«Alas…»: Archivo personal
Los días 20 y 21 de julio de 1935 se celebraron en Huesca, organizadas por la Cooperativa de Técnicas Freinet y propiciadas por el pedagogo y artista plástico Ramón Acín, las II Jornadas de la Imprenta en la Escuela, tributo a quienes, desde la Escuela Nueva republicana, habían tomado como modelo la pedagogía de Célestin Freinet, estructurada en una escuela abierta, socializadora, antiautoritaria y asamblearia, donde los textos libres, el tanteo experimental y la observación del entorno conformaban una visión novedosa de la enseñanza, siendo los educandos los sujetos activos y protagonistas de su propio aprendizaje.
Uno de los introductores entusiastas del método freinetiano había sido el inspector de Enseñanza Herminio Almendros, que acudió a aquellas jornadas de innovación pedagógica muy interesado por las diferentes ponencias que las maestras y maestros participantes compartirían con los docentes desplazados a la Escuela Normal oscense desde diferentes escuelas rurales de las provincias de Huesca y Lérida, zonas donde las experiencias de Freinet habían tenido excelente acogida y sobre cuya praxis versaba la convocatoria.
En una de las asambleas, el inspector Almendros coincidió con Simeón Omella, maestro freinetista de Plasencia del Monte, que le regaló un sencillo librito de textos libres escrito e impreso delicadamente por su alumnado y al que el docente aragonés añadió una dedicatoria: «A mi querido amigo D. Herminio Almendros. Fraternalmente, Omella». Fue el último contacto entre ellos.
Iniciada la guerra civil un año después y tomada la localidad de Plasencia del Monte por el fascismo, Simeón Omella, pese a no haberse significado políticamente, tuvo que huir dejando atrás a su familia. Ejerció su magisterio en la zona republicana y, finalizada la confrontación, marchó a Francia. En 1949 fueron a reunirse con él su esposa y tres de sus hijos, que, como familiares directos del antiguo maestro republicano, habían padecido grandes penurias. Simeón, que trabajaba en las oficinas de las minas de carbón de la localidad de Carnaux, amargado y con la salud quebrantada, apenas era una sombra del hombre que sus deudos recordaban. Falleció, con 54 años, el 28 de diciembre de 1950, pocos meses después del reencuentro familiar.
Herminio Almendros se exilió, igualmente, en Francia al finalizar la contienda. Fue acogido por Célestin Freinet y su esposa Élise, también pedagoga, en cuya casa de Saint Paul de Vence residió Almendros hasta que la ocupación alemana le obligó a abandonar suelo francés para marchar a América, dejando en la casa de los Freinet el ejemplar que le había regalado Simeón Omella.
Terminada la guerra mundial, aquel librito escrito por las niñas y niños de Plasencia del Monte pasó a formar parte del fondo documental de Freinet en Niza. Fue en 2010 cuando, unas ilustraciones y una dedicatoria que acompañaban al libro D’Abord les enfants. Freinet y la educación en España (1926-1975), de Antón Costa, alertaron al director del Museo Pedagógico de Aragón, Víctor Juan, que reconoció los nombres del maestro Omella y del inspector Almendros y contactó con los responsables de los Archivos Documentales de los Alpes Marítimos de Niza para solicitar una copia digital de aquel libro infantil.
Y así, aquellos textos libres escritos por los escolares de Plasencia del Monte, motivados por su maestro, Simeón Omella, durante el curso escolar 1934-1935, regresaron a Huesca setenta y cinco años después de haber sido compuestos. Fue el segundo libro recuperado del olvido editado por los escolares de Plasencia y su maestro.
ANEXOS
- La imprenta Freinet en Aragón durante la II República. Las elaboraciones freinetistas de Barbastro y Plasencia del Monte, trabajo Fin de Grado de Virginia Pérez Conde.
- Simeón Omella: el maestro de Plasencia del Monte, de Sebastián Gertrúdix.
Me resulta todo totalmente nuevo. La Pedagogía Freinet, los nombres de todos y cada uno de los aquí nombrados, Ramón Acín, Célestin Freinet, Herminio Almendros, Simeón Omella, incluso Plasencia del Monte, aunque me sonaba, no lograba ubicarla, pero al ver que se encuentra a unos 3 kilómetros de Esquedas la he reconocido ya que tenía a una persona muy conocida de Bailo que había nacido en esta última localidad.
Bueno, a Ramón Acín suelo nombrarlo bastante, pero de lo que se trataba era de explicar la historia de un librito artesanal realizado por niñas y niños españoles antes de 1936 y que, tras muchas peripecias, terminó formando parte de un archivo pedagógico francés, retornando, después de muchos años, una copia a su lugar de origen. Y todo a partir de unas jornadas pedagógicas celebradas en 1935.
No había oído hablar de la Pedagogía Freinet. Pero aquí la explicas y resumes muy bien, de manera cronológica y con todo lujo de detalles.
Yo opino que la educación de base, esa que hace de pilar al resto de la educación en centros y en la vida en general, se forja en las casas en el seno familiar.
Si no existe esa base sólida capaz de acoger y discernir lo bueno de lo malo, tolerar y no juzgar, toda teoría hace aguas porque siempre habrán resquicios donde perderse y alejarse de su esencia.
Interesante entrada, Una mirada….
Un abrazo.
De Freinet, lo más utilizado en España fueron sus técnicas, que sobrevivieron en muchas escuelas -sobre todo rurales- hasta la actualidad. Y una de esas técnicas fue la de la imprenta escolar para la publicación de textos libres. Yo recuerdo, de niño, la imprenta de gelatina. Sí, sí, de gelatina. La hacíamos deshaciendo láminas de cola de pescado en un cazo puesto al fuego; cuando se deshacían, echábamos el líquido en una bandeja metálica rectangular hasta que se enfriaba. Había que vigilarla porque, cuando la maestra se despistaba, nos comíamos pedacitos… ¡Era sabrosa gelatina!
Para imprimir, tomábamos dos folios y colocábamos entre ellos una hoja de papel carbón azulado y escribíamos/dibujábamos en el folio de arriba. Después, se cogía la copia azulada del segundo folio y se colocaba la parte escrita sobre la gelatina, donde se quedaba todo marcado y legible, pero del revés. Y, finalmente, íbamos poniendo folios en blanco sobre la gelatina para que el texto/dibujo se traspasase. Se hacían tantas copias como se deseaban. Cuando la tinta de la gelatina se ponía borrosa, se pasaba una esponja y vuelta a empezar. Al final, a los folios impresos, una vez secos, se les coloreaban títulos y dibujos, se cosían o grapaban y… ¡ya teníamos un librito de textos libres para cada uno/cada una!
Era trabajoso pero resultaba toda una experiencia, y aunque el Ayuntamiento prestaba la fotocopiadora, todo el mundo prefería aquellas imprentas artesanales de gelatina.
La grandeza de Freinet y de otros pedagogos y pedagogas de principios de siglo y años posteriores, fue su empeño en hacer del niño/niña el centro del aprendizaje. Y fue ese concepto de «empezar por el niño» el que dio la vuelta a los viejos métodos. Aunque en España, con el franquismo, tardó más en hacerse efectivo.
Otro abrazo.
¿Podría ser que este pedagogo estuviera infuenciado por La Institución Libre de Enseñanza?
Es poco probable. Tienen en común el respeto por la infancia, la formación integral de las criaturas y el destierro de los clásicos libros de texto, pero la concepción pedagógica de Freinet está enraizada en el marxismo y el anarquismo, ateísmo incluido; la ILE se fundamenta en el krausismo y es de corte laico. Freinet se centra en las clases populares y la ILE, salvo en las Misiones Pedagógicas, tendía más a la educación elitista. Pero sí es cierto que ambas pedagogías se complementaron bien en España hasta el triunfo de los sublevados.
Interesante, y muy buen blog. Saludos
Muchísimas gracias por tan estimulantes palabras.
Salud.
Interesante!!
Mucho; fue toda una innovación en su época.
Nunca fui partidario de imponer las letras con sangre, y es evidente que uno aprende más cuando está interesado por el tema en cuestión. El autoritarismo consigue muy poco a largo plazo. Hace falta, no obstante, una cierta guía para que los educandos no se nos vayan por los cerros de Úbeda.
Desconocía, como puedes imaginar, la historia, pero me congratulo de que el libro fuese recuperado, aunque sea en formato digital.
La mejor pedagogía es siempre aquella que hace atrayente el aprendizaje y facilita su comprensión en un entorno grato.