«Versión de ‘Las Pajaritas‘ de R. Acín»: Archivo personal
«…cuando yo tenía la edad que ahora tú tienes, junto con Samblancat y otros amigos sacamos en Barcelona, allá por el año 1913, una publicación intitulada ‘La Ira’. Ya puedes deducir por el simbolismo de esta palabra cual sería el contenido de nuestro anhelado periódico, del que nos servíamos para poner en la picota injusticias, abusos y cuantos males sociales llegaban a nuestros oídos; pero no es de esto de lo que hoy me reprocho. Me entristece, eso sí, el recuerdo de aquel lenguaje; un lenguaje insultante, impregnado de agresividad y casi en los lindes de lo grosero y soez algunas veces. Equivocadamente creíamos en nuestro «sublime» papel de agitadores cuando sólo éramos pobres seres agitados por un impulso incontrolado que restaba valor informativo al mensaje y descalificaba a quienes lo emitían. Te cuento esto por si de algo puede servirte el fruto de mis experiencias y reflexiones; porque aun admitiendo que pueda ser cierto lo de que ‘nadie escarmienta en cabeza ajena’, he pensado que tratándose de un joven inquieto como tú, deseoso de ver incrementado el nivel cívico y cultural de su pueblo y que al mismo tiempo participa con ilusión en el proyecto libertario, entenderá a la perfección que con nuestra expresión violenta e incongruente, lo que conseguíamos era asustar a la gente y suscitar su rechazo hacia los ideales de liberación y de solidaridad humana que decíamos defender. A mí me parece que es más rentable y a la vez susceptible de aportarnos íntima satisfacción, intentar atraernos a las gentes por la fuerza de nuestros razonamientos, y que expuestos con ademán seguro y resuelto pero exento de nerviosismos y estridencias y permaneciendo abiertos siempre al diálogo con todo el mundo, nos harán acreedores a la confianza y respeto de quienes no nos comprenden todavía y habremos ganado la batalla al egoísmo y a la indiferencia que predominan por doquier».- RAMÓN ACÍN AQUILUÉ (1888-1936). Pintor, escultor, cartelista, articulista, pedagogo. Profesor de Dibujo de la Escuela Normal de Huesca. Anarquista. Palabras dirigidas, en 1931, a su joven correligionario FÉLIX CARRASQUER LAUNED (1905-1993).
Ante la tumba donde el maestro Acín, vejado y fusilado, duerme para la Historia junto a Conchita, su compañera martirizada y asesinada, y Sol y Katia, las hijas sobrevivientes obligadas a retener las lágrimas durante décadas desgarradoras, se detiene el caminante libertario acribillado por la lluvia que descarga su incruenta ira sobre lápidas, monolitos y ramos decaídos. Brava, oscurece la tormenta el recinto mortuorio y apremia a los deudos tardanos, que reculan, ágiles, hacia el lodazal del aparcamiento. Permanece el caminante, a modo de estela funérea latiente, ante la losa sepulcral hasta que la encargada del camposanto, cubierta con un chubasquero amarillo con franjas grises, vocea: “¡Oye, que tengo que cerrar!”, y lo devuelve al presente y a la lluvia; a sus ropas empapadas y al frío que le recorre la epidermis y lo estremece. “Ya voy. Perdona…”, musita; y camina hacia el exterior tras la mujer.
Sabias palabras, estupendamente expresadas además. Se trata de convencer, no de vencer, pero siento que el mundo actual es diferente. Una gran mayoría no quiere ser convencida con ideas porque ya ha decidido lo que piensa y solo busca argumentos que refuercen los suyos; si es que buscan algo.
Convencer es siempre un difícil ejercicio, y más para quienes defienden una concepción ácrata de la sociopolítica. Los mítines de la CNT en los que intervenía Acín contaban con mucha asistencia porque era un hombre que, antes de hacer propuestas, escuchaba y atendía, con solicitud y cercanía, lo que pensaban y vivían aquellas personas que se aproximaban, con cierta aprensión, a escuchar «a esos revolucionarios anarquistas«.
Acín era el tipo anarquista que no les encajaba a las élites, les jodía mucho con sus viñetas y sus artículos y sabía utilizar tan bien la ironía que los mandaba a tomar polculo con elegancia. Se lo cobraron bien los caciques en cuanto tuvieron oportunidad, aunque se les pasó quitar las pajaritas y, como escribiste tú, ellas han estado llamándoles asesinos durante toda la dictadura y recordándoles a lxs oscenses la vida y el asesinato del pedagogo libertario.
Salud, gater.
Acín era demasiado conocido para que saliera bien librado de la sublevación del 36. Ya se encargaron los buenos vecinos de Huesca (Max Aub dixit) de hacerle pagar su intervención en todos los hitos en los que se involucró a lo largo de su vida.
Nunca imaginaron los inductores, los asesinos y los aplaudidores, el influjo memorístico que iban a producir las Pajaritas del parque ni que llegarían a ser el símbolo de la ciudad.
Salud.
Hoy en día, hay una enorme falta de educación, los políticos se llaman de todo, y no digamos ya la crispación existente entre la gente a nivel de calle o en los foros de internet, es algo que me da vergüenza ajena. En la actualidad no hay razonamientos posibles, cada uno tiene su idea y trata de inbuirlas al resto de la manera que sea, que en muchos casos es chillando y de malas maneras.
…pero sucede que, algunas veces y según con quién topas, mantener un calmoso equilibrio es un ejercicio sacrificado; no digo que imposible… pero cuesta mucho morderse la lengua y mantener estáticas las yemas de los dedos mientras en el cerebro se acumulan respuestas impertinentes.
Una situación bien de película. Cementerio, lluvia, chubasquero (piloto para nosotros) y la tristeza de los vejados, fusilados o hasta los desaparecidos.
La historia vuestra, la de la Guerra Civil deriva directamente en la historia de mis antepasados exiliados, que vinieron a dar acá, donde me tocó nacer.
Cuánto mas sepa de todo eso, mejor conozco los motivos y la historia de acá también
Muchas gracias, Una mirada…
Abrazos!
Felices, pues, tus ancestros, que lograron esquivar golpes y balas. El exilio tuvo, afortunadamente, las tierras hermanas de habla hispana como asidero, y hombres y mujeres no dudaron en embarcarse para que el Atlántico ejerciera de barrera contra el horror.
Otro abrazo.
Parece que en algunas cosas no avanzamos.
Y etas palabras tan sabias y lejanas en el tiempo, bien pudieran estar escritas por alguien en el presente.
No conocía a Ramón Acín Aquilué, pero ahora gracias a ti he ido a buscar sobre él. (Gracias).
Fíjate cómo son las cosas eh? Quién le iba a decir que tantos años después de su existencia y muerte, una de sus esculturas iba a ser un símbolo tan importante de Aragón.
Las Pajaritas amorosamente esculpidas por Acín llevan más de ochenta años plantadas en el parque, recordando no sólo al artista fusilado sino al extraordinario pedagogo que fue. Son la muestra de su sensibilidad hacia la infancia, a la que hace referencia en algún artículo, y de su preocupación por las vivencias infantiles y su desarrollo en una escuela libre e igualitaria. Muchos de sus alumnos, después maestros, fueron extraordinarios pedagogos que, en muchos casos, sufrieron represión y hasta el mismo infortunio del que fue su guía.
Y sí, esas Pajaritas -pajaricas, les decía él- son el símbolo de Huesca; las hay hasta de galleta.
(Si te interesa Ramón Acín, aquí en la bitácora hay bastantes escritos sobre él y su familia. Sólo tienes que pinchar en la etiqueta con su nombre y accederás a ellos).
Parece que, últimamente, andamos de cementerios y de injustas víctimas de aquella barbarie del 36. Pero no todos quieren recordar aquello, pues yo vengo ahora de una reunión, en la que nadie ha querido ver las fotos del Memorial y han pasado del asunto. De lo que se hablaba era de una cruz de madera que recorre las parroquias, cuando, como yo he dicho, la auténtica Cruz está ahí, en ese sitio y en muchos otros parecidos. ¿Que lo he dicho irritada? Pues sí. Aunque sin palabras malsonantes, porque soy una señora mayor que se supone educada. Pero ha caído mal, seguro. Y habrá quien se de por ofendida.
La desmemoria es sencilla y aleja cualquier atisbo de reflexión que pueda empañar el presente. Recordar no siempre es un ejercicio placentero, y menos cuando se vuelve al pasado encarando el dolor y la desesperación de otras personas. Hay quienes no lo entienden ni tampoco atienden las razones que llevan a algunas gentes a luchar por la memoria de otros, a repetir sus nombres, a dignificar sus fosas, a mantener viva una llama que no es sino un recordatorio del significado de la guerra.