“Flamas”: Archivo personal
«Pa San Fabián, as fogueras, a boteta, as chullas y o pan»[1], reza el dicho. Pero bien podría reemplazarse al mentado Fabián por Antón, Sebastián o Vicente, todos ellos santos hiemales y capotudos[2], con la frigidez adherida a rostro y barbas, que vinieron a sustituir, en la memoria colectiva, a aquellas otras divinidades precristianas, algunas veces alborotadas, de quienes se buscaba obtener dones brindándoles magnas hogueras —que destacaban en las noches de hielo y nieve— con fúlgidas plegarias postulantes. «Guardadnos la tierra durmiente, diosas, la espalda que se inclinará sobre ella y las manos que la laborarán para proveer los cuerpos», parecerían rogar, en tosco chisporroteo, las cimbreantes flamas danzarinas rodeadas por hombres y mujeres que depositaban humildes presentes alimenticios sobre las brasas purificadoras.
Cuando el cristianismo se abrió paso en aquellas tierras que el invierno convertía temporalmente en inhóspitas, las diosas se transformaron en santos barbudos y peregrinos que correspondían a los fuegos prendidos desterrando las embestidas de la peste, las fiebres del cornezuelo y la mortandad de las bestias. O así lo creyeron aquellas gentes ingenuas y agradecidas que, sin renunciar a sus ardientes ritos luminosos de probados resultados, aceptaron que los destinatarios de las rogativas fueran estos otros nuevos hechiceros cristianos, tan distintos de las incorpóreas diosas protectoras de sus antepasados pero con facultades parejas.
El fuego soberano iluminará el próximo fin de semana, como hace cientos de años, la regocijada noche de los pueblos de la sierra de Guara, desprendiéndose del sahumerio el aroma a patatas asadas, a longaniza, a panceta, a chocolate cocido, a quemadillo, que los festivos herederos de aquellos adoradores de las ancestrales deidades se brindarán a sí mismos mientras aguardan, sin engorrosos atavismos, el despertar de la tierra y la eclosión de la Naturaleza.
NOTAS
[1] Dicho altoaragonés: «Para San Fabián, las hogueras, la bota de vino, las chuletas de cerdo y el pan».
[2] Que visten una capa.
Con el frío que hace por las noches ese quemadillo calentará el cuerpo más que la hoguera. El que se hace con leche está muy bueno.
Un saludo.
JBernal
Así es, JBernal; el quemadillo, con o sin leche, entona el cuerpo, mientras que el calorcillo de la hoguera desaparece en cuanto una persona se aleja de ella.
Aquí creo que no hay esa costumbre de las hogueras por estas fechas, pero sí algo más peligroso que el fuego: La olla de San Antón.
(Iba a enlazar un vídeo que hay muy claro, pero luego aparece aquí y me da apuro)
Uf… Hay que tener muy buen estómago para encarar esa olla nada ligera…
(Ya sabes que no hay inconveniente para que subas el vídeo).
Fíjate si es grave ese plato, que nunca me he atrevido con él y ni lo he probado, pero hay mucha gente que se apunta todos los años a la tradición y muchos restaurantes lo sirven, no solo ese día, sino durante un par de semanas.
Hay que ser muy valiente y poseer un aparato digestivo en excelentes condiciones para poder disfrutar de cada bocado. Confieso que ante tantos y contundentes ingredientes me acobardo sin haberlo siquiera husmeado.
Yo me encargo de a foguera, que eso se me da muy bien, en cierta ocasión dejé con la boca abierta a unos cuantos de Bailo que decían que no era capaz de pegarle fuego a un montón de hojarasca y leña ya que estaba toda mojada y estaba lloviendo, yo solamente tenía un mechero, me costó un poquillo pero lo conseguí.
Luego como compensación espero una patata asada, un buen pedazo de chulla, y una buena rebanada de pan para apoyar la chulla y sujetarla por arriba, para que al apretar, al cortar con mi navajeta, vaya soltando la grasilla del tocino, y por supuesto unos cuantos tragos de vino tinto de la bota para que vaya pasando todo…
Así nunca me acatarraba.
…pero todo eso será el año que viene, salvo si te acercas a la de Huesca, que la encienden mañana; chulla no asan, pero no te faltará la patatica asada, algún trocico de longaniza y unos churricos. Y seguro que habrá asistentes con una boteta de vino peleón para compartir a gargallé…
De la hoguera ya se encargarán los del Ayuntamiento.
Espero que hayan tenido unas buenas fiestas.
A mi me gustan las tradiciones y las leyendas. Es parte de la cultura de un lugar. Me gusta que se respeten, que se mantengan en el tiempo, y no es tanto el significado personal que cada uno le de (que también, por supuesto) sino el momento de celebración y de compartir el sentimiento.
Departir, reunirse en torno a una comida junto al calor de una hoguera, pero sobre todo del calor humano.
Un abrazo grande!
Dices bien. Estos antiguos festejos, que han ido perdiendo su carácter místico para ser exclusivamente lúdicos, son una buena excusa para compartir buenos momentos en comunidad, saliendo de lo cotidiano.
Imagino que en tu isla también se seguirán celebrando determinadas ceremonias festivas cuyo origen se pierde en la Historia.
Más abrazos.