«Shy Venus»: Tomasz Rybak
En la puerta del recinto se quedó el lado oscuro de la existencia ajena: accidentes, suicidios, asesinatos, catástrofes, hambrunas, conflictos, podredumbres… Si acaso se coló, saltando el muro ornamentado de hiedra, alguna lágrima sobrante que aterrizó en el césped y fue rápidamente absorbida.
Amalgama de cuerpos arañados por la canícula en la orilla asfaltada del agua aromatizada con dióxido de cloro.
Dos gorriones grises, panzudos atraviesan a saltitos la senda de las toallas buscando la fugaz sombra de los parterres recién regados, mientras un batallón de moscas toma posiciones y siete u ocho abejas aturdidas se instalan junto al caño metálico de la única fuente.
Se detiene el tiempo y los pensamientos dormitan extendidos en las toallas, voluntariamente ajenos a los embates de la realidad al otro lado del muro.
Hay lugares donde es preferible entrar sin tanto peso sobre los hombros. Dejar lo que pesa y pisa fuera y dar paz a nuestro espíritu, aunque sea junto al agua aromatizada con cloro.
Abrazos
Precisamente, Trini. La realidad parece quedar al otro lado, fuera de los límites de la piscina, esperando la salida de las mentes -y los cuerpos- relajados.
Otro abrazo.
El mar es sabio, pero la gente con toalla es otra cosa. Como dice Trini, en ocasiones es mejor entrar en nosotros.
Junto al líquido elemento -salado o dulce- no resulta difícil ensimismarse y poner entre paréntesis tiempo y pensamientos.