«Indígena pataxó. Porto Seguro. Bahia (Brasil)»: Archivo personal
Se abstrae el tiempo como si quisiera prorrogarles las horas en ese venturoso, cálido y manso invierno tropical de vistosos crepúsculos en el arenal de la Pitinga [FOTO], con las olas atlánticas humectando ensueños y los ojos de los cuatro absortos en la lejanía, acaso en busca de las esbeltas formas hidrodinámicas de las ballenas que avistaron [VÍDEO], unos días antes, en el tour realizado ex profeso en mar abierto, a pocas millas de Porto Seguro.
En la colorida y singularísima Arraial d’Ajuda, donde descubrieron y se enamoraron de las heliconias que crecen en los alrededores [FOTO], el vetusto empedrado les guía los pasos entre los puestos de souvenirs, prendas diversas y comida [FOTO] hasta la maravillosa y franca sonrisa de Joseline, con las huellas de sus antepasados africanos perceptibles en un rostro en el que los años vividos no han sido crueles, dejando más que entrever los restos de la belleza que tantas miradas admirativas acapararía en su mocedad. Los guisos de pescado —peixe; no importa de cuál se trate, todo es peixe— de Joseline, servidos a pie de calle, explosionan en las bocas dejando un regusto deleitoso que, aun pasada la novedad, sigue sorprendiendo a las papilas gustativas; como la moqueca de peixe o el acarajé, dos platos brasileños típicos de este litoral del estado de Bahia en los que la gentil cocinera —que es, además, la casera de donde paran— imprime su sello particular.
Joseline, que solo habla portugués pero se hace entender hasta por la pareja de jóvenes checos con los que han coincidido en un par de excursiones, les animó a visitar Trancoso, su localidad natal, un distrito de turismo familiar y, como Arraial d’Ajuda, con un centro histórico de cromáticas viviendas coloniales y con esa conformación sencilla y pragmatista [FOTO] pero avivada por la vegetación exuberante que tan llamativa se manifiesta a quienes arriban desde el otro lado del océano. “Habrá que decirle a Joseline que hemos visitado también su querida iglesia de São João Batista [FOTO] y que nos ha parecido preciosa”, sugiere la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio.
Mientras aguardaban el avión de Porto Seguro a São Paulo para enlazar con el vuelo a Madrid, recordaban las dos ultimas e intensas jornadas de su estancia en territorio de Bahia:
“Qué acertados estuvimos al elegir el Tour del Cacao [FOTO]”, se congratulaba Yoly. “Me maravilló todo el proceso artesanal de transformación y cómo pulverizaban las semillas en aquel enorme mortero de madera… Qué malísimo el sabor del cacao sin tratar y, sin embargo, qué delicioso estaba el cóctel de chocolate que nos sirvieron en la propia carcasa que protege las semillas envueltas en el mucílago. Ese es el nombre. ¿no? El de la sustancia blanca. Mucílago”.
“Pues yo me lo pasé en grande en la Reserva Indígena de los Pataxó, con tantos cánticos y danzas tribales [VÍDEO], y qué cachondeo cuando pretendían enseñarnos el tiro con arco… No acerté en la diana ni de potra. En cambio, no me gustó ese pescado envuelto en hojas que hicieron a la brasa; se les fue la mano con esas bolitas verdes picantes [FOTO]; al primer bocado se me quedó la boca como si llevara un avispero”, rememoraba Marís. Y concluía: “No ha sido un viaje al uso, ¿verdad? Nada que ver con los circuitos que hemos recorrido otras veces… Pero no me arrepiento de ninguno de estos días geniales y un punto extravagantes”.



Definitivamente hay otros mundos, que están en este. Y debemos protegerlos.
A mí las bolitas verdes me dan miedo aun sin haberlas probado.
Saludos.
Cierto. mundos sencillos con gentes humildes en su concepción de la vida. Mundos en los que se descubre tanto que la arrogancia desaparece. Imagínate salir de casa y que unos monos cariblancos te miren las manos para ver si llevas algo apetitoso, o que descubras, sobre el árbol bajo el que desayunas, un animal desconocido, entre gato y puma, que alguien te dice que es una onza poco amistosa…
Salud.
Eso sí que es un viaje!…. Yo tengo una crucecita negra que me trajo de allí una amiga hace años y para ella también ese viaje fue inolvidable. La cruz es de una piedra allí frecuente que no recuerdo cómo se llama.
¿Pero tu amiga viajó a esa misma zona de Bahia, a Porto Seguro y aledaños…? De piedras no entiendo nada; solo se me ocurre la turmalina negra, por nombrar alguna.
Hace muchos años de eso y la verdad es que no recuerdo donde estuvo, pero sí se que fue un viaje largo, de varias semanas. Desgraciadamente, no se lo puedo preguntar porque en este momento está viviendo sus últimos meses… o quizá días y lo que he hecho es buscar la crucecita para llevarla el día que la despidamos. Por cierto, que he visto que no es totalmente negra, sino gris muy oscura.
Triste lo de tu amiga. Espero que, al menos, su vida haya estado plena de momentos felices.
Te acabo de escribir en respuesta a un comentario, que tal vez necesitabas unas vacaciones, pero intuyo que ya has disfrutado con este viaje. El post es una maravilla, no solo por lo que cuentas sino también por el soporte de fotos incluso de videos, muy en tu línea. Eso está genial, porque el texto se transforma en realidad visual con un simple click. Es también instructivo recordar que hay otros mundos y lugares donde las prisas desaparecen, junto a nuestra habitual altivez casi soberbia. Eso vale para Brasil, pero también para la provincia de Soria adonde ha ido a vivir una sobrina mía harta del ritmo de la gran ciudad. Y es muy feliz. Un abrazo.
Muchas gracias por esa valoración tan positiva de una entrada que solo pretendía acercar una visión muy personal de otras maneras de vivir. Seguramente, si esas personas del litoral de Bahia vinieran a España, incluso al pueblo soriano en el que se ha instalado tu sobrina, también se sorprenderían de las diferencias.
Evidentemente, Porto Seguro y sus distritos no son Brasilia o Río o Sao Paulo, y, quizás, de haber visitado esas grandes ciudades las percepciones serian distintas y la entrada tendría otro enfoque.
Abrazos.
Siempre es bueno ver otras realidades. Te mando un beso.
Completamente de acuerdo, Citu.
Otro beso para ti.
Gracias por compartir costumbres y modos de vida distintos a los nuestros. La moqueka de peixes y el acarajé se ven ricos. ya la foto del indígena en la mesa nos invita amigo. Brasil no lo conocemos . Si hemos estado en la Republica Dominicana y pasamos unos día fantásticos con sus gentes. Salíamos del hotela nuestro aire y nos mezclábamos con el pueblo.
Buen final de julio de semana.
Un abrazo .
En los lugares lejanos todo son novedades para los sentidos, aunque quizás sean las comidas las que más cuesta asimilar por estar «educado» el gusto a otro tipo de ingredientes.
Ese viaje a la República Dominicana también hubo de ser notable.
Otro abrazo (con ventilador).
Aleluya hoy he salido bien 👏
Esta visto que hace lo que le da la gana.
Cachíssss… Por lo menos el comentario principal no te ha fallado.
Mi sintonía con Brasil es la Amazonía, Mato Grosso, São Félix y Pedro Casaldáliga, aquel obispo carismático, que se ordenó de obispo con un sombrero de paja como mitra. Con él se presentó también en el Vaticano a ver al Papa y no lo dejaron pasar hasta que le quitaron su sombrero y le colocaron una sotana. De él, de sus luchas a favor de los indígenas, supe mucho a través de Teófilo Cabestrero, con quien mantuve correspondencia durante años y también llegué a conocer personalmente.
Se viaja también a través de las personas… Yo no sé situar una ciudad o un país hasta que no lo relaciono con una persona.
Bueno, es otra manera de geolocalizar con la perspectiva de un ser humano ubicado o que estuvo en lugares determinados.
Brasil es inmenso y esas localizaciones que nombras están a más de mil kilómetros de las citadas en el artículo.
Cómo olvidar a Casaldáliga, un ser humano admirable que actuó siempre sin desdecir sus convicciones y de cuyas lecciones de vida tanto y bueno se puede aprender.
Si, están lejos, pero lo mismo que la Amazonía es Casaldáliga, ahora Bahía es Una mirada…
Pues muy honrado de compartir país con Casaldáliga en tu álbum de geografía humana.
No sé si fue feliz, pero cumplió sus sueños con esos grandes viajes.
Brasil es un país inmenso.
No conozco Bahía. Las veces que fui siempre fue a los estados del sur (Rio Grande y Santa catarina), que son los que nos quedan más cerca a los de Argentina. Y cuando decimos cerca, para mi que estoy en Buenos Aires, es decir cerca… como a unos 1200 a 1800 kmts.
Las ballenas aquí las vamos a ver a las provincias de Río Negro, Chubut o Santa Cruz, sino también las he visto pasar alejadas de la costa de Uruguay (en las playas del Atlántico).
Gran viaje, Una Mirada…
Abrazos
Bahía tiene el atractivo histórico de ser el primer lugar al que arribaron los portugueses en el siglo XVI; precisamente en Porto Seguro, donde Álvares Cabral desembarcó en abril de 1500, de ahí que sea una zona con muchas reminiscencias de aquel pasado. Y no sería aventurado decir que las naos lusas se toparán con las antepasadas de estas ballenas atlánticas que se acercan a la costa.
Brasil es inmenso, sí, casi tan grande como la mismísima Europa.
Otro abrazo, Frodo.