«El Ebro, besando Zaragoza, caminito de la mar»: Archivo personal
Entre la tarde del 9 y la mañana del día 10 de septiembre de 2001, fueron llegando a Bruselas, en autobuses y vehículos particulares, los manifestantes. Cuarenta y nueve días antes, José Luis Martínez, mensajero aragonés de la Marcha, había iniciado su andadura en Biscarrués (Huesca) para cubrir a pie los casi mil cuatrocientos kilómetros que separan la localidad oscense —símbolo de la lucha, por la cruzada de sus habitantes contra la construcción de un proyectado pantano que iba a anegar su futuro— de la sede de la Comisión Europea.
Bruselas recibió a los viajeros fría, gris; con rachas de lluvia heladora que saludaba a aquellas decididas gentes extranjeras que iban tomando posiciones en la Estación del Norte, punto de partida de la manifestación.
Todo había comenzado en febrero de 2000, cuando el ministro de Medio Ambiente del gobierno de José María Aznar, Jaume Matas, anunció el Plan Hidrológico Nacional y su macroproyecto estrella: el trasvase de agua del Ebro a Alicante, Almería, Barcelona, Castellón, Murcia y Valencia. La respuesta en Aragón y el delta del Ebro se tradujo en manifestaciones de protesta que se intensificaron al ser aprobado en las Cortes —con los votos de PP, Convergencia i Unió y Coalición Canaria— un proyecto que las gentes de los territorios cedentes consideraban faraónico, altamente lesivo y contrario a las recomendaciones de la Nueva Cultura del Agua. Tras su publicación en el BOE, el 5 de julio de 2001 —con entrada en vigor el 26 del mismo mes— y conocerse que se había dispuesto la detracción anual de 1.050 hm3 de agua y que el presupuesto para acometer las monumentales obras de infraestructura se elevaba a 3,6 billones de pesetas que se pretendían financiar con fondos europeos, las organizaciones antitrasvasistas, que no habían dejado de clamar contra el dislate y atropello de un PHN que tenía más de beneficioso negocio que de proyecto para paliar la escasez de agua, comprendieron que sus alegaciones sobre el impacto ambiental y socioeconómico de aquel PHN debían ser expuestas sin dilaciones ante quien, en última instancia, poseía la llave de la caja de donde saldría el dinero: la Comisión Europea, con sede en la capital belga.
A las 13 horas de ese 10 de septiembre, bajo una tromba de agua espectacular y con no más de 10° de temperatura, las personas concentradas echaron a andar por las calles de Bruselas. A esa misma hora, lo hacían también, por sus respectivas localidades, cientos de manifestantes concentrados en Zaragoza, Teruel, Huesca y las tierras del delta del Ebro. Diferentes lugares; igual causa. Entre 12.000 y 14.000 personas llenaron Bruselas de música, cánticos, banderas, pancartas, lemas y colorido, mientras arreciaba la lluvia y los pocos bruselenses —resguardados bajo paraguas y chubasqueros— que circulaban por las calles miraban con pasmo a los manifestantes, calados pero resueltos, que en alegre alboroto iban salvando los tres kilómetros que separaban la Estación del Norte de la del Mediodía, final de la Marcha. Como diría después Manel Tomás, de la Plataforma en Defensa del Ebro: “En la Comisión Europea, a los antitrasvasistas no nos conocían, así que la Marcha Azul fue nuestra carta de presentación”.
EPÍLOGO
Las protestas y manifestaciones masivas contra el trasvase del Ebro en Zaragoza, Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Valencia y otras localidades continuaron a lo largo de todo el mandato de Aznar, cuyo ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, llegó a afirmar en Murcia que «el trasvase se hará por cojones». En 2005, el gobierno de Rodríguez Zapatero derogó los artículos del PHN referidos al trasvase del Ebro.
El Estatuto de Autonomía de Aragón en su reforma de 2014 señala que no se podrán realizar disposiciones sobre las aguas del Ebro sin la conformidad del gobierno aragonés y que, en cualquier caso, la Comunidad Autónoma de Aragón garantizará 6.550 hm3 para uso exclusivo de las personas residentes en la Comunidad.



Mereció la pena y el esfuerzo (y algún catarro) la manifestación de Bruselas y las demás. Por suerte el Estatuto reformado de 2014 sienta unas bases decisivas. Porque, que un político diga que «El trasvase se hará por cojones» expresa claramente esa mezcla de chulería e ignorancia tan propia de nuestra clase política pasada y presente, al margen de las siglas que representen. Un abrazo.
Pues mister Aznar, pese a los años transcurridos, no parece que haya asumido nada. Este mismo año, en una charla, volvió a las andadas con «el agua que el Ebro desperdicia en el mar» —se ve que el hombre tenía escarlatina y no fue a la escuela el día que explicaron el Ciclo Hidrológico—. Ya me lo imagino haciendo una crónica de un viaje a Oporto diciendo:
«Y, por fin llegué a Oporto, esa ciudad portuguesa por la que nuestro Duero desperdicia su agua en el Atlántico…».
Cordialidades.
Tambien podía haber dicho «en el Pacífico», que capaz era…
Pues también; y si es preciso nos hace hasta un plano.
Es que, para Aznar, los ríos desembocan donde a él le da la gana.
Obstinado que es el hombre. Pero de aquellas armas de destrucción masiva que, aseguraba, había en Irak sigue sin saberse nada.
Emocionante recuerdo. Me ha encantado volver a escuchar las clopillas del agua y recordar a nuestros queridos Joaquín Carbonell y José Antonio Labordeta.
Hay cosas que no deben olvidarse.
Salud.
Esas Coplillas pertenecen al CD que se grabó del concierto de Labordeta, Carbonell y la Bullonera en el auditorio zaragozano, en octubre de 2006; algunas de las fotos también son de ese concierto. También a mí me resulta emotivo, porque son voces entrañables que pusieron música, alma y lucha en las cuitas aragonesas.
Salud.
Siempre hay que luchar por la vida y los derechos. Me encantó este relato.
Exactamente, y así fue en el caso del río Ebro.
Gracias, Citu.
Oh, me ha gustado la canción, la música es très acrocheuse. ❤️
Sí, es una música pegadiza con letra reivindicativa.
Salud.
Pues no confiéis mucho en lo del Estatuto, que ha habido gobiernos que se los han saltado descaradamente y no ha pasado nada.
Ah, no, confiar no. Con la de vueltas y revueltas que se dan en política, los consensos pueden terminar en papel mojado.
Pariendo de mi amplio desconocimiento del tema, reconociendo que muchas de estas obras se hacen para el beneficio de unos pocos en vez del interés general, y que los locales, en este caso Aragón y Cataluña tienen derecho a gestionar su agua, no comprendo que en España estemos hablando de sequías durante la mitad del año y de inundaciones la otra mitad.
El agua está mal gestionada, y, en mi opinión, un sistema de trasvases ordenado, retribuido y justo redundaría en el beneficio de todos. Pero parece que no queremos progresar, sino que nos subvencionen, andar nosotros calientes y que zurzan a los demás. Y si encima las comunidades autónomas afectadas son de signo político contrario, entonces que les tiren una bomba atómica. Así nos va. Tawaki
Sería complicado explicar aquí todos los detalles técnicos que hacían inviable un proyecto de esa envergadura. Solamente el inmenso desnivel que habría de salvarse para bombear el agua hasta el Levante y Almería a través de un descomunal «parque tubéricico» desde los pantanos de Teruel y Huesca que almacenarían el agua destinada al trasvase, sería suficiente para que el sentido común y la directiva marco lo desaconsejaran. Cualquier desestabilización sísmica en laderas o una tromba de agua en una de esas crecidas anuales podría suponer una catástrofe.
Algo sí es cierto; tanto PP como PSOE utilizaron el trasvase para atizarse, de ahí que el grueso del antitrasvasismo sin siglas estuviera enfrentado con ambos partidos.
La gestión de los recursos hídricos es la permanente asignatura pendiente en la península. Y ya puestos en el tema, muy poca gente sabe que, a lo largo del siglo XX se realizaron OCHO trasvases del Ebro hacia el norte peninsular.
La unión y la lucha popular hace la fuerza. Desconocía la distancia exacta que tienen con Bruselas, a nuestros ojos de pampa, llanura y desiertos parece corta, pero claro vuestro territorio es diferente.
Me recordó el lío del río Uruguay cuando se instalaron plantas de celulosa en Fray Bentos, frente a la ciudad de Gualeguaychú. Con diferente final al vuestro…
https://es.wikipedia.org/wiki/Conflicto_entre_Argentina_y_Uruguay_por_plantas_de_celulosa#:~:text=El%20conflicto%20entre%20Argentina%20y,Fray%20Bentos%20y%20argentina%20de
Abrazos
Anoche, estuve leyendo sobre la planta de celulosa en el río común y el conflicto entre Uruguay y Argentina. Entiendo perfectamente a las gentes de Gualeguaychú y las acciones emprendidas para paralizar una empresa que, por omisión o accidentalmente, podía provocar un desastre ecológico en el río y su entorno. Las empresas papeleras no son una broma, y si no se establecen protocolos anticontaminación, pueden suponer graves conflictos.
Cordialidades.
Y l’augua que i cayeba! Si la ésemos traida t’Aragón, se remataba o sequero.
….o mejor haber recogido esa lluvia para donarla a los territorios que pretendían el trasvasado del Ebro.