
«Fogar»: Archivo personal
Las llamas se ensoberbecen entonando un siseo mutado en alaridos intermitentes que reverberan en la hornacina de piedra volcánica que las constriñe.
Oscilan y se retuercen entre las fauces desdentadas del fogaril que las aloja y custodia.
Braman y se rebelan; se enfurecen y expanden. Bailotean convulsas sin chamán que las amanse ni las refrene ni guíe.
Después, vencidas y extenuadas, van feneciendo, hambrientas de leña, entre aflictivos susurros para extinguirse, al fin, aún contristadas, dejando su impronta lustrosa en la carne que yace sentenciada entre brasas.


Hasta aquí llegar el olor de ese asado tan rico. Menudo festín.
Qué tengas un buen día.
Abrazo.
Es que el aroma a carne asada es casi tan bueno como degustar los bocados.
Salud.
Venga! Así se asa y se come. Bon profit!
Así. Y qué delicia
Salud.
Salud!
¡Qué tendrá el fuego que tanto nos hipnotiza!
Uno se queda extasiado observando esas llamas que bailan al son del crepitar de la leña, algo mágico e hipnótico lo reconozco.
Luego toca pensar en esa carne que se va haciendo a la brasa, y es entonces cuando nuestros jugos gástricos crepitan como el fuego, en un sólo compás de dos movimientos.
Pero mejor dejo de hablar para volver a leerte, como cuando se calla el alumno para que el maestro enseñe.
Un abrazo grande, apreciado. Con el estómago lleno y el corazón contento.
(Contadora de Libros)
El asado es un arte; que la carne esté bien hecha, sin sanguinolencias pero, a la vez, sin antiestéticas negruras; que huele a carne bien cocinada y que se expanda ese aroma y llene nariz y boca, como aperitivo oloroso de las exquisiteces que llegarán una vez el fuego cumpla su mágica tarea. El fuego ya es por sí solo un espectáculo visual y sonoro del que no se pueden apartar los ojos.
Otro abrazo —hoy, con el cielo grisáceo—.
Entre llamas y carbón surge algo nuevo. Te mando un beso.
En este caso se trata de leña, con ella el fuego adquiere otra tonalidad y huele de maravilla
Salud
Mucho calorcito hay hoy por aquí. Ay el fuego, demos gracias al primero que lo prendiópor casualidad, hace millones de años, mal nos iría sin él. Nos calentamos con sus llamasy bien que lo usamos para ricas comidas. Y que decir de esas reuniones asaderas con amigos.
Buena semana una mirada.
Un abrazo.
Sin duda el más grande descubrimiento. El fuego, tan entrañable como indómito, tan hermoso encerrado en su cubil como peligroso a cielo raso.
Buena semana.
Curiosa -para mí- la expresión «ensoberbecen» y acertada sin duda la descripción del fuego, de las llamas que tanto nos atraen, incluso nos hipnotizan. Claro que si esas llamas son sinónimo de carne asada, el hipnotismo deja hueco a indescriptibles crujidos estomacales, mientras la boca se nos hace agua al relamernos. Y ese aroma que inunda la cocina, que da pena ventilar… Que aproveche la calma del fuego y el sabor de la buena carne asada. A estas horas, de momento me conformo con otro café. Un abrazo.
Cuando danzan las llamas entre metidas por las fibras de la carne que se cocina, se diría que se asiste a un rito ancestral, como si entre las figuras que pinta el fuego con cada agitación,b se hallarán la de un grupo de neardentales contemplando un bisonte entero sobre una hoguera. Nuestra memoria colectiva sigue reverenciado el fuego, su luz, calidez, protección y posibilidades culinarias
Abrazos.
Lo que no nos dices es de que carne se trata. ¿Ternera, cerdo, cordero? Y que parte. ¿Con hueso? ¿Sin hueso? Es que cuando llegue allí dentro de un rato, quiero saber que como…
Ains… Llegas con mucho retraso. Había cinco kilos de ternasco de Aragón —costillar y pierna— a la brasa y los clásicos de barbacoa: choricillos, longaniza, panceta.. Buenísimo todo.
Pues vaya… Yo que pensaba pedirme un trozo de costillar y una «mititilla» de chorizo para que no me suba el colesterol y ahora resulta que no habéis dejado ni los huesos.
Ah, pero que no quedará nada no es sino señal de la buena mano de los cocineros y la excelente disposición de los comensales.
Si se pudiera enviar por blog una ración, tú serías de las primeras en recibirla.
¡¡¡Impresionante!!! El lenguaje era bien preciso en esa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, con las consecuencias que tuvo no había duda qué genero estaba excluido.
Estupendo testimonio el de Eduardo Galeano.
Salud.
Un abrazo.
Mientras la comuna parisina se alzó en armas, hombres y mujeres lucharon por igual y con los mismos principios, pero cuando la revolución se alzó con el poder, las mujeres a sus labores.
Otro abrazo.
Bueno, mañana se festeja día de la madre por aquí. Soy el chamán asignado para hacer bailotear las llamas, veremos qué tal sale el asado típico
Abrazotes
Casi me da vergüenza hablar de asados ante un experto argentino… Madre mía, cómo estará esa carne de celebración del Día de la Madre; pienso en su jugosidad y me relamo y hasta me chuperreteo los dedos. Qué paséis un día fantástico.
Abrazos.