«La patria en los zapatos, II»: Archivo personal
[…]Al igual que cuestionar la nación no implica negar su existencia, cuestionar el nacionalismo tampoco significa menospreciar la importancia del sentimiento de pertenencia a una comunidad. Es obvio que el vínculo comunitario es fundamental, y que vivir en un mismo lugar, compartir una lengua, tener experiencias comunes, desarrolla relaciones solidarias y crea un sentimiento de comunidad que se inscribe, muy profundamente, en nuestra subjetividad, y que moviliza intensamente toda nuestra afectividad. En cierto sentido somos la lengua que hablamos y la cultura que nos impregna, sin embargo, no hay razón alguna para ir más allá de ese simple reconocimiento.
El hecho de que pertenezcamos a una determinada cultura no implica que debamos identificarnos con ella asumiendo de paso su trasfondo patriarcal, homófobo y racista. El hecho de que nos haya tocado hablar una lengua no significa que tengamos que batallar para que se preserve y a ser posible se extienda, salvo que seamos nacionalistas.La gran astucia del nacionalismo consiste en equiparar el amor al terruño y el amor a la nación, en trazar una equivalencia entre ellos, y en hacernos creer que constituyen un solo y mismo sentimiento. Sin embargo, el afecto por el nicho que nos ha visto nacer y crecer no es lo mismo que el amor por esa abstracción que es la nación, y extrapolar ese sentimiento a una entidad abstracta lo desvirtúa y lo transforma en otra cosa.
El apego a la tierra natal ni se aprende ni se enseña, simplemente sucede en el roce diario sin que nadie deba incentivarlo ni exaltarlo, mientras que el patriotismo, inseparable del nacionalismo, debe ser elaborado, enseñado e inculcado mediante sofisticadas operaciones de producción simbólica de la realidad nacional y mediante sutiles adoctrinamientos. El nacionalismo debe ser generado y mantenido de forma continuada por un conjunto de dispositivos institucionales dedicados a la producción de subjetividad. Aceptar el nacionalismo, o más aun, impulsarlo, es exactamente lo opuesto a lo que constituye una forma libertaria de habitar el mundo.[…]. – TOMÁS IBÁÑEZ, fragmento del artículo publicado en 2015: El Triángulo de las Bermudas. Independencia, nacionalismo y derecho a decidir.
Muy oportuna la cita de Tomás Ibáñez. El oficio de patriotas parece no conocer fronteras.
Un saludo.
Los patriotas, dueños morales de las esencias de su nación, no son más ridículos porque no generan sino conflictos., enrareciendo el ambiente de las sociedades en las que pretenden hacerse fuertes.
Salud.
Ni el nacionalismo, ni el patriotismo. Me gusta más la ciudadanía del mundo. Solo es una opinión. La mía. Entiendo que pueda haber muchas más.
Salud.
Es que el patriotismo (y el nacionalismo derivado) no es solo una manera de entender la nacion donde se habita sino la pretensión de hacer de la ciudadania, adeptos.
Salud.
Una genialidad que perdura en el tiempo. Un placer que la hayas traído hasta aquí.
Salud.
Celebro que te haya interesado. ¡Salud!
El nacionalismo lo veo lógico hasta un cierto nivel a partir del cual trastorna los razonamientos y se convierte en pura pasión peligrosa. Y en España algunos lo ven aceptable si se defienden 500.000 km2 pero inaceptable si son 10.000. Así nunca nos entendemos y siempre está mucha gente agraviada, incapaz de razonar y llegar a acuerdos para vivir conjuntamente en paz…
Del nacionalismo en general (el español, el primero) seimpre se desprende la eterna cantinela excluyente, Nosotros y el resto, como estandarte de una abstracción para la que se exige profesión de fe. Con lo sencillo que es vivir en un territorio, contribuir a la caja común e interiorizar las reglas básicas de sentido común convivencial sin necesidad de inclinar la cabeza ante ninguna enseña representativa ni inflamarse de gozo cuando suena una musiquilla impuesta…
Lo peor del nacionalismo no es que sea excluyente, sino que, además, suele ser invasivo.
Invasivo, también. Porque del nacionalismo que se trata no es el derivado del sentimiento de pertenencia a un lugar (se sea autoctono o no) sino de la imposición de determinadas reglas y consignas que perturban la convivencia ciudadana. Un Estado-Nación es una administración geográfica y política limitada por unas lindes donde habita una ciudadanía que no necesariamente tiene que ser hooligan porque sí.
Invasivo también en el sentido de que el nacionalista siempre quiere ampliar lo que considera su territorio.
Por supuesto. Y si hay que crear una fantasía histórica se ponen en faena con fervor, enmendando hasta los restos del yacimiento de Atapuerca, si es preciso. Ojo, que no hablo solo de los nacionalismos de Iberia sino también del ibérico propiamente dicho, con ese regreso triunfante de la patria como «unidad de destino en lo univeral«, que manda narices.
Nacionalismo, patriotismo, ciudadanía, libertad… en demasiadas ocasiones estos términos se entremezclan y desvirtúan cada uno de ellos.
Cierto. Las ideas no se pueden uniformar y nos movemos en espacios donde la diversidad forma parte de lo cotidiano. Solo con una actitud respetuosa se puede vivir el presente y planear el futuro.
Entiendo el amor a la tierra natal, a los paisajes conocidos, a la lengua propia o a sus comidas o tradiciones, lo que ya no comprendo es que alguien se crea distinto de otros por eso. Al fin y al cabo todos hemos nacido, de manera azarosa, en algún lugar. Mucho menos entiendo el sentimiento de superioridad, me parece ridículo, la verdad.
Muy interesante la cita además de oportuna.
Lo has expresado muy bien. El problema no es el nacionalismo ni el sentimiento que se pueda tener por el lugar donde se nace y/o pace, sino las actitudes de menosprecio, jactancia y prepotencia, comunes tanto en algunas naciones conformadas como en otras que aspiran a serlo.
Que excelente texto de Tomás Ibañez has traído. El último párrafo es demoledor. Yo al margen de orgullos y simpatías, me siento más bien un ciudadano que ha nacido en un país y está contento de ello, pero sin necesidad de llevarme por un fervor que nunca se me ha inculcado y que nunca he comprendido. Como tampoco entiendo esos fervores en otras zonas o regiones, que son excluyentes y prepotentes y eso no me gusta. Un abrazo y buen finde.
No hay nada más ridículo y ajeno a la realidad que el nacionalismo folklórico y panderetero; tan hilarante es resucitar las glorias hispanas del Cid (que, por mucho blanqueamiento ultra no fue sino un soldado al servicio de quien mejor le pagara, hispano o berberisco) como reivindicar un Rh privativo vasco o escribir artículos sobre el supuesto origen catalán de Leonardo da Vinci. Son fantasmadas que dan la medida del sentido común que posee (o le falta) quien se aferra a esas patochadas inútiles. Cada cual ha de ser libre para mostrar o no lo que siente o deja de sentir por su país de nacimiento o acogida, sin necesidad de alharacas ni pomporrutas impuestas. El verdadero patriotismo se demuestra en la convivencia social y en la colaboración vía impuestos para que el país funcione y su ciudadanía tenga acceso a un abanico de servicios sociales. Luego, si su espiritu se emociona con el himno o ama una determnada bandera es asunto de cada cual; lo que es un tema colectivo es el respeto, porque vivimos en un mundo globalizado y solo con buenas actitudes surge el entendimiento.
Cordialidades.
Creo que por allá (por vuestra orilla) hay una movida extrema del nacionalismo. Con eso de VOX y otros movimientos por el estilo.
Por esta otra orilla no son tantos los movimientos neonazis o «fachos» (fascistas), pero desde que asumió el actual gobierno popular y agudizado por la pandemia, en nombre de «salvar la Patria» la oposición -que es en realidad oficialismo económico y mediático- estuvo haciendo cada desastre con el prójimo…
Abrazos, que sea leve por allá también
Cada vez que leo/escucho la frase salvar la Patria se me eriza el vello; las y los patriotas, no importa de qué país se trate, se aferran a unas consignas que apenan cubren la bajeza y el desprecio por el vecindario.
Más abrazos para ti.
Un artículo muy interesante lleno de palabras certeras y explicaciones claras.
Aleccionador y al mismo tiempo invita a la reflexión, a decir las cosas por su nombre y a diferenciar sin medias tintas.
Gracias por compartirlo con nosotros.
Beso.
Es un artículo muy amplio en el que su autor defiende la no imposición de sentimientos hacia el lugar de nacimiento y en ese sentido hace una reflexión muy clara sobre cómo se manipula el cariño por la patria para convertirlo en obligado acto de fe.
Otro beso para ti.
Ah! Y me encanta la foto, yo tengo un mueble muy muy muy parecido a ése 😍
Es una cómoda muy chula, con su decapado y su taracea ornamental.