«BookCrossing»: Archivo personal
«Pasaste con Bizén toda la noche del 26 al 27 de febrero: bebiendo y viendo la televisión, comentando los programas hasta la madrugada. A las siete de la mañana te entró hambre, bajaste a la calle a comprar pan. Querías hacerte una tortilla francesa. La casa de la calle Borrell no tiene ascensor. Vivíamos en un quinto piso, cuyas escaleras nos mataban cuando volvíamos borrachos, cuando llegábamos del mercado cargados de garrafas de agua, cuando regresábamos de pasar unos días en Zaragoza cargados de bolsas, cuando volvíamos con las manos en los bolsillos después de ir al apartado de correos.
Lo último que recuerda Bizén, porque después se durmió, es que te ofreciste a prepararle una tortilla. Te preparaste una tortilla francesa, y poco más tarde te tiraste por el balcón». -Fragmento de Amarillo, novela-elegía escrita por FÉLIX ROMEO (1968-2011).
En el rincón resguardado del cierzo donde el tiempo se ceba con los erosionados sillares de piedra calcárea de la muralla, deambula, incorpóreo, Félix Romeo; planea entre el escuálido ramaje del árbol y acaricia los peciolos de las hojas hasta que el siseo trémulo atrae al lector ensimismado que gira la cabeza y absorbe, con las pupilas expandidas, las deformidades del viejo muro y el desteñido verde del exiguo follaje donde gorriones e insectos se parapetan.
Él, el lector voraz que desafía, encapuchado, la fría mañana de mediados de noviembre, se remueve haciendo rechinar levemente las tablillas despintadas del banco que acoge su escueta humanidad; deja el libro de Romeo haciendo equilibrios sobre sus rodillas, retira la capucha de su cabeza, cierra los ojos unos instantes, se pone de pie, acomoda delicadamente a la izquierda del banco el ejemplar y se encamina, zarandeado por el cierzo, a la avenida ruidosa.
Habrá otras manos y otros ojos; quién sabe si otro rincón amurallado donde el espíritu de Romeo sobrevuele su propio escrito en busca de sí mismo y de Chusé Izuel, el amigo y compañero que un día escribiera que “un suicida, por muchas explicaciones que haya podido dejar tras de sí […], parece llevarse siempre consigo un secreto, un gran misterio que jamás podrá ser resuelto”, para acabar suicidándose él mismo unos meses después, el 27 de febrero de 1992, dejándole a Félix Romeo la dolorosa tarea de desentrañar el misterio de ese instante en que la opción de la vida quedó brutalmente descartada.
NOTA
Unos días antes de suicidarse, Chusé Izuel (1968-1992) remitió a la mujer que amaba un conjunto de dieciséis relatos que, en 1994, los amigos y compañeros de piso de Izuel, Félix Romeo y Bizén Ibarra, editaron bajo el título Todo sigue tranquilo.
No conocía a este escritor que falleció tan joven. La wikipedia pone que fue encarcelado por insumisión, pero sin especificar más. Por otro lado, lo peor de los suicidas es que no podemos preguntarles por los motivos de su acción.
Si te sirve de «consuelo», Amarillo es la única obra suya que he leído, aunque lo conocía por otros temas. A la cárcel le llevó su negativa a cumplir el servivio militar, como a tantos otros jóvenes de su quinta. Ese fue su delito.
El suicidio de su amigo, en el piso que compartían con otro colega, lo dejó muy tocado anímicamente -eran de la misma edad, 24 años- y la novela no fue sino un ejercicio para entender las motivaciones e intentar saldar el sentimiento de culpa por no haber sabido entrever lo que bullía en la mente del amigo.
No conocía a Chusé Izuel, si a Félix Romeo, al menos de comentarios que en ocasiones se hacían en los blogs y en reuniones.
De Izuel acabo de leer algo que se escribió en El País.
No consigo una persona que sea capaz de terminar con su vida, excepto posiblemente en situaciones muy extremas.
Sí, también leí el artículo de Cercas. Lo cierto es que, pese a su juventud, Chusé Izuel desarrollaba una frenética actividad. Los tres -Izuel, Romeo e Ibarra- eran personas que se desenvolvían con soltura en el mundo cultural de su tiempo.
Dimitir de la vida es una decisión tan, tan íntima que no resulta fácil ponerse en la piel de quien decide finiquitar su existencia.
Dicen que quien se suicida lo hace siempre «en contra de alguien». Puede ser en contra de una persona determinada, como una especie de castigo, o en contra de todos, de un colectivo, de una sociedad…
La persona suicida actúa, sobre todo, contra sí misma, independientemente de las razones que la lleven a concluír su tránsito por la vida.
No conocía a Félix Romeo, ni había oído hablar de la novela «Amarillo».
Mira que Zaragoza «ha parido» a gente con muchas cosas interesantes que decir y contar.
Creo que nadie puede juzgar un suicidio, porque nadie puede ponerse en la piel de quien toma esa decisión. Igual habrá quien diga «te entiendo» pero realmente nadie puede saber ni sentir lo que bulle en su interior.
Un tema duro.
Gracias por presentarnos esta historia, y a estas personas.
El suicidio es un tema peliagudo, muy delicado. Y tabú; tanto, que hasta los medios de comunicación procuran mantener la palabra alejada de sus noticias. Pero es un hecho real que forma parte de la historia de la humanidad y que no debemos enjuiciar como consecuencia, exclusiva, de la depresión o la locura pasajera. Hay tantas motivaciones como suicidas y solamente cada cual conoce las razones para renunciar a su futuro.
Un beso.