«El avezado girasol»: Archivo personal
Por el caminito de la calle Saguesgaña de Zizur, donde se acentúa el recuerdo de nuestra memorable Izarbe entre los girasoles que van abriéndose a la calidez de este húmedo entretiempo, ya no habrá más encuentros con Vitorieta, la señora ayerbense que recorría la acera ayudada por un divertido andador de colorines y siempre acompañada por su nieto Gaizka. Victoria —Vitorieta, como le gustaba ser llamada— falleció a primeros de este mes, el misma día de su noventa y siete cumpleaños, en Pamplona, ciudad a la que se trasladó en 1956, tras matrimoniar con un hostelero navarro al que había conocido en Huesca. Quizás, en ese Lugar del Otro Lado al que tantas veces se refería, se haya tropezado con Izarbe y le hable de “los teatreros y el Poeta” que llegaron, aquel verano de 1933, a Ayerbe, su pueblo, cuando no era sino una mocosilla de siete años y jugando a la cú del escondite con sus amiguitas, entre el entarimado a medio montar, resbaló en la tierra y terminó llorando con un rasponazo en la rodilla que el Poeta, tras restañarle la sangre con un pañuelo, le sopló hasta convertir el llanto en sonrisa. Eso explicaba ella que le había contado, varios años después, su madre, cuando el Poeta llevaba bastante tiempo muerto y aquella fotografía que el retratista itinerante había hecho a los faranduleros (ellos, con el mono azul y el logotipo de la máscara sobre la rueda de un carro; ellas, de igual color el vestido, y un cuellecito blanco) con los críos del pueblo, delante de la camioneta La Bella Aurelia… —ay, aquella foto— había acabado hecha pedacitos cuando, bien entrada la posguerra y con el miedo presidiendo cada jornada, la madre de Vitorieta supo que el Poeta, de nombre Federico García Lorca, —“un rojo de mala vida”, le dijeron las pías damas de la Sección Femenina de Ayerbe— había sido fusilado por los vencedores al iniciarse la guerra, los mismos o de idéntico pelaje de los que había conseguido escapar su marido y padre de Vitorieta en 1939, y del que, en 1964, les avisarían por carta desde Francia que había muerto de un infarto.
NOTA
Desde julio de 1932 hasta abril de 1936 el teatro universitario ambulante La Barraca, bajo la dirección de Federico García Lorca y Eduardo Ugarte, recorrió 74 localidades españolas (entre ellas, Ayerbe, Jaca, Canfranc y Huesca) con un repertorio de trece obras de teatro clásico, dentro del proyecto de las Misiones Pedagógicas que se llevaron a cabo durante la Segunda República.



Wow una Mirada, esa foto enamora. Es preciosa. 😍 🥰
Sí, el girasol tempranero le da un aspecto curioso.
[…] Entre los girasoles […]
La foto está fenomenal!
Gracias.
De nada.
Cuantas iniciativas tuvo Lorca en tan poco tiempo… La Barraca, el Teatro de Títeres, las conferencias, las grabaciones al piano con La Argentinita… y su inmensa obra, por supuesto. Cuando se piensa a la edad que murió, parece mentira que le hubiera dado tiempo de tanto.
Nota al margen: Ya se que conoces esa entrada de la conferencia, pero la traigo por si a alguien le interesa.
Fue un hombre versátil que supo aprovechar bien el tiempo y, además, disfrutarlo. Cuánto no hubiera dado (todavía más) de sí mismo si no le hubieran cercenado la vida. Un hombre refinado que no solo no menospreciaba sino que bebía de la cultura popular; buen pianista y guitarrista; poeta, dibujante, observador. Siempre con la sonrisa dispuesta. Una gran pérdida humana y artística.
He empezado a recordar tu post nada más leer el título y lo he vuelto a imaginar al piano, con los ojos brillantes, entonando esas cancioncillas granaínas que lo acompañaban desde la infancia.
Lorca era tan grande y pensar que vivió como murió luchando. Me gusta la foto te mando un beso.
Yo creo que nunca intuyó que sería víctima de la barbarie. Como he escrito en otro comentario, fue una tristísima pérdida humana y artística.
Salud.
Preciosa foto y bonitas referencias a Lorca y a Ayerbe, ya que cuando iba a Bailo dejábamos el tren en este pueblo por la mañana, y hasta la tarde no pasaba el Bus que nos llevaría a Bailo, o bien si iba solo como ya me conocían me trataban como un hijo dándome de comer hasta la salida del autobús que me llevaría al pueblo de mi padre.
En Ayerbe se cumple eso de «la mitad del camino», aunque desde allí a Bailo aún te restaban kilómetros. Seguro que alguna de las famosas y exquisitas tortas de Ayerbe caerían en esas esperas hasta la salida del autobús.
Descanse en paz Vitorieta. Que buena anécdota tenía con el poeta que mucho y bueno nos dejó. Y a esas pías damas, mejor les iva el nombre de árpias.
Buen fin de semana.
Un abrazo.
Ella revivía la anécdota con García Lorca, no porque la recordara sino por lo que le había contado su madre, que se enteró años después quién era aquel hombre tan simpático que se preocupó por la pequeña.
¡A disfrutar del domingo!
Salud.
Me olvidé. Me encanta la foto.
Gracias.
Perdón y rectifico. Iba .
Cuando he visto el comentaro me he dado cuenta de la gran falta de ortografía.
Un abrazo.
Teniendo en cuenta que la V y la B están juntitas en el teclado el error es comprensible, así que tranquila, que nos pasa a muchas personas.
Otro abrazo.
Permíteme este pequeño aporte
a la memoria de Federico.
Abrazo!
Espléndida aportación
Nada de pequeño; gran aporte que te agradezco.
Otro abrazo.
Todavía recuerdo un campo de girasoles encontrado casi por azar en La Bureba en pleno esplendor. A todos nos toca irnos en algún momento, pero un puñado lo hizo antes de tiempo, dejándonos con la eterna duda de lo que podrían haber hecho. Malditas guerras.
Malditas guerras, sí, que tantas vidas dejan inacabadas… Pero no parece que la humanidad haya aprendido la lección.
Una vida larga tuvo la señora Vitorieta, como querían que la llamaran.
D.E.P. (Qué casualidad que falleciera en mismo día que cumplía años).
Y qué bonita anécdota la que le unió a Lorca, seguro que ahora desde el cielo podrán celebrar el reencuentro.
Coincido contigo, fue un hombre de muchas bondades que sobresalía en diversas materias. Aún le quedaba mucho por hacer, cuando tan pronto le cercenaron la vida.
Un abrazo, con muchos grados centígrados hoy.
Vitorieta, además de una vida larga, mantuvo hasta el final su buena memoria y era una gozada escucharla cuando contaba anécdotas como la que vivió con Lorca, que tantas veces le contó su madre. Fue, además, una lectora de poesía; los de Lorca, por supuesto, que ella recitaba con excelente entonación y ritmo.
Un abrazo… con 32º.
Por cierto, bonita la foto y bonito el recuerdo que has traído de Izarbe. El reencuentro será múltiple. 🙏
Los girasoles e Izarbe están tan unidos que parece que en su corola lleven tatuado su nombre. Es mirarlos y recordarla a ella.
Una anécdota única y una pena aunque comprensible, que esa foto que hoy sería excepcional, fuera hecha añicos por el miedo y temor que llevo la guerra. Comparto lo que te han comentado más arriba: la de inquietudes e iniciativas que tuvo Lorca en sus 38 años de vida. Cuanto más hubiera podido hacer de respetarse su vida. Como siempre un texto perfectamente hilado e interesante. Un abrazo.
Esa fotografía me ha venido mucho a la memoria desde que conocí, no solo la anécdota de Lorca y Vitorieta, sino la actuación de La Barraca en Ayerbe, pero, al igual que tú, entiendo a la madre de la niña; en su situación, con un marido huido, esa foto podía haberle traído alguna consecuencia nada agradable. Y, cierto, el asesinato de un García Lorca aún joven, no solo le cercenó el futuro a él sino que nos privó a todos y todas de una obra que podría haber sido extensísima. Así y todo, su legado sigue siendo valioso.
Otro abrazo.
Preciosa foto,muy inspiradora.
Es que los campos de girasoles dan un toque bonito al paisaje.
Sobre el final del relato se cruzan y entremezclan varios de los tópicos de este sitio.
Interesante cómo algunas situaciones casuales no cobran su real importancia hasta que se ilumina cierta personalidad o acontecimiento. Sino quedarían en situaciones cotidianas e irrelevantes.
Tengo algunos de esos encuentros con personalidades, que se dieron en días totalmente rutinarios, insípidos, que pasaron a ser «El día que…»
Abrazos, Una Mirada…
En el caso de la anécdota que le contó la madre a Vitorieta, primó más que Lorca fuera fusilado a su labor de poeta, porque dudo que la madre supiera mucho de él o de su obra. Pero sí es cierto que determinados hechos cobran importancia posterior según de quién se trate.
Cordialidades.