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Posts Tagged ‘Ucrania’

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«Calle Waliców, 14 (Varsovia)»: Archivo personal


En el libro Patas arriba. La escuela del mundo al revés, de Eduardo Galeano (1940-2015), hay un cuentecillo que, bajo un barniz de cuarteada frivolidad, oculta un mazacote de amargura. Dice así: «El hombre encontró la lámpara de Aladino tirada por ahí. Como era un buen lector, el hombre la reconoció y la frotó. El genio apareció, hizo una reverencia y se ofreció: ‘Estoy a tu servicio, amo. Pídeme un deseo y será cumplido. Pero ha de ser sólo un deseo’. Como era un buen hijo, el hombre pidió: ‘Deseo que resucites a mi madre muerta’. El genio hizo una mueca. ‘Lo lamento, amo, pero es un deseo imposible. Pide otro’. Como era un buen tipo, el hombre pidió: ‘Deseo que el mundo no siga gastando dinero en matar gente’. El genio tragó saliva: ‘Este… ¿Cómo dijo que se llamaba su mamá?’».

Me vino a la memoria la fabulilla del autor uruguayo en tanto evocaba la visita a aquel edificio abandonado, en el número 14 de la calle Waliców de Varsovia, uno de los pocos que quedaron en pie tras la destrucción de la ciudad por los nazis. Adosada y formando parte del gueto judío devastado, aquella casa de finales del siglo XIX, con dos apartamentos —muy bien acondicionados en su época— en cada una de sus siete plantas y amplios sótanos que se podían reconvertir en viviendas y bajos comerciales, mostraba todavía rastros de su elegancia de antaño, cuando los inquilinos que la habitaban le daban vida envueltos en los sonidos cotidianos de la ciudad. Allí, entre sus paredes, moraron familias judías y cristianas; artistas y comerciantes; comunistas y liberales, hasta que la ocupación nazi trastocó todos los sueños y demolió la esperanza.

El estruendo de bombas y disparos destrozó la rutina y las viejas canciones se transformaron en aullidos desgarradores. El dolor, el polvo, el hambre y la muerte se hicieron fuertes en Varsovia, en el gueto y en el número 14 de la calle Waliców, condenado a ser referente del terror para tantos ojos futuros que, como los míos, contemplarían y captarían el pavor de un pasado que itinera, regresa y explosiona delante nuestro.

Donde ayer fueron Varsovia o Dresde, hoy son Mariupol o Rafah. Las bombas nazis sobre Varsovia o las de los aliados contra la población civil de Dresde tenían el mismo propósito que las de Putin sobre Ucrania o las de Netanyahu sobre Gaza: Aterrorizar y aniquilar a la población no combatiente. Como no pueden dar el golpe efectivo a los gobernantes y cuadros militares —o a los sanguinarios terroristas de Hamás, en el caso de Israel— se ceban con la ciudadanía inerme.

(Y pienso en la lámpara mágica del cuento de Galeano, tan inoperante como apelar, ante los verdugos de antes y ahora, a la compasión, a la humanidad).

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«Fragmentación»: Archivo personal


Aykut Demir, capitán de un equipo de fútbol de la segunda división turca, hurgó con un simple gesto en la hipocresía de los democráticos gobiernos occidentales al negarse a vestir la camiseta con el lema NO WAR alegando la doble vara de medir los conflictos según su ubicación, como si la raza y la nacionalidad de las víctimas de una guerra, cualquier guerra, determinaran el sufrimiento. “Tiene un careto de yijadista…”, comentaba of the record un periodista deportivo en una tertulia de barra en la que dos o tres clientes, con más vozarrón que cerebro, pedían la expulsión del deslenguado de la liga turca, cuando no colgarlo por sus atributos masculinos del mismo larguero. Ninguno de los lanzadores de espumarajos se planteó hasta qué punto, fuera de cualquier ideología, el futbolista rebelde daba en el centro de ese cristal, unas veces grueso y otras endeble, a cuyo través la sociedad observa los acontecimientos internacionales sobre los que intereses ajenos a la gente de a pie sitúan la lupa, con mayor o menor precisión en función de la respuesta social que se pretende obtener. Otra cosa es que los manipuladores de cupo lo consigan, que no siempre la tergiversación surte el efecto buscado, como lo demuestran las manifestaciones en diferentes puntos de Rusia contra la invasión de Ucrania, que ni las detenciones masivas ni las soflamas belicistas de los medios rusos cercados por la censura han logrado erradicar; o las que tienen lugar en Israel a favor de los palestinos; o aquellas otras que hubo en diversos escenarios europeos contra la guerra de Irak.

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