“Donde la vista alcanza”: Gorka Zarranz Fanlo
[…]Al igual que cuestionar la nación no implica negar su existencia, cuestionar el nacionalismo tampoco significa menospreciar la importancia del sentimiento de pertenencia a una comunidad. Es obvio que el vínculo comunitario es fundamental, y que vivir en un mismo lugar, compartir una lengua, tener experiencias comunes, desarrolla relaciones solidarias, y crea un sentimiento de comunidad que se inscribe, muy profundamente, en nuestra subjetividad, y que moviliza intensamente toda nuestra afectividad. En cierto sentido somos la lengua que hablamos y la cultura que nos impregna, sin embargo, no hay razón alguna para ir más allá de ese simple reconocimiento.
El hecho de que pertenezcamos a una determinada cultura no implica que debamos identificarnos con ella asumiendo de paso su trasfondo patriarcal, homófobo y racista. El hecho de que nos haya tocado hablar una lengua no significa que tengamos que batallar para que se preserve y a ser posible se extienda, salvo que seamos nacionalistas.La gran astucia del nacionalismo consiste en equiparar el amor al terruño y el amor a la nación, en trazar una equivalencia entre ellos, y en hacernos creer que constituyen un solo y mismo sentimiento. Sin embargo, el afecto por el nicho que nos ha visto nacer y crecer no es lo mismo que el amor por esa abstracción que es la nación, y extrapolar ese sentimiento a una entidad abstracta lo desvirtúa y lo transforma en otra cosa.
El apego a la tierra natal ni se aprende ni se enseña, simplemente sucede en el roce diario sin que nadie deba incentivarlo ni exaltarlo, mientras que el patriotismo, inseparable del nacionalismo, debe ser elaborado, enseñado e inculcado mediante sofisticadas operaciones de producción simbólica de la realidad nacional y mediante sutiles adoctrinamientos. El nacionalismo debe ser generado y mantenido de forma continuada por un conjunto de dispositivos institucionales dedicados a la producción de subjetividad. Aceptar el nacionalismo, o más aun, impulsarlo, es exactamente lo opuesto a lo que constituye una forma libertaria de habitar el mundo.[…]. – TOMÁS IBÁÑEZ, fragmento del artículo publicado en 2015: El Triángulo de las Bermudas. Independencia, nacionalismo y derecho a decidir.
Un fragmento muy bien escogido, que nos da la idea de lo que es el nacionalismo, sin embargo si lo magnificamos, pasaremos de una realidad lógica y natural a un sentimiento independentista que un pueblo o región cree que debe de constituirse en nación independiente.
…pero fíjate que el autor no sólo se refiere al nacionalismo de quienes aspiran a independizarse sino a ese rancio concepto de nación y, por extensión, del patriotismo cantarín, que se observa en muchas de las personas que critican el independentismo y que defienden la identidad española con unos argumentos tan ridículos y pasados de rosca como los adeptos a la exclusividad catalana. Unos y otros reescriben el pasado, falseándolo, con el mismo afán.
El paso de naci a nazi es muy, pero que muy corto.Nadie más demócrata que Hitler cuando exigía urnas
Cuando el amor a la nazión justifica todo, ya estamos en terrenos pseudo-religiosos, La religión de la nazión sustituye a la religión de Dios, y las reglas morales que sujetan a los tontos, quedan extintas, no robaras, no mataras, excepto a los judios, los gitanos, españoles, chinos, japones, americanos, coreanos, o lo que se les quiera poner en la cabeza. Todas las guerras del siglo XX han estado basadas en eso.
La eterna cantinela excluyente, Nosotros y el resto, como estandarte de una abstracción para la que se exige profesión de fe. Con lo sencillo que es vivir en un territorio, contribuir a la caja común e interiorizar las reglas básicas de sentido común convivencial sin necesidad de inclinar la cabeza ante ninguna enseña representativa ni inflamarse de gozo cuando suena una musiquilla impuesta…
Ese nosotros y los demás es muy peligroso, porque enseguida conlleva lo de buenos y malos. Mal vamos cuando expresamos nuestro apego a una lengua, una cultura o un territorio a base de odiar a los demás. Porque me da la impresión de que por cada gramo de amor hay toneladas de odio.
Después de dar unos cuantos tumbos por el mundo, te das cuenta de el futuro está en la globalización bien entendida, no en mirarse el ombligo. Entiéndase globalización general, no solo económica, me refiero a compartir unos valores comunes.
Pero las directrices nacionalistas son tan básicas, tan sencillas de transmitir, que arraigan con facilidad donde las otras ideas, más elaboradas, fracasan.
La globalización, la diversidad, el internacionalismo son actitudes enriquecedoras que aportan grandes posibilidades en cuanto al desarrollo personal y social. Mirar y, además, ver; y compartir, aprender, intercambiar…
El problema no es el nacionalismo ni la independencia sino las actitudes de menosprecio, jactancia y prepotencia, comunes tanto en algunas naciones conformadas como en otras que aspiran a serlo.
Un tema de candente actualidad. Cuando me dispuse a contestarte y expresar mi opinión, tropecé con tus propias palabras y hallé todo lo que quería decir.
(…)
“Con lo sencillo que es vivir en un territorio, contribuir a la caja común e interiorizar las reglas básicas de sentido común convivencial sin necesidad de inclinar la cabeza ante ninguna enseña representativa ni inflamarse de gozo cuando suena una musiquilla impuesta…
Gracias.
Un fuerte abrazo.
…de candente actualidad y, vistas las actuaciones, de suprema majadería y hastío en expansión. La suma de estupideces de unos (gobierno capitalino y sus coros mediáticos) y otros (gobierno catalán y los suyos) supera cualquier predicción. Demasiados patriotas revueltos… Dan grima.