«Jardín del Recuerdo»: Archivo personal
A quince kilómetros de Skopje, capital de la República de Macedonia, en la bullanguera —y pobre— ciudad-barriada de Suto Orizari, la Ciudad de las Gentes Gitanas —popularmente conocida como Šutka—, mora y aún sueña Cora-Lee.
Nacida en la ciudad de Bath (suroeste de Inglaterra), hija de una pareja de saltimbanquis romanichels (gitanos ingleses), Cora-Lee fue contorsionista y trapecista en el Blackpool Circus de Manchester, malabarista en el circo Knie suizo y acróbata a caballo en Berlín, actividad esta última que estuvo a punto de costarle la cárcel cuando se descubrió que Zimro K, el caballo przewalski sobre el que realizaba espectaculares giros y volteretas, había sido sustraído del zoo de Munich. Cora-Lee, que era tan ágil de cuerpo como de mente, se hallaba ya en la entonces República Socialista de Yugoslavia cuando la policía alemana se presentó ante el empresario circense para requisar a Zimro K y proceder a la detención de la artista gitana. “No robé el caballo”, afirma más de cincuenta años después, en una curiosa mezcla de rromanés e inglés. “Se lo compré a unos băeşi (gitanos húngaros). Pero sabía que no me creerían… ¿Quién iba a creer a una gitana…?”
En sus primeros años en Yugoslavia ejerció de traductora ocasional y barrendera, terminando como secretaria de la preparadora del equipo nacional de gimnasia rítmica. En 1976, convertida en ayudante de dirección de un cineasta de escaso renombre —del que, además, era amante—, recaló en Suto Orizari en busca de escenarios para un documental sobre gitanos yugoslavos. La película no llegó a realizarse, pero Cora-Lee se reencontró con los suyos, con las gentes de su etnia. Y allí, en Suto Orizari, vivía cuando estallo la guerra entre los diferentes pueblos que conformaron Yugoslavia. En Suto Orizari asistió al acta de independencia de la República de Macedonia y vio expandirse la barriada-ciudad mientras gentes gitanas de diversa procedencia llegaban hasta el Nuevo No Paraíso huyendo de la miseria, la confrontación y el rechazo.
Cora-Lee, setenta y nueve años vividos plenamente, inglesa de nacimiento, yugoslava por necesidad y macedonia por convicción, es miembro del Partido de la Liberación Gitana de Macedonia. De su pasado circense solo guarda una fotografía que preside, discretamente enmarcada, el humilde comedor de su casa. En ella, una joven de cabellos muy cortos, vestida con un tutú de ballet, eleva una pierna en el aire mientras se sostiene con la otra, de puntillas, sobre el lomo de un hermoso caballo de escasa alzada.