«Entre libros»: Archivo personal
El cadáver yacía en la cuneta. Uno más arrojado, cual despojo, en los Tiempos Oscuros. Mujer. Aún joven. Con las ropas sucias y ajadas y un rictus final de desesperanza en el rostro que, en vida, gozó de la hermosura que rutila en los tiempos exultantes. La hallaron la mañana del 18 de agosto de 1936, cerca de Rábade, expuesta por la furia asesina al empacho de los insectos y a la luz solar amortiguada por la neblina.
Se llamaba Juana y tenía 31 años que se vaciaron de sueños días antes de que dos disparos le arrebataran de las entrañas el acerico de dolor que la consumía desde el asesinato de su marido y la pérdida, allá en la cárcel, de su hijo nonato, apenas un reguero de sangre y tejidos que truncaron los últimos destellos de futuros felices.
Qué lejos aquella cuneta ominosa del día, seis años atrás, en el que ingresó, por concurso oposición, en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, con la juvenil mirada dejando entrever el brillo de las ideas que, valoradas, puso en practica en la Biblioteca Nacional y el Ateneo de Madrid, primer centro español en implementar la Clasificación Decimal Universal en la organización de la bien dotada biblioteca que daba fama y empaque a sus instalaciones. Pese a su juventud, el entusiasmo, el conocimiento y laboriosidad de Juana hicieron posible su nombramiento como bibliotecaria-jefa de la Universidad Central —cargo que, por primera vez ocupaba una mujer—; bajo sus directrices se realizó el traslado de los volúmenes que conformarían posteriormente la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid. Fue, además, una de las fundadoras de la Asociación de Bibliotecarios y Bibliógrafos de España, cuya primera acción fue crear un servicio circulante de libros, a modo de experiencia piloto, entre los pacientes del Hospital Clínico de Madrid, evitando, aconsejaba Juana, “toda lectura que pueda preocuparles, entristecerles o, simplemente, aburrirles”. Como miembro de la Asociación, apremió a las autoridades de la República para que se dignificara la profesión de bibliotecario, se extendiera por España una red de Bibliotecas de acceso libre para la ciudadanía —como continuidad del proceso de alfabetización que se había puesto en marcha en pueblos y ciudades— y se renovasen los fondos bibliográficos de las ya existentes.
Se llamaba Juana. Juana María Clara Capdevielle San Martín. Era una mujer culta, feminista, libertaria, pedagoga, bibliotecaria, articulista, conferenciante; una mente inquieta abatida por la sinrazón y sepultada en la desmemoria durante setenta años.
Hay personas que es un deber y un honor recordar, como Juana Capdevieille, mal que les pese a los que Machado aludía cuando escribió aquello de …»Mala gente que camina y va apestando la tierra…» . Los que ahora no quieren recordar lo que les molesta y quieren impedir que los demás recuerden.
No conocía la cita de Machado pero la suscribo. Recordar es un ejercicio libre y de justicia. No se puede pretender borrar una existencia de la faz de la tierra para que nadie la devuelva a la memoria. Y Juana Capdevielle, referente cultural, también tiene su sitio en la historia.
Un placer que te acerques y comentes.
Si mi referencia no está equivocada la frase de Antonio Machado es de ‘He andado muchos caminos’. Salud
No has errado, no. Después de responder a tu comentario me he ido al libro de Soledades, que lo tenia más a mano, y ahí estaba. Gracias por hacerme repasar a don Antonio.
Saud.
Que pena, la de atrocidades que se comenten en el enfrentamiento cruento llevado a cabo por una parte de las fuerzas armadas contra el Gobierno de la Segunda República.
Una mujer con semejantes estudios, desaparece de la faz de la tierra por la animadversión de semejantes ignorantes.
No es de extrañar el atraso y las tinieblas que dejó la guerra; la mayoría de las mentes de ideas avanzadas fueron asesinadas o marcharon al exilio, perdiéndose en España todo el bagaje social y cultural por el que lucharon Juana Capdevielle y tantos y tantas.
Han sido muchos asesinados y arrojados a las cunetas. Todos lo sabemos y todos lo saben, solo que algunos quisieran echar más tierra encima para que fueran más ignorados. Es bueno hacerlos visibles desde cualquier lugar
He mirado en Wikipedia, pues desconocía todo de Juana María Clara Capdevielle San Martín. Al menos veo que Juana es recordada en la Universidad de La Coruña con un edificio dedicado a sala de estudios que lleva su nombre.
Salud.
A Juana se la hizo visible en 2006; a partir de esa fecha hay multitud de artículos, algún libro (yo he utilizado como fuente el de Cristina Gállego Rubio, editado en 2010 por la Complutense) y hasta poemas. Quería aprovechar que el domingo se celebra el Día Internacional de las Bibliotecas para recordar a esta bibliotecaria y su magnífica labor.
Considero que es tarea común que nuestra memoria haga justicia a estas personas condenadas, incluso en la muerte, al olvido, ya fueran intelectuales o de clase obrera. Y, de paso, tomar cumplida lección para que la intransigencia no nos haga caer en las pasadas tropelías ni consintamos que otros lo hagan.
Salud.
Hola, Una mirada.
Por un lado, decirte que nada más comenzar a leer esta entrada sentí un escalofrío dentro de mi, hiciste que me transportara a aquella cuneta aquel día. Qué sensación más hueca y triste.
Una gran mujer Juana Capdevielle, que hizo grandes cosas y tenía grandes proyectos en mente. Que sus circunstancias la llevaron a vivir tremendas pérdidas, como la de su marido o la de su hijo malogrado. Y esa muerte suya; soledad,cuneta, abandonado. Estremecimiento.
Por otro lado darte las gracias por traerla hasta aquí, porque con ello nos la recuerdas y haces que no caiga en el olvido dándole el sitio que se merece en la Historia.
Gracias.
Un abrazote.
P.S: Por pocos días, casi no coincide su cumpleaños con su muerte. Me llamó la atención ese dato.
Como le he comentado a Azurea, he querido homenajear a Juana Capdevielle, bibliotecaria, como aportación al Dia de las Bibliotecas. También los dos primeros párrafos me han supuesto zozobra, pero quería contraponer esa vida intensa dedicada con pasión a los libros a ese terrible final que, por desgracia, fue común a miles de personas. Nadie merece ese final con esos dolorosos prolegómenos, pero mucho menos las personas inocentes cuya trayectoria vital estaba en el punto opuesto de la violencia.
Poner luz al pasado es también un respeto a la historia y a todas las personas a las que se quiso excluir de ella.
Un abrazo inmenso.
La memoria y el recuerdo son una obligación, pues es nuestra propia historia. Desconocía a esta mujer de vida corta pero tan interesante. Leo en su reseña que tuvo a Ortega y Gasset como profesor en la universidad. Un post interesantísimo. Una idea de la necesidad de algunos de acallar como fuera la personalidad, el conocimiento, la inteligencia en definitiva, preámbulo como has mencionado, de los episodios oscuros que estaban por venir. Episodios tan dramáticos como este, deberían conocerse más. Mi consideración a Juana María. Un abrazo.
Yo descubrí el nombre de Juana Capdevielle hace tres o cuatro años, leyendo un estudio sobre Sender en el que se hacía referencia a las Actas de una conferencia en la que ambos compartieron «cartel». Y, por cierto, que la señora Capdevielle dejó al señor Sender como un inveterado machista, a tenor de las ideas que una y otro expusieron. A raíz de eso, me interesé por saber quién era y descubrí la importante labor que llevó a cabo y el reconocimiento que tuvo su figura setenta años después de su asesinato.
Como ya se ha comentado antes, hay quienes consideran un escarnio esa «vuelta al pasado», pero no se trata de ir hacia atrás sino de completar las páginas de la historia escamoteadas a nuestro conocimiento y rescatar, con ellas, la memoria de las personas a las que se pretendió hundir en la Nada absoluta.
Cordialidades.
Hay muchas mujeres víctimas de la represión franquista, que se desconocen aun. En esta exposición, de la que escribiré algo cuando pueda, hay algunos casos de la misma Granada que yo desconocía.
Estaré muy atento a esa futura entrada tuya sobre la exposición que mencionas, que me parece tan interesante como necesaria. A las mujeres había que escarmentarlas especialmente, durante y después de la guerra, y, amén de recibir el mismo trato infame que cualquier hombre, fueron objeto de sevicias sexuales.
Hace pocos años, dos historiadores y periodistas oscenses, publicaron dos volúmenes con las biografías de todas las personas masacradas en Huesca durante la guerra y la inmediata posguerra; una historia de los horrores que deja mella en cualquier lector o lectora y que reivindica la memoria de aquellas mujeres y hombres víctimas de torturadores y asesinos que no les eran desconocidos porque eran sus propios vecinos, y aunque el número de mujeres represaliadas fue mucho menor que el de hombres, la crueldad fue la misma contra unos y otras. Y luego vino el después, los años de la terrible Dirección General de Seguridad y sus franquicias provinciales, donde las palizas eran el pan de cada día y la perversión campaba sin barreras.
No esperes mucho de lo que yo escriba, pues, como hay mucha información de estas jornadas en la prensa, me voy a centrar más bien en mi experiencia personal al verme en esa exposición como «ducumento histórico», ya que hay dos fotos mías en ella.
Entonces, esperaré que cuentes tu experiencia personal de aquellos bretes que te han llevado a formar parte de una exposición, imagino que como juventud combativa. A ti te tocó vivir, en la plenitud de tus fuerzas, unos tiempos de intransigencia, puños de hierro y los paranoicos contubernios judeomasónicos del individuo ese que firmaba los Enterado. UNos tiempos que duraron demasiado.
Nooo… No va por ahí la cosa, pues las fotos son del 51 y 52 y estaba yo aun muy ajena a todo eso. Mi «conversión» fue mucho más tarde.
Vamos, que no he dado ni una.
Es que me sobrevaloras…
En absoluto. Después del tiempo que llevo leyéndote tengo suficientes elementos de juicio.
A estas historias me refería en mi comentario anterior. Esta es la historia de los vencidos, muertos y abandonados después de tanta lucha. Olvidados para muchos de ustedes, desconocidos para los que no vivimos allí y nadie no lo cuenta, o no vamos en busca de estas memorias.
Con estas entradas traes un poco de justicia a este mundo
Abrazotes!
Es lo único que se puede hacer: Recordar de vez en cuando a quienes se quiso cubrir de olvido.
Cordialidades.
No se si te has dado cuenta de que el final de mi última entrada está copiado de este tuyo. Y ha sido intencionado, algo así como un guiño a tu blog… que me ha fallado. Pensaba decirlo allí, pero no ha habido ocasión, pues parece que ha pasado desapercibida la coincidencia y no he encontrado la forma de meterlo en un comentario.
Qué detalle… Ya disculparás que, en su momento, no fuera consciente de ello. No supe ver esa coincidencia que, además, es muy sutil. Sí me quedé, por supuesto, con la historia de esa zapatera lorquiana a quien, como en el caso de Juana y el propio García Lorca y tantas y tantas personas, les arrebataron la vida.
Bueno… Por lo que he leído, parece ser que el apodo de Zapatera era debido a que su padre tenía una zapatería en el centro de Granada.
Tiene cierta lógica porque, a veces, los apodos los heredan hijos e hijas.