«Donde florece el magnolio»: Archivo personal
A los pies del reformado muro de adobe —único vestigio de la vieja paridera que alguna vez ocupó parte de lo que ahora es huerto—, cuatro tumbonas disparejas se extienden en el espacio que llaman Rincón del Solanar, donde florece el magnolio, a un lado, y se yergue en el contrario, sujeta a un poste y próxima a la balseta de riego, la Casita de los Insectos [FOTO] construida por Jenabou y colonizada, desde la primavera, por mariquitas y abejas que no parecen incomodarse por el ir y venir de las cuatro bullidoras jovencitas del agua a las tumbonas y de estas a los islotes de césped que anteceden a las matas de albahaca y las tomateras.
Bajo una sombrilla playera, un arcón pintado de índigo sirve de soporte a un enorme radiocasete a pilas, de momento enmudecido, sobre el que descansa un ejemplar muy manoseado de Han matado a un hombre, han roto un paisaje, de Francisco Candel, que se dejó olvidado la señorita Valvanera, la vieja maestra, ayer por la tarde. Junto al arcón, en un cubo de metal con bloques desiguales de hielo todavía compactos, asoman botellines de agua y latas de refresco.
Sestean los gatos alejados del jolgorio adolescente y solo Yaiza y Bambuesa, las perrillas, se avienen a pulular cerca de la balsa rebosante, pirueteando alrededor de las jóvenes que corretean lanzándose globos de agua.
Posadas en un olivo, tres picarazas ruidosas diríase que se carcajean.



Magnífica descripción, dan ganas de darse una vuelta por ahí para pasar un buen verano.
Preciosas fotos. La Casita de los Insectos me ha encantado.
Feliz verano.
La verdad es que se está de maravilla en este «resort» que es el huerto, donde el entorno, un remojón y unos trozos de chorizo, panceta y longaniza a la brasa son más estimulantes que las más sofisticadas prestaciones en un hotel de lujo.
Salud y buen verano.
A ver… Estoy liada. Por una parte, parece una escena que se desarrolla en un chalet o casa rural, pero por otra, hablas de balsa y eso nos lleva al pleno campo…
Eso mismo: Puro campo. Es la parcela donde se halla el huerto; no hay chalet pero sí una sencilla casa con lo imprescindible para pasar el día y aunque la balseta no da para hacerse unos largos, porque es pequeña, un buen remojón para conjurar el calor nunca falta.
Es que lo que a mí me confunde es la palabra balsa, porque si es para riego, aquí la llamamos alberca y balsa es una laguna natural pequeñita.
Sí, también aquí se llaman así, solo que igual se denomina balsas a las que se construyen artificialmente para recoger o acumular el agua del riego; quizás lo más correcto sería decir aljibe pero ya se sabe que solemos acostumbrarnos a una palabra (suelo llamarla balseta y balsica) y la usamos sin ser conscientes del significado que da/conoce quien la lee.
Pues mira, la palabra aljibe también me hubiera confundido, pues aquí es algo que está bajo el pavimento, como lo que hay en la Alhambra, bajo la plaza que separa la Alcazaba del Palacio de Carlos V y que por algo se llama Plaza de los Aljibes.
Esta
Esa plaza, con nombre tan sugerente, es para no perdérsela; condensa un grandioso pasado.
Sí, pero hay aljibes que, por su disposición, no se hallan completamente soterrados al no estar cubierta su parte superior.
En ese lugar se debe tener un verano tranquilo para pensar y relajarse. Te mando un beso.
A veces, hasta hay demasiada tranquilidad.
Otro beso.
Buen inicio de vacaciones. Poder tener un huerto es un regalo, cuanto buenos ratos se pasan en él.
Me encanta esa casita Una mirada. Que malas son las picarazas amigo, se iban a picar al perrillo de un amigo.
Buen fin de semana.
Un abrazo.
El huerto, cuando llega el buen tiempo, es un gozo, como bien sabes tú, porque es cuando se empiezan a ver los resultados del trabajo realizado en él.
Las picarazas son pájaros muy singulares; no hay bicho que les gane a incordiar.
Otro abrazo, Laura.
No hay forma amigo.
Soy Laura
No se me ocurre salvo lo que dijo el otro día Senior Citizen: Que primero escribas el comentario y, antes de darle a responder, rellenes los datos del sobrecito y cliques donde dice de guardar tus datos. A ella, que le ocurría lo que a ti, ese método le fue bien.
Otra sugerencia a Laura. Anoche, al comentar en la última entrada con el móvil, lo hice buscando el blog en Google y no me permitía loguearme ni salía el sobrecito ni nada, pero cuando entré haciendo clic en tu nick, entonces todo fue bien. No sé si me explico.
Esperemos que te lea y pruebe. Gracias.
Un huerto, las tumbonas, buena compañía, bebida fresca, a remojarse si hay calorina y unas viandas sabrosas y en el fondo para que queremos más. Las cosas sencillas son apabullantemente deliciosas y a menudo dejan mejor sabor de boca y de alma. Un abrazo.
De eso se trata, de valorar esa sencillez que, dentro de lo cotidiano, nos hace vivir momentos sublimes a las puertas de la propia casa. Muchas veces olvidamos la grandeza de lo aparentemente pequeño.
Abrazos.
¡Pero qué bonita estampa!
Me ha gustado todo, pero absolutamente todo. Un lugar idílico para compartir esos ratos de calidad, de paz y descanso con la gente más cercana. Algo así como un templo, ideal para leer también :-))
Esa casita de los insectos es lo más, tampoco le falta detalle al terreno, al huerto que se intuye como otro remanso de paz (por cierto yo también tengo un magnolio en casa, con esas flores grandes tan bonitas), a esa agua que invita a refrescarse y a juegos adolescentes como los que describes, entres amigas o la familia.
¿Qué más puedo decirte? Que muchas gracias por acercarnos todo esto, ha sido casi como estar ahí.
¡¡A disfrutarlo mucho!!
Un abrazo grande.
Contadora de Libros.
Ya sabes que, muchas veces, donde mejor se está es en el propio entorno, el lugar familiar que nos acoge y al que siempre se regresa porque forma parte de nuestra historia personal y oxigena mente y cuerpo.
Cuida bien ese magnolio tuyo y que siga regalándote esas flores magníficas que se abren como si de una mano extendida se tratara.
Un abrazo cariñoso y festivo.
Vaya! Es un libro que tiene 65 años desde su publicación, y yo acabo de recibir la primera noticia de su existencia. Interesante.
¿Existe la envidia sana? No creo. Pero de todas maneras siento mucha envidia de vuestro verano. Trato de pasarla bien en invierno, pero no me puedo mentir a mi mismo. Se puso frío Buenos Aires, pareciera que se viene la nieve de la que hablaba el Eternauta.
Otro abrazo
No lo había pensado pero sí, esa novela tiene ya muchos años; Paco Candel, su autor, fue un digno representante de la novela social de toda una época, aunque en la actualidad sus libros hayan quedado relegados.
Así que envidias este verano… Te cedería varios grados de temperatura si pudiera, que a mí me va más el ambiente bien fresquito que tenéis ahora en Buenos Aires.
Más abrazos.
Soy más partidario de vacaciones más activas, quizás porque dispongo de pocos días y prefiero ver sitios nuevos, pero ese ambiente que tan bien describes bien que podría servirme para un par de días.
Pero imagínate ahora a un grupito de catorceañeras, algunas urbanitas, que descubren el encanto de la vida campestre. Ni el mejor résort, oye, aunque haya ciento un lugares más allá dignos de recorrerse, como haces tú, y nos muestras, en esos viajes maravillosos