un abrazo.
Conozco a una maestra que, recién terminada la carrera, se fue a Nicaragua con toda la ilusión del mundo para participar en la campaña de alfabetización del Frente Sandinista y años después volvió con las ilusiones por tierra, al ver por donde derivaba la revolución… y los revolucionarios.
Una cosa es luchar contra una dictadura y otra enfrentar una revolución social; esta última está condenada al fracaso cuando la meta que se pretende es acceder al poder y mantenerlo con las mismas actuaciones represivas por las que antes se combatía. El poder cambia de manos, pero no de hechuras. Además de ello, la presión asfixiante de los países ajenos que se entremeten hacen todavía más inviable los cambios sociales porque quienes detentan el poder así adquirido solo se empecinan en convertir su nación en una fortaleza. Las revoluciones latinoamericanas tuvieron principios idealistas que se diluyeron cuando la ambición superó los deseos de transformar la sociedad. Las sociedades no necesitan guías ni caudillos sino profundas reformas que alcancen a las clases menos favorecidas.
Y cuando uno oye hablar de la Ley de Fugas, es cuando sospecha que nada es distinto, y que los versos del poeta anhelan el horizonte que a muchos otros hoy se les sigue negando. Esas palabras vuelven a tomar fuerza.
No lo conocía.
Gracias y cordialidades!
Edwin Castro necesitaba creer en ese mañana diferente, y resulta especialmente emotivo que, en su situación, sin más esperanza que la muerte, se aferrara a ese futuro distinto por el que transitarían otras vidas y que, aunque sesenta y dos años después del poema, todavía no se vislumbra, no tiene por qué ser una tarea imposible.
Un abrazo.
Maravilloso poema, cuántos sueños para nuestra querida América Latina
Inagotables sueños que han de lucharse para transformarlos en realidades.