«Tentempié II»: Archivo personal
Van remitiendo la falsa calima que se cebó con la sierra y el inequívoco olor a hoguera que el domingo alertaron al vecindario de diferentes localidades en la creencia de que se trataba de un incendio en cualquiera de los bosques que festonean la retaguardia pirenaica. “Quién nos iba a dar que la fumera venía de Canadá, como si ese país estuviera nada más cruzar el paso de cebra”, comenta Toñín mientras deposita los zumos de naranja en la mesa donde aguardan Étienne y la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio, acomodados allí desde las ocho menos veinticinco de la mañana, aun antes de terminar de levantar el buenazo de Toñín la persiana metálica del establecimiento. “¿Pero eso es normal?”, insiste. “Joder, que hay una porrada de millas de océano entre Norteamérica y nosotros…”. “No te mates la cabeza, que aunque no sea lo normal tampoco es la primera vez que ocurre cuando por allá se les descontrolan los incendios. Igual que llegan los vientos, arrastran el humo por el mismo camino, y es inocuo, te lo digo yo. Está a demasiada altitud para influir en la calidad del aire. Además, el cielo ya no se ve turbio y el olor a humo es pura aprensión”.
Poco a poco se ocupan las mesas vacías de la terraza y, tras un guiño y una sonrisa, se desentiende el solícito barista de sus dos madrugadores clientes para desplazar su humanidad —uno noventa y cinco de alto y volumen de luchador de sumo, que lo aproximan más a un Toñón que a un Toñín— hasta los parroquianos recién sentados.



Minucias muy apetecibles. No os lo montáis mal. Hay que disfrutar el verano, pero que nos llegue humo de tan lejos…
Salud.
De vez en cuando, hay que dejarse llevar por los placeres…
El humo, en plan turista, ha continuado su ruta hacia el centro y el sur peninsular.
Salud.
Hay que cuidar nuestros bosques en especial en verano para que podamos disfrutar de ellos y del aire limpio. Te mando un beso
Cierto. Pero, por lo visto, en Canadá tienen muchos focos de incendios de difícil contención, con una humareda que es posible que también hayáis notado en Ecuador.
Otro beso
Me alegra que el humo no sea vuestro. Espero que de verdad esté muy alto y no os afecte. En Alemania ya nos ha llovido alguna vez arena del Sáhara…
Buen verano.
Sí, el polvo en suspensión del Sahara realiza recorridos increíbles y eso que son partículas más pesadas que las de este humo canadiense que ya se ha desplazado hacia otros lares.
A seguir disfrutando de las vacaciones y de latitudes fresquitas.
La calima del Sáhara la tenemos ya aquí casi continua, sobre todo en las costas, que siempre aparecen en los partes meteorológicos con el aire de poca calidad y es por eso. Y, claro, cuando caen cuatro gotas de una tormenta, el polvo se convierte en barro. Y hay quien sigue negando el cambio climático…
En realidad, la calima del Sahara no tiene por qué ser consecuencia del cambio climático, hay muchas referencias a ella en siglos anteriores y Andalucía no dista mucho del Sahara en cuanto al recorrido del viento, pero sí es cierto que el cambio climático está modificando el desierto y ampliándolo (he leído que se ha extendido un 10 % en los últimos cien años) y eso hace que aumente el polvo y, como dice Karen, les «llueva» arena del Sahara en Alemania.
Eso sí, Senior, la negación del cambio climático tiene multitud de adeptos que consideran que las evidencias son una paparruchada y la ciencia un engañabobos.
(Te he contestado aparte porque se anillan los comentarios y, si se leen desde el móvil, es un suplicio).
Poniendo el móvil de lado se ve bien.
Es verdad.
Siempre ha habido calimas, pero era algo excepcional que hasta salía en la prensa. Lluvias de barro como las de ahora, no eran tan frecuentes ni tan intensas.
https://flic.kr/p/2nfGckK
Qué diferencia entre la lápida aseada y la polvorienta. Lo peor es que, lo mismo que se adhiere a los objetos, se pega en la piel y el pelo.
Lo peor es que eso no es polvo, sino barro seco, que les habrá costado levantarlo a base de restregar y mucha agua
Uf… Trabajo tendrán si quieren dejarla en condiciones.
Un café y un pincho no es una minucia, sino un placer digno del madrugar. Yo vivo en verano abonado a ello, tras el paseo matutino sea por arena playera o por pinar montañoso. No lo perdono, aunque según la hora sustituyo el café por una cerveza bien fresca. Lo del humo canadiense, si bien es raro, no me sorprende pues la distancia allá con los vientos de altura se debe medir de otra manera. Lo importante es que ni allí, ni aquí haya incendios que provoquen grandes daños, algunos irreversibles. Un abrazo.
Desgraciadamente, el humo no ha sido sino la lamentable señal de los pavorosos incendios que han destruido miles de hectáreas de bosques canadienses y que, por lo visto, todavía siguen, muchos de ellos, desatados. La visión de ese humo y su olor han servido de recordatorio de lo vulnerable que es ese entorno de vida natural al que un rayo, una chispa de un vehículo o una mala praxis humana pueden condenar a la destrucción.
Pero, en el interín y esperando que todo siga tranquilo, un buen y relajado desayuno mañanero sienta de maravilla. A media mañana, la birra (no soy de cerveza, pero te puedo acompañar con un bitter sin alcohol).
Otro abrazo.
De minucias nada amigo , rico ese tentempié. En cuanto al humo, haberlos, haylos amigo. y mejor que la fumera se mantenga alejada, el verano es malo para los incendios.
Anda que no saben ni ná esos gatos yendo a ver a Toñín
El libro me ha encantado.
Buen jueves.
Un abrazo.
Saquemos a pasear los sortilegios para que los incendios sean solo pasado.
Sabía que el libro te agradaría; Nélida es muy gráfica en sus reseñas y leyendo sus «recomendados» se va a lo seguro. Con el de Eduardo Mendoza estoy, que lo tenía preparado para empezarlo y, mira por dónde, lo leyó antes ella e hizo la reseña; ayer la leí..
Un abrazo.
No soy anónimo. No hay forma de salir como Laura.
No se me ocurre sino insistir en el sobrecito; comprueba que en él están tus datos o vuélvelos a escribir en los casilleros para que queden registrados.
Hola, Una mirada.
Yo también me hago la misma pregunta, cómo puede llegar el humo del incendio acaecido a tantísimo distancia, en otro continente. Pero así es la naturaleza y así es la realidad.
A mí me sorprendía cuando erupción del Volcán de la isla de La Palma, que aquí en Gran Canaria llegaran las cenizas. Lo notabas en el aire que era sutilmente más turbio (como una nube permanente que te rodeaba), también en los coches cuando al mirarlos veías (y tocabas) que aquello que los envolvía eran cenizas, en las fachadas de las casas, y en el interior cuando al llegar de trabajar deslizabas la suela de los zapatos bajo esa finísima y casi imperceptible ceniza que conseguía entrar.
(Sé que estamos comparando distancias situaciones y distancias, pero me vino a la cabeza).
Un abrazo grande, apreciado.
Qué ganas me han entrado a estas horas, de desayunar con esa foto tuya tan suculenta. Ahora mismo me preparo un zumo de naranja, anda que sí!!
Si el polvo del Sahara colorea Alemania, no es de extrañar que el humo y las cenizas de tu archipiélago crucen con normalidad, de una isla a otra. El viento, que tantas veces parece desaparecido, siempre está al quite, en su elevación, moviendo ingentes cantidades de partículas que caen, como indeseada lluvia, hasta tierra firme. Y cuán poco agradables serán esas cenizas para la vida cotidiana.
Por estos pagos, el humo canadiense reinó y rondó unos dos días y fue un alivio que se alejara y volviera el firmamento a su color y el aire a sus olores familiares.
Besos mientras se acerca la tormenta
Una cosa de locos que cruce el océano.
Se dice que la calima de África puede llegar a veces al Amazonas, no sé si es verdad.
Aquí cuando hay un incendio grande en el Delta del Paraná (muchas veces intencional para quedarse con terrenos pantanosos que pertenecen a carpinchos y yacarés) y el viento lo trae para Buenos Aires, vivimos días apocalípticos.
Abrazos
Seguramente, esos «traslados aéreos» se han producido siempre, aunque la falta de conocimientos técnicos impedía averiguar la razón de esos fenómenos y su procedencia. No obstante, que el polvo sahariano arribe a América del Sur parece una proeza porque, lo queramos o no, las partículas arenosas pesan más que la masa de humo, cuyo recorrido tiene más lógica. Pero no desdeñemos la fuerza del viento.
Cordialidades.