«Patetas»: Archivo personal
Yace Patetas, el viejo diablo recién rescatado de las entrañas de la Estalabartería [1] del Ayuntamiento, en la mesa de trabajo del taller de Emil, que se ocupa de su restauración y puesta a punto. Diecisiete años estuvo arrinconado el tradicional cabezudo tras el fallecimiento de Antonier de [Casa] Puimedón, que lo devolvía a la vida cada treinta y uno de octubre en la procesión vespertina de Almetas [2] y Totones [3], entre las disimuladas sonrisas de jóvenes y adultos y el temeroso respeto de la chiquillería, que contemplaba, inquieta, al demonio vestido con largo sayal oscuro, con la amplia capucha enmarcando el brillante rostro colorado de ojos saltones y boca dentona. “Lleva una máscara porque si le vierais la cara que tiene debajo os moriríais del horror”, decían los mayores a los más pequeños. Y se explayaban detallando las características de aquel rostro oculto, sin párpados, nariz ni labios, con el mentón carcomido y las mejillas horadadas supurándole un maloliente y negruzco pus. Pese a la certeza infantil de estar asistiendo a una farsa —reconocían perfectamente en aquellos maliciosos espíritus procesionarios vestidos de blanco a sus jóvenes convecinos— siempre quedaba la duda sobre quién se hallaba bajo el satánico cabezudo, y ese desconocimiento les producía más pavor que si el mismo Belcebú ascendiera del Averno para pasearse, blandiendo la zurriaga, entre las tinieblas del pueblo. Fue la señorita Valvanera, la maestra, quien puso fin a las especulaciones llevando a la escuela el cabezón de Patetas y al propio Antonier de Puimedón, pero ello no impidió que cada treinta y uno de octubre regresara el ancestral recelo ante la presencia de la diabólica figura que, en la celebrada Noche de las Ánimas, guiaba a los espíritus perdularios hasta las inmediaciones del cementerio.
NOTAS
[1] En arag., un estalabarte es un armatoste, un cachivache; una estalabartería sería, figuradamente, el lugar donde se almacenan estalabartes.
[2] En el Alto Aragón, ánimas de los difuntos que fallecieron violentamente o dejando asuntos pendientes; se pasean, invisibles, entre los vivos y son tan queridas como temidas.
[3] Id., ánimas guardianas de los cementerios; al igual que el Coco, tienen fama de llevarse con ellos a niñas y niños que permanecen despiertos durante la noche.
Las fantasías y miedos que acompañaron nuestra infancia. Por una parte según del carácter y el ambiente en que vivías servía para desarrollar la imaginación, pero por otra cuántos miedos inútiles nos cortaron las alas.
Me gusta leer tus escritos, aparte de lo interesantes que son, porque hay palabras propias de la zona de Huesca que desconozco. Siempre aprendo. Salud.
Eran miedos con un componente mágico que, en muchos casos, construían una especia de vallado protector en el callejeo infantil, por eso pocos niños/niñas se aventuraban a traspasar la zona acotada cuando la noche poblaba de sombras lo que había más allá de la luz de las farolas, en aquellos veranos en los que se apuraban hasta el máximo las horas de juegos al aire libre.
Ya comenté alguna vez que, cuando utilizo vocabulario propio de la zona lo hago porque se trata de palabras que se siguen diciendo tal cual en aragonés y perderían todo el sentido original si las tradujera en el propio texto.
Salud.
Una narración terrorífica, ya ver la propia cara de Belcebú en esa foto da miedo, está muy conseguida. jiji
Coincido en que da más miedo la imaginación que el resto. Es decir, aterra más esos comentarios de los adultos sobre cómo sería el rostro que se esconde debajo de esa careta, que verlo en sí.
Y vale que una profesora lo lleve a la escuela para que vean que nadie habita ahí dentro, incluso vale que reconozcas a la persona de turno que la lleva ese treinta y uno de octubre, pero la leyenda es más poderosa que todo eso y la imaginación no tiene límites. Uuuuuuuhhhhhhhh.
Encantador relato. ¿Sabes? me hiciste recordar una palabra que escuchaba mucho de pequeña. Aquí cuando hacíamos una trastada nos decían «ayyy jijaldiantre» (literal) con mucho cariño en el fondo, y cierta gracia.
He descubierto dos palabras que no conocía; «almetas» y «totones».
Gracias.
Un beso, Una mirada….
Pero también ese miedo a lo intangible ejercía atracción, echándole pulsos mediante retahílas y tonadas que servían de conjuro contra los temores, manteniéndolos a raya, porque si hay algo maleable son las creaciones de la propia imaginación, que son como bloques de plastilina con los que se puede construír cualquier cosa y desbaratarla a continuación. Además, cuando concluía la Noche de las Ánimas, regresaba Patetas a su cubil y las Almetas y Totones perdían fuerza y apenas incordiaban, jeje.
En la actualidad, esta fiesta rescuperada de la Noche de las Ánimas (Nuei d’as Almetas, en aragonés) es un encuentro lúdico y cultural que se celebra, con sus variantes, en unas cuantas localidades, siguiendo una tradción que se remonta a tiempos antiguos.
Jijaldiantre… Me gusta esa palabra.
Otro beso.
Wow! está muy enfadado el diablo…
❤
Tanto tiempo encerrado…
Tiene buen color el Diablo… Se ve que está sano, a pesar de la que está cayendo.
Es inmune a los males que acechan a la humanidad. En realidad es un pobre querube objeto de siglos de publicidad negativa.
¿Se lo explicó bien a los niños la señorita Valvanera? La del pobre querube es una historia que tiene su aquel.
Siempre ha sido muy socorrido culpar al diablo cuando tanto la bondad como la maldad son exclusivamente de factura humana. No sé la eplicación exacta que se les daría a los niños salvo la lógica de no haber ningún misterio sobrenatural bajo el cabezudo.
La imaginación y los miedos siempre tuvieron cabida en las mentes infantiles, que aún intuyendo lo descabellado de algunas ideas fantasiosas, permitían la duda y el permanente «y si…». Y si fuera verdad, y si la cara es peor que la careta…
Excelente idea de la señorita Valvanera de llevarse al cabezón a la escuela, para «aclarar» conceptos a la chavalada.
E igualmente excelente texto, como es costumbre . Un abrazo.
También es cierto que el miedo a lo irreal se difumina cuando se va descubriendo que la maldad y la bondad no se hallan en seres invisibles sino en el mundo tangible, entre los congéneres.
La maestra siempre fue muy práctica y nada complaciente con situaciones que pudieran crear angustia en su alumnado.
Wonderful information as usual.
Thanks, you’re very kind.
Gracias por las aclaraciones en aragonés.
Lo que para ustedes es «pateta» para nosotros es «mandinga»
Abrazotes!
¿Mandinga es el diablo…? Lo digo porque en un restaurante peruano en el que estuve había un cartel donde ponía: «El que no tiene de inga, tiene de mandinga» y me explicaron que se refería a que en ese país y en otros sudamericanos, quien no desciende de indios lo hace de negros o de ambos.
Cordialidades.
Los niños saben que les estamos mintiendo, pero su imaginación supera tanto el raciocinio que al final vence el miedo atávico; ese miedo que nos ha permitido sobrevivir a lo largo de los milenios.
…y la cantidad de bálsamos contra el miedo que pueblan la infancia para vencer terrores y salir indemnes.