«Pasado»: Archivo personal
Antes de que arreciara la lluvia, la cuchara de la pala cargadora ya había retirado los últimos escombros de la que un día fuera Casa Coscullano, llamada de los Zabacequias, por ser sus moradores, en régimen hereditario, los que, desde tiempos lejanos, controlaban el uso de las acequias comunales y regían los turnos de riego.
El último zabacequias de la casa ahora caída fue Tomasito, que ejerció el cargo cerca de cincuenta años. Dicen quienes lo trataron que era un hombre cabal pero tan bajo y esmirriado que, amén de no apearle del diminutivo del nombre ni en la lápida del nicho donde reposa desde mil novecientos setenta y uno, en las localidades vecinas —que acusaban injustamente al zabacequias de favorecer a sus convecinos del Barrio— lo apodaban O pedugo[1] Coscullano.
Tomasito era hijo entenado del anterior zabacequias, un hombretón que matrimonió, ya entrado en años, con una muchacha canaria, madre soltera, que servía en la casa de los Artero, los más ricos del Barrio. Cuentan que el zabacequias viejo quiso a Tomasito como si fuera de su propia sangre y se hacía acompañar por él en sus recorridos por los canales de riego para que aprendiera bien los quehaceres del cargo.
A la muerte de Tomasito, que no se casó ni tuvo descendencia, el Ayuntamiento convirtió en acequiero —que no en zabacequias, como así consta en el pliego correspondiente— a un empleado municipal y el primitivo vocablo de origen árabe[2] cayó en desuso. Sólo la casa —hoy un triste hueco en la calle del Zierzo— se mantuvo fiel a la antigua denominación: Casa de los Zabacequias.
NOTAS
[1] En aragonés, persona de corta estatura.
[2] Sahib al-saqiya, que significa guardián de la acequia.
El ayuntamiento tendría que haber conservado la palabra original. Es más bonita «zabacequias» que «acequiero».
Buena semana, Mirada.
Además de más bonita, define un oficio que procede de la Edad Media y que tiene mucha importancia en la historia de Aragón.
Un abrazo.
No recuerdo el nombre que se le daba al “acequiero” en Bailo, lo que si me suena es que el día anterior por la tarde ya avisaba a los que les iba a llegar el agua, para que lo tuvieran presente. Todos los días a las 5,30 de la mañana tenía que levantarse para abrir el caño de la estanca de Bailo y que a las 6 aproximadamente le llegara al primero que tenía que regar.
Con respecto a esto me ocurrió una anécdota con unos 15 años de edad.
Mi tío, mi padre y yo éramos los encargados de hacer la trilla, un día mi tío cazador salió muy temprano con la escopeta a cazar conejos y mi padre y yo nos preparamos para extender la parva, preparar las caballerías y el trillo para pasar la mañana trillando.
Nada más empezar viene el aguador o “acequiero” a decirnos que nos tocaba regar a las 10 de la mañana, así que deprisa y corriendo mi padre se va al huerto y yo me quedo solo durante toda la mañana, trillando encontornando, y como no había nadie más tenia que parar las caballerías; dos mulas, para poder dar la vuelta a la parva.
Cuando acudieron los dos padre y tío yo había terminado y llevado las caballerías a abrevar y las estaba metiendo en la cuadra.
¡¡Menuda mañana!! Casi sin parar para poder beber un trago de agua.
Con semejante diligencia por tu parte, seguro que tu padre fue consciente de lo responsable que eras: si es que no lo sabía ya.
El guarda de la acequia era persona importante en cualquier pueblo de las españas que la/as tuviera.
Un refrescante chorro de términos nos ha regao hoy usted en esta calima festiva de bastardeo del castellano. «Entenado», no lo conocía, ya me puedo acostar, juas
No reconozco el texto, me da un el deje a Delibes
Un saludo
Por ¿fortuna o desventura? no se necesitan muchos términos para relacionarse con las demás personas y eso hace que quede oculto un extenso vocabulario que, tanto tiempo en desuso, termina desapareciendo.
Salud.
Lo que se aprende en tu blog. Ûnicamente conocía la palabra aguador pero con otro significado, así que entre tu historia y la de Emilio Gil… voy a terminar siendo una enciclopedia andante.
No te hagas de rogar y escribe algo más a menudo, que a veces pienso que te ha pasado algo y me preocupo.
Abrazo de los grandes.
Llevar al día una bitácora no es una tarea sencilla, como bien sabrás; todas las personas que escribimos en un blog tenemos muy buenos propósitos…que no siempre arriban al muelle de la escritura en condiciones óptimas.
Otro abrazo para ti, luchadora.
Triste alegoría del estado ruinoso en el que se encuentra lo que en tiempos fue la única riqueza de nuestros ancestros: el lenguaje. Hemos ganado en mucho, pero está claro que por el camino hemos perdido parte de lo mejor de nuestro pasado.
Salud!
«En la Era de los Emoticones, sobran las palabras«… Salvo que se trata de una afirmación falsa. No sobran; las hemos olvidado.
Salud.
Estaba acostumbrado a ver zavacequias con uve por el pasaje Zavacequias de Huesca, sin embargo leyéndola como la has escrito tú le encuentro mejor sentido.
Como va de sinónimos, ahí va otro de acequiero, zabacequias y aguador: ALAMÍN.
Salud, gaté.
El término lo he visto, en diferentes fuentes, tanto con b como con v, incluído el rótulo de Pasaje de Zavacequias, que, como bien dices, está escrito con v. En el post he elegido la b por proximidad a la palabra árabe de la que procede.
En cuanto a los sinónimos,tengo entendido que, en la época medieval, el alamín y el zabacequias tenían mayor relevancia que los actuales acequieros.
Salud, compañero.
En Granada, las acequias son algo esencial, pero la pena es que algunas las han entubado, encauzado y hasta enterrado. Una de las principales, la Acequia Real de la Alhambra, proporciona el agua a toda la Colina de la Sabika y no hay mejor aprovechamiento del agua que ese: belleza, música, frescor…
Qué hermosa denominación, Acequia Real de la Alhambra, que revaloriza el significado de las humildes acequias y sus vitales recorridos.
La Acequia Real que se multiplica en pequeñas acequias
Me ha enamorado ese cordoncillo de agua festoneado de piedras.
Así está todo el bosque de la Alhambra. ¿No lo has visto? Y tiene música…
Una sinfonía que lo llena todo…
Preciosas palabras en una historia encantadora.
Un compañero apunta si el autor es Delibes; no lo sé, pero a mí me gustaría que fuese tuyo.
Supongo que Anarkasis se refería al estilo y no a la historia en sí, porque, para bien o para mal, el texto es de mi cosecha.