«Gollería de sushi»: Archivo personal
Amaneció el sábado mojado y cenagoso, con las acequias rebosantes de aguas túrbidas y los jardines encharcados…
A las doce y media ya trasteaban Agnès Hummel y Étienne por el patio cubierto, disponiendo, en la lustrosa mesa de cristal asentada sobre caballetes de acero, la mantelería de hilo que suele sacar la vieja maestra cuando quiere dar cierta aparatosidad a las reuniones. “Si no hace falta tanta elegancia, Valvanera…”, protestaba maman Malika al otro lado de la ventana de la cocina, ocupada en la piperrada que acompañaría a los lomos de bacalao.
Antes de la una asomó Mª Ríos con las bandejas del entrante —sushi de arroz negro con alioli gratinado— encargado por la señorita Valvanera para la comida de despedida de maman Malika, con las maletas aguardando para regresar a Béziers. “Os he traído también una botella de licor de ciruelas casero y pastel ruso que me atreví a hacer ayer. Ya me diréis qué tal”. Jenabou hipaba en el escalón de acceso al patio abrazada a la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio. “No quiero que se marche la yaya…”
A las cuatro y cuarto, bajo el cielo anubarrado, los adioses escoltaron la lenta marcha del coche de Étienne dirigiéndose, con maman Malika en el asiento del acompañante, hacia la carretera comarcal, mientras la pequeña, llorosa, murmuraba agitando la mano: “Yaya… yayica… Mi yayica…”
Llovía esa tarde sabatina y se guarecían los gatos equilibristas en el palomar abandonado.
No me importaría abonarme a cualquier despedida si me ponían un menú como ese. Soy más de ternasco en las celebraciones sin embargo no le hago ascos al bacalao guisado como sea y con el acompañamiento que sea. El sábado estuve con la familia por Canfranc y recordé tu escrito.
Saludos.
JBernal
Ah, es que el ternasco es un manjar de lujo que el paladar aprecia; cada bocado, si quien lo ha asado ha puesto interés, es una delicia. El bacalao también tiene por estos lares gran predicamento y la piperrada realza su sabor.
Salud.
Los gatos se escondieron pero vaya ágape que de despedida más rico. Ahora mismo me comía bien agusto ese arroz negro con alioli, me encanta. Los dientes largos. Un saludo.
Tú si que sabes. Y, además, presentado en modo trampantojo, como si de unas humildes madalenas se tratara.
Salud.
Queda lindo en la foto el trampantojo.
Me alegra que te guste.
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Muito obrigado a você. Será um prazer visitá-lo.
Saudações.
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Qué agradable relato que me sitúa en esas celebraciones donde todo se prepara con esmero y cuidado, pero sobre todo con mucho amor.
Porque mucho amor tiene que haber dado una persona a los demás, para que quieran agasajarla de esa manera y les apene tanto su partida.
Besos.
En las despedidas de la gente a la que se ama se unen la alegría de los momentos compartidos y la tristeza de los adioses, y más cuando, en estos tiempos que nos ocupan, los kilómetros de separación física resultan más crudos.
Cordialidades
¿Cuantas personas despedís al año? Porque si son muchas, se va a resentir vuestro peso…
¿Y tú no sabes lo que une un buen ágape aunque, en el caso que nos ocupa, sea bastante comedido…?
Tiene una pinta estupenda. No hay nada mejor que los manjares cocinados con amor y las reuniones alrededor de una mesa, aunque tengan aroma a despedida.
Cierto. Compartir una buena comida es, sobre todo, compartir unos instantes que, en este caso, tardarán en volver con esas mismas personas reunidas.
[…] Momentos — Una mirada alrededor […]