«Aleko y Zemfira»: Marc Chagall.- Escenografía para ballet, 1942
Una vez llegado el grupo del profesor Tarlós al recinto de la Universidad Estatal de Chișinău, los anfitriones decidieron que sus visitantes necesitaban un buen reconstituyente tras los casi seiscientos kilómetros de vía ferroviaria desde Cluj-Napoca y distribuyeron, en vasos de cristal adornados con diminutos racimos de uva, el izvar —un vino caliente elaborado con miel y pimienta—, generosa degustación previa a la visita programada para ese mismo día al entramado subterráneo de una antigua mina en cuyas galerías, a ochenta y cinco metros de profundidad, se hallan las bodegas de Cricova, donde, además de agasajar al grupo con las suficientes variedades vinícolas como para terminar con una memorable cogorza, tuvieron el acierto de servir unos pastelillos, denominados vareneki, rellenos de pasta de patata y boletus, que mitigaron drásticamente los efectos etílicos en el organismo. “Guardad algún entusiasmo para mañana, cuando visitemos las de Mileștii Mici”, bromeaba el profesor Tarlós. Ignoraba el buen hombre que parte de sus pupilos ya habían decidido renunciar a conocer más caldos moldavos para viajar a Dolna en pos de Aleksandr Pushkin y la zíngara Zemfira.
En 1820, el joven Pushkin, significado adalid de las reformas sociales en la opresiva sociedad zarista, había sido destituido de su puesto en el Ministerio de Asuntos Exteriores y condenado a un destierro, suavizado por sus buenos contactos con las altas instancias militares, que le llevaría al Cáucaso, Crimea y, finalmente, a Besarabia, en cuya capital, Chișinău, residió cerca de tres años, concretamente en un anexo de la casa señorial de la familia Naumov, convertida hoy en día en Casa-museo de Pushkin. Su estancia en la ciudad moldava no estuvo exenta de problemas —enfrentamientos con las autoridades, arrebatadas discusiones con rivales políticos y hasta un duelo, preludio del que le llevaría a la muerte unos años después— dado el temperamento apasionado del literato y su vehemencia en la defensa de la libertad y la justicia.
En Chișinău impregnóse Pushkin de las viejas y cautivadoras leyendas zíngaras; impresionado por ellas, durante su estancia en la aldea de Dolna —a cuarenta kilómetros de la vivienda de los Naumov— como huésped de un terrateniente llamado Ralli, se unió a una tribu rom conviviendo con ellos durante un mes. Fue allí donde conoció a Zemfira, la zíngara, una hermosa mujer que, con el tiempo, convertiría en personaje literario merced a su impresionante poema narrativo Los zíngaros, escrito en 1824 y que no se publicó hasta tres años después debido a una frase del prólogo en la que, refiriéndose a las costumbres y filosofía de vida de los gitanos, escribió:«Famosa y admirable es su inclinación a la libertad sin límites», que las autoridades zaristas consideraron como una crítica a la política imperial y un llamamiento a la insurrección. En Dolna —que en la época soviética se llamó Pushkino, en memoria del escritor— sigue en pie, convertida en museo, la mansión campestre de la familia Ralli donde se alojó, el considerado fundador de la literatura rusa moderna, en el verano de 1821; no lejos de ella hay un bosquecillo en cuyo claro, dicen, acampaban los gitanos y donde el joven literato y Zemfira vivieron su historia de amor. Poiana [prado] Zemfira, llaman los habitantes de Dolna a ese lugar. Y en él todavía sobrevuela el espíritu siempre libre de Aleksandr Pushkin, “vagabundeando, con los gitanos, masa ardiente, por los parajes de Besarabia”.
Para morir tan joven, son muchos las obras que tiene en su haber.
He hojeado alguna de ellas y he leído completo el cuento «El pescador y el pez dorado», -se nota mi espíritu infantil-.
Y aquí viene mi duda, en el enlace a Wikipedia que has dejado de Pushkin, al final viene como obra suya «El pescador y el pececillo» cuyo enlace te lleva directamente a la fábula de Esopo. Sin embargo buscando he dado con el anterior cuento que acabo de leer, totalmente distintos uno del otro.
Reconozco mi total ignorancia en la mayoría de las obras literarias de autores que no había oído nunca como es este el caso pero no logro ver la relación del cuento con la fábula.
El cuento a que te refieres es una reinterpretación de la fábula de Esopo; muchos escritores -Samaniego, por ejemplo, en España- utilizaron como base las fábulas de Esopo para sus escritos…
Pushkin fue muy prolífico. En sus últimos años, la necesidad de conseguir dinero para mantener el tren de vida de su familia, le obligó a seguir un ritmo desenfrenado en su escritura.
En su país es considerado el padre de las letras, e incluso la lengua, modernas rusas. De hecho el día de su nacimiento, 6 de junio, se celebra también el de las letras rusas. Eso nos da un poco la medida de lo que supone para la cultura del país.Sin embargo en vida no se lo pusieron fácil, en especial el emperador y su entorno, que veían un libelo en cada una de sus palabras y que llevaron al autor a decir aquello de: «El diablo me hizo nacer en Rusia con alma y talento».
Magnífico recuerdo al autor… Me ha metido el veneno de revisitar alguna de sus obras.
Salud!
Ciertamente. Fue un escritor cuyo ideario sociopolítico chocaba con el absolutismo de la época; un romántico en todos sus significados y defensor del decembrismo. No es de extrañar que la Revolución Rusa lo considerara poco menos que un padrecito, aunque supongo que, de haber vivido la era de los soviets, habría hecho lo que el propio Chagall, hacer las maletas.
La mayoría de las antiguas repúblicas rusas son un misterio para mi y de Pushkin solamente sabía que era un escritor ruso del romanticismo. Este viaje por la geografía de la actualidad y la literatura del siglo XIX ha sido muy instructivo.
Feliz semana entrante, Mirada.
Abrazos.
La configuración de la extinta URSS trae de cabeza a mucha gente; de repente, aquel conglomerado de la hoz y el martillo que tan compacto parecía se transformó en pequeñas piezas -algunas con nombres impronunciables- y las otrora recitaciones escolares de países europeos con sus capitales se quedó anticuada. Y, hala, a recomenzar.
Excelsa semana también para ti. Con cumpleaños feliz incluído…
La raza gitana ha ejercido siempre gran atracción a los artistas, sean escritores o pintores como Apperley, al que yo recuerdo perfectamente verlo por las calles de Granada con su pareja, una gitana de ojos verdes preciosa.
En el caso de Pushkin lo que le atraía era el modus vivendi gitano, que a él, en la época, le parecía la representación más pura de la libertad. Precisamente en su poema pone en contraposición el mundo de Aleko (un no gitano de clase alta que consideraba a la mujer amada de su propiedad) con el mundo de Zemfira, que no se sentía obligada a la fidelidad cuando el sentimiento amoroso se difuminaba. Y esas dos concepciones de la vida y el amor son las mensajeras del desastre: Aleko asesina a Zemfira y al amante de ésta y es expulsado del campamento gitano por el padre de la muchacha.
Sin embargo, en el pueblo gitano andaluz, la mujer está muy supeditada al hombre, no se distingue precisamente por su libertad. Eso se está viendo ahora con el maltrato, pues pocas veces una gitana denuncia a su hombre si le pega.
El lastre de los atavismos… Aunque la violencia se da en todos los grupos sociales y hay féminas, de toda condición que, aterrorizadas, callan.
Lo malo es que ellas no callan por miedo, sino por convencimiento de que el hombre tiene ese derecho sobre su mujer.
Precisamente. Pero hay esperanza porque hay muchas mujeres -y otros tantos hombres- que han ido desembarazándose de semejantes imposiciones.
Gracias por evocar en mi tantas cosas con esta entrada.
El alma de un poeta, de un escritor, de alguien a quien desde edad temprana se le inculcó un amor incondicional por las letras.
No es de extrañar lo mucho que eso marcó en su impronta literaria.
Los gitanos.
Un escritor romántico, una época romántica. Hasta algunos dicen que su muerte también lo fue: enfrentándose en duelo por el honor de su esposa.
Una vez escuché la ópera de Rajmáninov, basada en este poema de Pushkin, sobre Aleko y la gitana Zemfira.
Gracias, Una mirada……
Un beso.
Gracias a ti, Nélida. Porque son los comentarios los que enriquecen los posts, los complementan y los agrandan componiendo un post-scriptum dinámico y clarificador.
Más besos.
Na, que me metido en las bodegas de Milestii, y que no atino a salir, y tampoco quiero, que si eso, que me traigan la literatura aquí.
Juas
Pues nada, ya aviso para que te lleven las obras completas de Pushkin y un catering diario con lo mejorcito de las cocinas del hotel Dacia…
Ahora no tengo claro si leer algo de Pushkin, sacarme un billete para esa zona del mundo que aún desconozco o emborracharme con caldos como los que describes. Lo único que sé es que si alguna vez me destierran seguiré lo pasos del escritor.
No es un mal lugar para un autodestierro acompañándose de lecturas añejas aderezadas con los sabores de los vinos moldavos como complemento a sus contundentes platos. Y con la ventaja de no estar demasiado lejos.
Hola, llego acá desde el blog de Unjubilado.
Excelente entrada. Me gusta mucho la literatura rusa y las biografías de sus escritores. Pushkin, Dostoievsky, Tolstoi, Chejov… todos con una obra prolífica y cargando tremendas historias personales a sus espaldas
Saludos!
La buena Literatura siempre estimula y atrae.
Gracias por la visita y el comentario.
Un saludo.